25. Grandes aventuras.

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Ya la guerra había terminado, y gracias al cielo, la reina no pudo capturar al Reparador de Sueños ni a Maggie, que se escondían en un arbusto. Los caballeros de la reina Star y los de los príncipes lograron vencer a los de la reina Miranda. El guardián se devolvió al castillo, y no tenían idea de las criaturas cazadoras que merodeaban la zona.

La noche había caído, y era fría. Sólo se escuchaba el ruido que hacía el búho. Habían juntado madera seca de los árboles y habían logrado encender una fogata. Ninguno se había dirigido la palabra desde que el sol se metió.

–Mañana al amanecer, partiremos. –dijo el Reparador.

–No hay problema. –respondió ella. – Hay que ir a casa.

El silencio volvió, y reinó por unos segundos más.

–Ya mañana estarás con tus padres. Para mañana mi trabajo ya ha terminado.

–Gracias por todo. Por ayudarme. Por aceptar este trabajo.

–No hay de qué. –respondió él. – Debía ayudarte. Sin ti no me hubiese adentrado en esta locura y no hubiera conocido cosas sorprendentes, aún no sean reales. –pensó en las hadas.

–Todo esto es una locura. Yo te metí en problemas. Lo siento.

–Ya. No hay problema. Mañana todo saldrá bien, te lo prometo. –dijo él. – No te conozco casi, pero me pude identificar contigo. Somos iguales, ¿sabes?

–¿De qué manera? –preguntó ella.

–Con la locura, con la mente. Eres alguien especial. Tu imaginación es tu mejor cualidad. Eres alguien anormal. –dijo y ella sonrió. – Me recuerdas a un niño que vivía grandes aventuras cuando soñaba.

–¿A ti? –preguntó ella

–Si. ¿También eres adivina?

Ambos se rieron por un corto tiempo. Él echó más madera a la fogata, el fuego avivó más.

–Entonces somos iguales. –dijo ella. – Ambos tenemos una mente alocada. –a eso se refería el Reparador cuando dijo que había una extraña conexión entre ellos. – ¿Cómo te llamas? –le preguntó.

–Desde que crecí, y perdí a mis padres, me dedico a esto, a reparar sueños defectuosos de persones que lo necesiten. –decía él. – Claro, me llaman el Reparador de Sueños, algunos sólo Reparador. Es más corto.

–No, pero me refiero a tu nombre real.

–Mi nombre real... –comenzó. – Me llamo Thomas, Thomas Howard. –respondió él. – Timmy para los amigos. –al fin se había hecho conocer su nombre real.

–Bueno, Timmy, es un bonito nombre. Seamos amigos, ¿te parece?

–Está bien. –respondió y le sonrió, porque después de todo, ellos eran los únicos reales y lograrían salir ilesos. Serían amigos cuando llegaran al mundo real.

Duraron toda la noche hablando sobre cosas que tenían en común. Él le contó una historia de fantasía muy alocada que trataba la temática de un niño que salvaba al mundo con su mente. Era un extraño tema de conversación, pero los unía y los hacía conocerse más.

Ella también le contó sus historias soñadas en esta tierra. Grandes aventuras.

Una leve brisa los refrescó un poco en ese oscuro rincón rodeado de plantas y arbustos poco iluminado en el que estaban. Y de pronto, el sueño los había invadido.

–¿Por qué necesariamente hay que ir hasta el lugar por el cual llegaste? –le preguntó la niña. De hecho era una buena pregunta, porque simplemente él podía sacar el conjuro del portal de conexión y abrirlo ahí mismo.

–Porque debe ser en el mismo lugar en el que se abrió. –decía. – Lo abrí en tu habitación. Luego iba a toda velocidad en el portal y caí desde las alturas y choqué contra un lago. –dijo él, y luego bostezó.

–¿Entonces debemos ir abrirlo en ese lago? –bostezó ella.

–Exacto. Supongo que la fuerza nos jalará y nos llevará de nuevo a casa. –dijo él. – ¿Has intentado en sacarnos de aquí con tu mente?

–Sí, pero no puedo, Timmy. –le dijo, y nombrándolo. Fue algo que le sacó una dulce sonrisa.

–No te preocupes. Ya lo conseguirás. –dijo y volvió a bostezar. – Debes pensar en positivo.

Poco a poco el sueño los fue invadiendo hasta consumirlos completamente. El siguiente día los aguardaba, y probablemente sería el último.

El Reparador de SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora