El Reparador de Sueños

7. La sombra.

Eran las 1:53 minutos de la madrugada. La familia de Maggie volvía a casa algo decepcionados por no encontrar la ayuda por parte de la mujer Mary Williams, pero no del todo. También tenían un poco de esperanza con eso del Reparador de Sueños.

Cuando llegaron, acostaron inmediatamente a la niña en su cama. La abuela fue a preparar café para mantenerse despiertos para cuando llegue el Reparador. El Sr. y la Sra. Bowen tomaron asiento junto a la cama de Maggie.

El padre de la niña al verla dormir, con esa cara de inocencia y amabilidad, y dulzura, comenzó a acariciarle el cabello. Miró a su esposa y ella le sonrió. Un minuto después llegaron los abuelos de la niña con las tazas de café; se repartieron y dieron varios sorbos.

La madre de la niña se dedicó a mirar fijamente el reloj, esperando aún con esperanza la llegada del Reparador de Sueños. Entonces los segundos fueron pasando, luego los minutos se convirtieron en horas y, éstas fueron pasando hasta que todos se quedaran dormidos.

La Sra. Bowen despertó y vio que ya era de día. Miró el reloj que indicaba que eran las 9:46 minutos de la mañana. Su estómago hacía ruidos y molestias que le indicaba que tenía hambre.

Bajó y fue a preparar el desayuno para todos. Cuando pasó por el microondas vio que la comida que había guardado para Maggie seguía allí. Nada había cambiado. El Reparador de Sueños no había venido esa noche. Entonces miró al refrigerador y tomó una foto donde están Maggie, el Sr. Bowen y ella misma, en el parque, sonriendo a la cámara.

Una vez que la tenía en sus manos, la besó y comenzó a llorar.

La abuela de la niña despertó y bajó también las escaleras. Ayudó a la madre de la niña que se encontraba llorando, a preparar el desayuno.

—No llores más. —le dijo, envolviéndola entre sus brazos. —Tranquila. Verás que todo va a estar bien.

—No. No lo va a estar. —dijo, aun llorando. Sonó pesimista.

—Cálmate. Él vendrá y nos va a ayudar. —le respondió. —Debes tener confianza de que todo saldrá bien.

Limpiándose las lágrimas asintió y fue hasta la cocina.

—Si algo sirve de ayuda, en la noche iré con Frank a buscar quien más pueda ayudarnos. —dijo la abuela de Maggie. Frank es el abuelo.

—Está bien, mamá. Gracias.

Una vez que el Sr. Bowen y el abuelo de Maggie, Frank, despertaran, desayunaron juntos y volvieron al cuarto, de donde no salieron más hasta que volvió a oscurecer.

De vez en cuando entraba a la habitación la abuela de la niña, Erika, con tazas de café y sándwiches.

La noche había caído de nuevo y los abuelos de la niña se estaban alistando para ir a buscar otro tipo de ayuda como había dicho la abuela de Maggie. El Sr. y la Sra. Bowen los despidieron y volvieron nuevamente al cuarto de la niña, donde se quedaron allí hasta que se hicieron las diez de la noche.

Era esta vez el padre de la niña quien miraba fijamente el reloj, esperando si el Reparador de Sueños fuese a llegar. Luego el reloj marcó las 10:01. Después las 10:02, y las 10:03 y las 10:04 y el Reparador no se hacía presente.

Cuando el reloj marcó las 10:15, la ventana se abrió lentamente y una leve brisa entró en la habitación, lo que produjo escalofríos en los padres de Maggie y tiró varios objetos al piso como la lámpara de la niña, algunos juguetes, libros, y una fotografía de Maggie.

Se quedaron viendo la ventana, pero no pasó nada. Luego las luces que estaban cerca de la ventana que se abrió se apagaron y se escucharon unos pasos y el sonido que hacen los búhos. Una sombra entró, se perdió en un rincón cerca de la ventana a oscuras. Los padres de Maggie se asustaron e intentaron protegerla cuando los pasos volvieron.

La sombra fue saliendo poco a poco, fue mostrándose de manera lenta antes los padres de la niña.

Ellos pudieron ver que era un hombre alto con un traje negro muy elegante con un lazo rojo, un sombrero, y había algo peculiar en el hombro del sujeto. Era un búho. Y también se escuchaba que algo era arrastrado. Era un gran atrapasueños que llevaba arrastrando con su mano derecha.

Entonces se detuvo y los miró.