15. El científico más loco.

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Una vez que se adentraron en la aldea, nadie que habitaba ahí había quitado la mirada de encima del Reparador. Pareciera que hubiese sido algo automático. Cuando cruzaron una tienda de pieles, el Reparador se detuvo en seco y miró alrededor. Todos los que estaban cerca no le quitaban la mirada de encima.

El hada azul había notado esto.

–Sigamos caminando. No se detengan. –ordenó.

Siguieron adelante. Él bajó la mirada y siguió su camino detrás de las criaturitas. El hada roja, Leila, se le acercó y le habló.

–¿Cómo estás? –le preguntó.

–Bien, y ¿qué hay de ti?

–Igual. –dijo y el momento se puso incómodo porque ninguno de los dos tenía algo más que decir o preguntar.

Siguieron caminando, cruzaron en una pequeña plaza donde había más personas que esperaban por acosar al Reparador.

–¿Clara es su líder? –le preguntó al hada roja.

–¿Quién? ¿Clara? –dijo ella. – No, ella no es nuestra líder. De hecho... Ninguna de nosotras lo es.

–Pero ella siempre está mandándolas a ustedes cuatro.

–Sí, quizá sea una mandona, pero ella es así. La gente me dice que soy la más curiosa.

–Eso es cierto, lo he notado. –dijo él. – Al igual que Britgit es risueña, Tylan es conformista y también algo cariñosa. Y Stephy es honesta.

–Tienes razón. –dijo ella y le sonrió.

Había notado que cada una de ellas tenía una cualidad que destacaba entre el resto.

–Oye, Reparador, hay algo aquí que nos va ayudar. –dijo el hada azul.

Todos entraron en una pequeña casita. Por fuera lucía impecable, pero por dentro había demasiado polvo. El Reparador de Sueños tosió.

–¿Qué es este lugar? –preguntó.

–Aquí vive el único científico en Maggieland. Tal vez él pueda ayudarte. –respondió el hada púrpura.

Desde un rincón apareció una pequeña silueta de un hombrecillo. Era como un niño, pero lucía como un hombre. No era un enano.

–Hola, chicas. –dijo la pequeña silueta acercándose a ellas. – Hacía tiempo que no las veía.

–Ohh, ya sabes. Siempre estamos viviendo una aventura. –respondió el hada azul, mirando al Reparador.

–¿Y qué tenemos aquí? –dijo, y analizó al Reparador. Miró detalladamente el maletín, el atrapasueños y al búho dorado. – Qué extraño.

–Él es el Reparador de Sueños. –dijo el hada rosa. – Reparador, él es el científico más loco que hemos conocido.

Ambos se dieron un apretón de manos. El científico lucía ansioso por poner las manos sobre los objetos, que para él parecían ser avanzados.

–Mi nombre es Washer 2.0. –se presentó. – Debemos ser amigos.

–Quisiera saber si puedes ayudarnos. –le dijo el Reparador.

–¿Cuál es el problema?

–Necesitamos saber si sabes dónde se encuentra la princesa Maggie. –habló Clara, el hada azul.

–He escuchado que está en el castillo de la reina Star. La mujer más amable y generosa que hemos conocido todos. –dijo Washer. – Ustedes saben llegar perfectamente. –les dijo al grupo de hadas. – ¿A qué se debe que hayan venido hasta mi negocio?

–Necesitamos uno de tus artefactos tecnológicos que nos ayude en la búsqueda. –añadió el hada verde, Britgit.

–¿Para qué?

El Reparador las miró y luego al científico.

–¿Para qué lo necesitamos? –preguntó curioso el Reparador.

–Ha habido una guerra sobre el tablero. –dijo el hada roja.

–¿Qué cosa? –dijo el Reparador.

–Es cierto. –dijo Washer.

–Es una zona peligrosa. Hay criaturas de la reina Miranda, criaturas muy peligrosas. Y también hay trampas. –volvió a hablar el hada roja.

–Es verdad, y sólo el artefacto de Washer nos puede ayudar. –dijo el hada azul.

–Mi artefacto es tan avanzado que puede detectar las criaturas y las trampas de la reina Miranda. –añadió el científico.

–¿Quién es esa reina? –preguntó el Reparador.

–Es la enemiga de la reina Star. Han estado en guerra por hace mucho tiempo. –comenzó el hada púrpura. – Hubo una guerra hace pocos días. Dañaron el tablero.

–¿Ahí fue dicha guerra? –preguntó el Reparador.

–Si. –respondió Tylan, el hada púrpura.

–¿Hay algo más que alguien quiera revelar? –dijo algo molesto el Reparador.

–Perdón por habértelo ocultado. –se disculpó Stephy, el hada rosa.

Se quedaron en silencio por un momento. El Reparador se había molestado porque le habían ocultado que el camino hacia los castillos sería muy peligroso.

–No perdamos el tiempo. Debemos irnos ahora. –dijo tomando sus objetos del suelo. – ¿Nos prestarás tu artefacto? –le preguntó a Washer.

–Si. Claro que sí. –se fue hasta otra habitación.

Lo esperaron hasta que llegó con un artefacto pequeño entre sus manos.

–Este es mi más apreciada creación. –dijo. Todos miraron al pequeño artefacto.

Era pequeño y cuadrado, con tres botones y una pantalla.

–Está bien, ¿vendrás con nosotros? –dijo el Reparador.

–¿Quieres que vaya con ustedes?

–Si tú quieres. –dijo. – Nos servirías de mucha ayuda.

–Está bien. Vámonos. –dijo algo alegre. Sonrió y fue a prepararse.

Se colocó una bata blanca y una mochila. Washer abrió la puerta y salió con el resto.

El Reparador de SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora