-Pepper fue quien empezó, arrojando a Molly al suelo- dijo July
-Lo sé- contestó Annie palmeando el hombro de July- Pero ahora tienen que volver todas a dormir.
-De acuerdo, Annie- convino July trepándose a su lecho mientras Annie se dirigía a consolar a la pequeña Molly que continuaba de cuclillas en el piso. Arrodillada junto a ella, Annie tomó a la pequeña en sus brazos.
-Todo está bien, Molly; Annie está aquí- le dijo, acariciando suavemente su largo y negro cabello
-Era mamá, Annie- aclaró la niñita mientras las lagrimas se deslizaban por sus rosadas mejillas- Estábamos en el transbordador y me alzó para que alcanzara a ver todos los barcos. Después se alejó caminando y ya no pude encontrarla. En ninguna parte.
-Fue sólo un sueño, querida- comentó Annie secando los ojos de Molly con la manga de su camisón- Ahora vuelve a dormir. Son mas de las cuatro.
-Annie- pidió Molly- Léeme tu nota.
-¿Otra vez?
-Por favor- suplicó la niñita
-Está bien- accedió Annie y de la maltratada canasta de mimbre que tenía bajo el lecho- la misma en que había sido abandonada en el orfanato y donde guarda sus escasas pertenencia- sacó la nota y empezó a leerla en voz alta a la escasa luz que proyectaba desde afuera la lámpara de la calle. Annie había doblado y desdoblado la nota tantas veces que le faltaba muy poco para romperse.
Estaba escrita con redondeada letra femenina en un rectángulo de cartulina azul pálido.-Por favor, cuiden de nuestra querida pequeña- comenzó- Su nombre es...
-¡Oh, no, otra vez lo mismo!- rezongó Pepper.
En los años pasados en el orfanato Annie había leído la nota en voz alta a las huérfanas por lo menos dos o tres veces por semana.-Su nombre es Annie...- dijo Duffy con voz burlona.
La chiquitina de 13 años, rechoncha, con cara de pastel y áspero cabello rubio, era la mejor amiga de Pepper. Con voz cómicamente trágica continuó:-Nació el 28 de octubre... Regresaremos para llevarla con nosotros...-
Aquí todas las huérfanas se echaron a reír. Todas, menos Molly y Tessie.-¡Oh, Dios mio! Ahora empiezan a reírse y no podré dormir en toda la noche... - gimió Tessie- ¡Oh, Dios mío, Dios mío...!
Enojada, Annie se puso de pie y con las manos en las caderas enfrentó a las divertidas chicas.-Está bien- dijo- ¿Quieren dormir con los dientes dentro o fuera de la boca?-
Silencio general. Todas, incluso Pepper, habían regresado a sus camas y se mantenían quietas. Annie terminó de leer la nota, la dobló con cuidado y la puso en la canasta. Después alzó a Molly y la llevó a su lecho. La arropó cariñosamente y le dio un beso en la frente.-Buenas noches, Molly- murmuró
-Buenas noches, Annie. Tienes suerte: yo sueño que tengo padre y madre. Pero tú los tienes de verdad.-
-Lo sé- contestó la muchacha suavemente- En alguna parte... en alguna parte...
Pocos minutos más tarde todas las huérfanas dormían de nuevo. Pero Annie no podía dormir. Y se acercó otra vez a la ventana para mirar caer la nieve. Allí empezó a soñar despierta con sus padres. Su padre, estaba segura, era un hombre alto y fornido, que reía siempre, y cuando la alzaba la estrechaba entre sus brazos y daba vueltas con ella en la habitación. Y su madre era una mujer bondadosa y amable, de pelo rubio dorado, que tocaba canciones en el piano y cosía mejor que una modista profesional. Había hecho docenas de hermosos vestidos para Annie, de todos los colores del arco iris, que colgaban alineados en el armario aguardando el día que ella regresara a su hogar. Vivía con sus padres en el campo, en una casa cubierta de enredaderas, construida en una colina. En el frente había un gran espacio con césped y más allá podía contemplarse durante millas a través de verdes prados el río distante. En las tardes de verano Annie, su madre y su padre, los tres juntos, salían a caminar por los prados hasta el río y realizaban picnics con huevos duros y limonada mientras contemplaban a los cisnes.
En su dormitorio de la casa Annie tenía una cama con dosel, una casa de muñecas de 3 pisos, un caballito blanco y rojo de madera y... un caballo que arrastraba un carro con leche dio vuelta al trote la esquina de St. Mark's Place y el ruido de sus cascos arrancó a la niña de su ensueño. Hasta donde alcanzaba a recordar había oído cada mañana temprano el ruido del carro con el caballo. Y siguió pensando en sus largos años de orfanato. Y ninguno de esos recuerdos fue dichoso.
ESTÁS LEYENDO
Annie
Adventure"Eres una tonta", le dijo otra huerfana; "deja de hablar de tus padres. Ellos nunca vendrán por ti" "Tengo que ir a buscarlos" murmuró decidida. "Tengo que marcharme de aquí, huir..." Si, decidió, "Tengo que huir. ¿Cuándo? Ahora mismo". Así es la s...