Capitulo 11

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Dos años atrás. 6 am.

—Harry, despierta cariño, es hora de ir a la escuela.

Anne abrió las cortinas y dejó entrar en la habitación toda la destellante luz que provenía de afuera, el sol quemaba cada centímetro de piel de la cara de Harry y sus ojos pesaban como si tuviera un par de ladrillos en ellos.

—No quiero ir, mama, te lo suplico por lo que más quieras. Ellos son malos, mamá —dijo Harry mientras se estregaba los ojos que aun parecían pegados con cinta adhesiva.

—¿Quiénes son malos, Harry? —Preguntó mientras fruncía el ceño por la confusión.

—Ellos mamá, los niños de mi escuela son malos conmigo. Ellos no me quieren y yo solo quiero ser su amigo, no lo comprenden, solo me usan —explicó dejando al descubierto sus bellos ojos verdes mientras miraba fijamente la expresión de Anne.

—¿Otra vez con eso, Harry? Son cosas de adolescentes pequeño, ya te lo dije. No te preocupes, pronto entenderán lo maravilloso que eres y te pedirán perdón. Eso te lo aseguro —respondió Anne quitando las cobijas de la cama y dejando a Harry desprotegido.

—Eso dices siempre y yo trato de agradarles, pero ellos me evitan, me tratan mal, mami. Por favor, no quiero volver. —Rogó mientras juntaba las palmas de sus manos.

—Harry Edward Styles, ya tienes 14 años. Estas creciendo y tienes que madurar un poco, ya no eres un niño —dijo con severidad —No les prestes atención y ya, ignóralos y mejor júntate con tus amigos —añadió antes de dejar la habitación.

—Pero, yo no tengo amigos —susurró y agachó la cabeza derrotado.

Una hora después.

Harry ya estaba listo, tenía su uniforme muy bien planchado, sus zapatos negros cuidadosamente lustrados y su lonchera preparada con un delicioso sándwich en su interior. Llevaba su camisa dentro del pantalón y una sonrisa en el rostro que cada día lograba mantener pero que siempre se transformaba en una curva hacia el lado contrario cada que volvía.

Finalmente vencido por otro día mas que no había podido convencer a su mama para que lo dejara quedarse en casa, agarró todas sus cosas, le dio un beso a Anne en la mejilla y se marchó hacia la parada del bus que lo llevaría a la escuela.

Cuando giró en la esquina pudo atisbar que ya lo estaban esperando y que estaban a punto de arrancar, así que le tocó comenzar a correr mientras por las ventanillas se asomaban las caras bufonas de sus compañeros.

Una vez adentro el conductor le dio un aviso al rizado con la advertencia que si se volvía a demorar lo iba a dejar y le tocaría irse caminando. La tortura comenzaba desde que pisaba las escaleras desechas del viejo autobús. Era el último que recogían así que siempre le tocaba toparse con las caras de desprecio de sus compañeros.

Primer se topaba con Aaron, el chico rockero que siempre ponía su mochila de taches en la otra silla para que Harry no la ocupara. Después seguían los gemelos Rhodes que su vida parecía basarse en formas de reírse del rizado, después un montón de personas que ignoraban en la mayor medida posible la existencia de Harry pero que cuando se trataba de burlarle, eran los primeros en la fila. Finalmente y justo en el fondo del autobús se sentaba Zack y sus dos secuaces; Tayler y Matthew, los chicos que todos consideraban "populares" solo por su forma egocéntrica de comportarse y por su estúpida manera de hacer quedar en ridículo a todo aquel que no fuera de su círculo de amigos.

Harry caminaba a paso lento y con la cabeza agachada, hasta ahora no había sufrido más que un insulto disimulado con ataque de tos por parte de uno de los gemelos. Sus pasos eran lentos pero tranquilos, ya iba a cruzar zona de guerra y se disponía a recibir cualquier palabra grotesca que fuera a salir de la boca de Zack, sin embargo ese día especialmente parecía que ninguno de los tres iba a decir algo, una media sonrisa se comenzaba a formar en el rostro del pequeño cuando de pronto sintió que el piso se venía contra su cara producto de una zancadilla.

Never Been Kissed - Larry StylinsonWhere stories live. Discover now