-¡Despierta, chica, despierta!-
En su sueño su madre se había transformado en Miss Hannigan que la sacudía de los hombros.Annie abrió los ojos y vio una mujer rubia, de cara pálida y de unos cuarentas años. La mujer la sacudía con energía. Eran casi las once y Annie había dormido solo 1 hora en el zaguán.
-¡Dios chica! Podías haberte muerto helada. ¿Que diablos haces durmiendo aquí?-No... no tenía ningún lugar donde ir. No tengo casa.-Dijo la niña poniendose de pie.
-Entonces lo mejor que puedes hacer es venirte conmigo a casa-La invitó la mujer. La mujer se llamaba Kristina Jhonson, tomó a Annie de la mano y la arrastró por las heladas calles. Había estado en el cine y regresaba a su casa cuando vió de casualidad a la niña que dormía acurrucada en el zaguán.
-¡Apúrate, apúrate! Antes que nos congelemos las dos!
Frente a ellas, Annie vio un brillante cartel con luces neón rojas que decía: "Jhonson's Food".-Es aquí- Dijo Kristina entrando en el cálido restaurante. El "Jhonson's Food" consistía en un mostrador de madera con una docena de banquitos. El lugar estaba casi vacío. Una pareja tomaba café en uno de los asientos y un hombre gordo y calvo que leía el diario detrás del mostrador, resultó ser ser Frank Jhonson, el marido de Kristina.
-¿A quién demonios trajiste?- Preguntó serio indicando a Annie.
-Es una chica que encontré durmiendo en un zaguán. No tiene donde ir- Explicó Kristina sacandose el tapado para luego preguntarle a Annie:
-¿Cómo te llamas?
-Annie- Dijo la huérfana
-¿Tienes hambre Annie?- Preguntó Kristina.
-Bueno... yo...
-Siéntate en el mostrador Frank te servirá un plato de porotos.
-¿Piensas convertir esto en una cocina gratuita para holgazanes?- Dijo Frank- Yo no...
-Cierra tu boca y dale a la niña una porcion de porotos- Repitió Kristina.
Frank tomó un cucharón, llenó un plato y lo puso frente Annie.
Ni "Jhonson's Food" ni Frank eran agradables, pensó Annie, pero por lo menos ahí tenia donde dormir y comer.
Frank y Kristina eran los dueños de "Jhonson's Food". Vivìan en la parte de atras, en un pequeño departamento de dos piesas. No les iba muy bien con el negocio pero Kristina y Frank conseguían vivir de éñ haciendo todo el trabajo. Él recibía los pedidos, preparaba minutas y lavaba la vajilla. Y Kristina era la cajera y servía las mesas.
Viendo que Annie seguía con hambre, Kristina pasó detrás del mostrador sin importarle las miradas furiosas de su esposo, y le sirvió a la niña un trozo de torta de manzana y una taza de chocolate caliente.
-¡Gracias, señorita Jhonson!- Agradeció Annie dándole un bocado a la torta.
Kristina llevo a Frank al departamento del fondo y Annie pudo escuchar que discutían, aunque no entendía que decían. Un momento después Frank con su mujer regresaron al negocio y le dio una sonrisa a la niña, una sonrisa hipócrita, forzada.-Ya que no tienes a donde ir...¿Por qué no te quedas aquí con nosotros?- Propuso con la sonrisa aún en su rostro.
-¿Aquí?- Repitió Annie. No podía entender ese repentino cambio de actitud de Frank.
-Sí, aquí- Respondió el hombre- No tenemos más habitaciones pero puedes quedarte en el sótano, que es muy caliente y tenemos una cama y cobijas, y te sentirás cómoda.
-No sé, señor- Contestó la huérfana- Yo...
-escucha, Annie. ¿Acaso quieres dormir afuera con este frío?- Le preguntó Kristina- Te daremos un lugar para dormir, comida gratis y tú harías algún trabajito para ayudarnos ¿Está bien?
-Está bien- Dijo la niña y en seguida la mujer la llevo al sótano, al cabo de unos minutos, Annie estaba profundamente dormida.
Esa noche, mientras Annie comía la torta de manzana, Kristina le hizo ver a su esposo, la suerte que habían tenido al encontrar a la niña.
-Como ves, ella es muy fuerte- Dijo la mujer- La dejaremos aquí con nosotros, solo nos costará un plato de comida por día, y a cambio tendremos gratis una camarera, una lavavajillas y quien limpie este lugar.
-Tienes razón, no había pensado en eso- Contestó su marido- Pero la niña debe tener parientes en alguna parte... Y no quiero líos con la policía.
-No hay peligro de eso. Parece que la niña escapó de su casa. Probablemente de un padre y madre que la maltrataban. Y si alguien pregunta diremos que es una sobrina que vino a quedarse con nosotros.
-¿Sabes Kristina, a veces te muestras menos estúpida de lo que parece?- Comentó Frank.
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La luz se encendió en el cuarto del sótano, y alguien sacudía enérgicamente a Annie para que despertara. Era Frank.
-Arriba muchacha; no puedes dormir hasta mediodía aquí. Son las seis y media. Levántate y vístete.
-Sí señor- Dijo Annie saltando asustada, que por un momento se había olvidado de en donde se encontraba.
Más tarde, ya en el negocio, Kristina la vistió con un uniforme de camarera.
-¿Qué quieres hacer primero?-Le preguntó la mujer.
-No sé- dijo la niña
-Bien... ¿Entonces por qué no empiezas lavando las ventanas?
-Sí, señora.
Cuando terminó de lavar las ventanas Frank e enseñó a preparar el café en la cafetera detrás del mostrador y a manejar la máquina registradora.
Todo el día, desde las siete de la mañana hasta medianoche Annie trabajaba en el local, limpiando el piso, limpiando ollas y sartenes, lavando la vajilla, atendiendo en el mostrador y y sirviendo como camarera. Al fin del día Annie estaba tan cansada que ponía la cabeza en la almohada y caía profundamente dormida. hasta que la despertaban a la mañana siguiente, a las seis y media.
Cuando los días de enero pasaron Annie podía únicamente respirar aire fresco, cuando salia a tirar la basura. Pasaba la mayoría de su tiempo en el "Jhonsons Food" con Frank que le enseñaba a cocinar. Aprendió a hacer papas fritas, tortillas, estofado, hamburguesas, porotos y ensalada de atún con huevo. Al cabo de unas semanas, la niña se convirtió en una cocinera mejor que Frank el cual dejó que ella se encargara de la cocina. De ese modo él pudo dedicar gran parte del día en ir al bar para beber. Con esto Annie se sentía mas relajada ya que le temía a Frank. Le habia advertido que si llegaba a huír del negocio, la buscaría y al encontrarla le daría una paliza que no se olvidará en su vida. Por eso, aunque a veces pensaba en irse de allí no lo hacia por temor de que cumpliera la amenaza que le había hecho.
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Annie
Pertualangan"Eres una tonta", le dijo otra huerfana; "deja de hablar de tus padres. Ellos nunca vendrán por ti" "Tengo que ir a buscarlos" murmuró decidida. "Tengo que marcharme de aquí, huir..." Si, decidió, "Tengo que huir. ¿Cuándo? Ahora mismo". Así es la s...