Todas las tardes a las seis en punto las huérfanas se sentaban en el comedor para cenar; la comida consistía a menudo en alas hervidas de gallina, papas hervidas, o acelgas o repollo también hervidos. Había pan blanco y margarina para untarlo, pero solo se servía postre en ocasiones especiales como el día de Gracias o Navidad, en que cada una recibía un tazón con budín de arroz. Después de comer las huérfanas subían al dormitorio para estudiar hasta la hora de acostarse. Las luces se apagaban a las ocho y así transcurrían los días en el orfanato.
El domingo era el unico dia de descanso pero tenian que ir a la iglesia y quedarse horas sentada escuchando sermones acerca del destino de quienes pecan: las eternas llamas del infierno, y por supuesto, como Miss Hannigan les explicó, una chica huérfana es por naturaleza una pecadora.
Cansadas por confusos sentimientos de culpa y de temor regresaban de nuevo al orfanato, donde Miss Hannigan las hacía pasar el resgo del día rezando y reflexionando acerca de los pecados que habían cometido la semana anterior.-¡Limpien sus sucias almas con el remordimiento y rueguen a Dios que perdone sus muchos pecados!- Acosejaba con voz grabe a las asustadas niñas.
No hablar. No leer. Sólo sentarse en silencio con la cabeza inclinada y las manos cruzadas durante interminables horas a la mesa del comedor.
Los días de escuela eran mejores para la niña que los que pasaba en la maquina de coser. Pero no mucho. Aunque en la escuela tenía la posibilidad de leer, que era su pasatiempo favorito.
Le gustaban los libros de aventuras que transcurrian en románticos y lejanos lugares.Annie era una buena alumna; sacaba excelentes notas en todas las materias y era una de las primeras de su clase. Pero las huérfanas, incluso Annie, se veían continuamente molestadas y ridiculizadas por los otros niños de la escuela, por sus delantales y porque no tenian madre, padre ni hogar propio. Cuando terminaban las clases siempre iban acompañadas por Miss Hannigan y eran , a menudo, insultadas por los otros alumnos que les cantaban unos versos como:
"Huérfana, huérfana ja, ja, ja.
No tiene madre, no tiene padre.
Huérfana, huérfana, no tiene amigos...En invierno los otros chicos, a veces, organizaban afuera un juego que consistía en ver cuántas huérfanas alcanzaban con pelotas de nieve. Miss Hannigan no permitía que éstas se salieran de la fila para devolverles sus malditas bolas de nieve.
Las maestras tampoco eran muy bondadosas con ellas. En las aulas tenían asignada una sección especial de bancos en la parte de atras y se laa trataba como a personas molestas que no pertenecian a la escuela.
Annie recordaba haber oido que su maestra Miss. Cecilia le decia a otra:-!Malditas huérfanas! Sin ellas nuestro trabajo sería mas fácil.-
A la hora del almuerzo las niñas debían sentarse a otro extremo de la cafetería, como si tuvieran una enfermedad, la cual los otros chicos no quisieran contagiarse.
Generalmente comian fideos y queso que les daban gratiutamente para estudiantes pobres, mientras que el resto de los chicos, llevaban sus meriendas en bellisimas loncheras. Saboreaban las comidas que sus madres habían preparado para ellos... misteriosas y exquisitas golosinas que aquellas huérfanas habían deseado, más de una vez, saborear, como sandwiches, bananas y chocolate caliente llevado en termos.
En el patio, en la manaña y en la tarde, durante la media hora de recreo, las huérfanas, dejadas de lado por los demas chicos, se reunían para jugar entre sí. Y también para protegerse de bravucones que cada tanto decidían golpear a un huérfano. Contra esos bravucones, capitaneadas por Annie y Pepper, las huérfanas formaron un frente unido.-¡Toquen a cualquiera de nosotras y todas nos lanzaremos contra ustedes!- Amenazó Annie con valentía.
En el orfanato las chicas discutían y se peleaban entre ellas, pero en la escuela se mantenían siempre juntas. Y los matones comprendieron que eran mejor dejarlas a que tener que llegar a casa con un ojo morado. Y especialmente entendieron que no debían meterse con Annie, que podria acabar con un puñetazo al más grande y fuerte de los varones. Por eso, luego de unos días, las huérfanas podían jugar tranquilas en los recreos.
La materia favorita de Annie era la geografía. Le gustaba aprender acerca de sitios que fueran totalmente diferentes y lo más lejanos posibles de la escuela, el orfanato y St. Mark's Place. El país que más le gustaba estudiar era Suiza, con sus transparentes lagos, verdes prados y montañas cubiertas de nieve. A menudo soñaba despierta que su padre y su madre regresarían para ir a vivir a Suiza y entonces ella iría a quedarse con ellos en una cabañita en una montaña, como la niñita Heidi, cuya historia había leído en un libro. Pero ahora, delante de la ventana, al pensar en la geografía, recordó algo que le había sucedido el año anterior en la escuela cuando estaba en quinto grado. Era uno de los recuerdos más penosos de su vida.
ESTÁS LEYENDO
Annie
Adventure"Eres una tonta", le dijo otra huerfana; "deja de hablar de tus padres. Ellos nunca vendrán por ti" "Tengo que ir a buscarlos" murmuró decidida. "Tengo que marcharme de aquí, huir..." Si, decidió, "Tengo que huir. ¿Cuándo? Ahora mismo". Así es la s...