16. El primer castillo.

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Cuando salieron de la casa del científico, bajaron por lo que parecía ser el centro de la aldea. Washer se detuvo y saludó a una mujer. Aún los aldeanos no quitaban la mirada del Reparador. Pasó una carroza delante de ellos que era conducida por un gorila.

–Hola, Danco. –dijo el hada púrpura, saludando al gorila.

Detuvo la carroza y bajó. Caminaba en dos patas, y no vestía ropa.

–Hola, hadas. ¿Qué tal, Washer? –saludó a todos excepto al Reparador. – ¿Quién eres tú?

–Él es el Reparador de Sueños. –dijo el hada azul.

–Qué bien. –dijo el gorila.

–¿Puedes hacernos un favor, Danco? –le preguntó el hada azul.

–¿Qué necesitan?

–Un empujón hasta la salida de la aldea. ¿Puedes?

–No tengo nada que hacer. Súbanse. –dijo el gorila, amablemente.

El Reparador lo analizó completamente. Era una completa locura cómo Maggie se había imaginado todo este mundo fantástico, asombroso y alocado. Entonces todos subieron a la carroza.

Danco ordenó a los caballos seguir adelante. El viaje duró unos diez minutos. El gorila los dejó al final del sendero.

–Gracias, Danco. –dijo Washer.

Luego también se despidieron el resto; todas excepto el Reparador, quien se encontraba mirando fijamente algo.

–Gracias. Hasta luego. –dijo el hada púrpura.

–No hay de qué. Suerte. –terminó el gorila, Danco, y se fue.

Las criaturitas y el científico se voltearon y se dirigieron hasta el Reparador. El búho dorado salió volando y regresó en cuestión de segundos. El primer castillo había aparecido; era muy pintoresco por fuera, y muy grande.

–¿Ese es el castillo de la reina Star? –preguntó él.

–Sí, es ese. Vayamos. –ordenó Clara.

Siguieron un sendero color rosa. Alrededor había césped y muchas flores de distintos colores. Notó una gran torre, la más alta de todas. Cada vez estaban más cera de la gran reja de entrada, hasta que llegaron.

Había dos caballeros portando armaduras y espadas esperando al lado de la reja.

–¿Quiénes son ustedes? –preguntó uno de ellos al grupo.

–Venimos a visitar a la reina Star. –habló Stephy.

–No pueden entrar. –dijo el mismo guardia.

–Permiso. –dijo Washer, pasando entre el grupo. Se puso adelante. – ¿No nos dejarán entrar si se trata de mí, caballero? –preguntó.

–Lo sentimos, Sr. –dijo el guardia que habló antes. – Pasen adelante.

La reja se abrió y un puente bajó, por el cual pasaron y entraron al castillo.

Washer había conseguido la entrada, y era porque él era el científico y asistente personal de la reina.

–Sigamos adelante. –dijo.

Los guió hasta el salón principal, donde se encontraba la reina Star hablando con otras personas que vestían elegantes. El Reparador se había arrepentido por haber cambiado su traje por el que le habían dado las hadas.

–Su majestad. –dijo el hada azul haciendo una reverencia. Acto seguido todos hicieron lo mismo.

La reina Star vestía con un vestido rojo. Era una mujer hermosa; tenía ojos color café, cabello del mismo color de sus ojos. Una piel clara que se notaba a lejos que era delicada. Portaba una corona, por supuesto.

El Reparador de SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora