Parte 1

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Y feliz Año Nuevo, chicas...

Mientras las huérfanas trabajaban, la nieve empezó a caer de nuevo y se asomó un pálido sol de invierno.Había comenzado un nuevo año en el orfanato. Mientras fregaba el piso arrodillada, Annie estuvo de acuerdo con los comentarios que hacían todas. Era cierto... Vivían una vida sin alegrías. Y decidió con tanta firmeza como antes, que huiría del orfanato. Había fracasado el primer intento pero no fallaría el siguiente.

Tengo que huir de aquí!", se dijo "¡Tengo que huir apenas se me presente la ocasión!"

La ocasión llegó dos días después, justamente cuando Miss Hannigan llevaba a las huérfanas a la escuela. El hombre de la lavandería, un señor gordo y sonriente llamado David, apareció en el orfanato.

-Buenos días, chicas. Aquí tienen las sábanas lavadas una vez por mes, las necesiten o no- Dijo bajando un gran paquete del camión que estaba en la parado en la puerta. Cuando David les llevaba la ropa lavada las huérfanas la colocaban en sus camas y ponían las fundas y sábanas sucias en una gran bolsa que el hombre se llevaba con su camión.

Cuando empezaban a cambiar las camas a Annie se le ocurrió una idea que rápidamente comunicó a sus compañeras: ella se metería en la bolsa con ropa sucia y Pepper y Duffy la llevarían al camión.

Abajo, en la puerta, David charlaba con Miss Hannigan y eso dio tiempo a Annie para meterse en la bolsa con su canasta. Pepper y Duffy llevaron la bolsa abajo:

-Le vamos a poner la bolsa en el camión- Le ofreció Pepper.

-Muy bien chicas. Gracias- Dijo el hombre.

-No, no, ustedes no están aquí para hacer el trabajo de él- Protestó Miss Hannigan- Y saque su maldito camión de aquí, David.

-Está bien, está bien...- Contestó él y cargó la bolsa con Annie sobre sus hombres- Mierda. O me estoy poniendo más débil a medida que pasan los años o esta bolsa se está volviendo más pesada cada mes.

Dentro de la bolsa, con el corazón palpitando de temor, la niña se mantenía lo más quieta posible. Miss Hannigan no era tonta, y en cualquier momento podía sospechar de lo que estaba sucediendo y detener a David. Pudo oír a Pepper que le susurraba:

-Te dejo abierta la puerta, por lo menos...
En seguida oyó la puerta delantera que se cerraba. ¡Se había marchado del orfanato en las narices de Miss Hannigan! Contuvo la respiración y empezó a rezar cuando oyó a David tratando de poner en marcha el vehículo en esa fria mañana de enero. El motor no arracaba. Y entonces oyó a Miss Hannigan que gritaba:

David! ¡David! Deténgase. No se vaya.
La mujer había descubierto su desaparición, pensó la huérfana, y había imaginado lo que había en la bolsa de la ropa sucia. Annie oyó los pasos de Miss Hannigan que se acercaban al vehículo.

-David, no me dio el recibo por la ropa sucia que se lleva.

-Es cierto. Lo lamento- dijo el hombre.
Luego Annie oyó los pasos de Miss Hannigan que se alejaban mientras David seguía tratando de poner en marcha el camión.
Qué susto!", pensó la niña. "Creí que venía a buscarme..."
Luego de unos minutos el motor se puso en marcha y poco después el vehículo desaparecía en la esquina.
Más tarde, en el orfanato, Miss Hannigan hizo alinear a las huérfanas para llevarlas a la escuela y empezó a contarlas, como hacía diariamente, para asegurarse de que estaban todas.
-Catorce... quince... dieciséis... Esperen un minuto. ¿Dónde está Annie?

Las huérfanas contestaron como en un coro de dulces voces:

-Annie no está aquí, Miss Hannigan.

-¿Qué dicen? ¿Que Annie no está?

-Se fue- Explicó Pepper- Con David.

-En la bolsa de la ropa sucia- Agregó Duffy.

-¿Qué? ¿Annie se marchó?- Gritó furiosa. Tocando el silbato, Miss Hannigan se alejó del orfanato y empezó a correr por la calle gritando:
David, vuelva!... ¡POLICIA!... ¡POLICIA!...
Pero David y su camión estaban a muchas cuadras de distancia. Al ver a Miss Hannigan corriendo como loca empezaron a saltar y a gritar de alegría.

-Se acabó esta sucia vida para Annie- Comentó Kate.
Y aunque sabían que las castigarían por haber ayudado a Annie a escapar, todas cantaron y bailaron. Menos Molly, que lloraba desconsoladamente. Su annie se había marchado.

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En la parte de atrás del camión Annie permaneció quieta en la bolsa de ropa sucia por lo menos cinco minutos, esperando a que estuviera lo suficientemente lejos del orfanato para salir de allí. Ahora, fuera de la bolsa, estaba de pie en la oscuridad mientras el camión corría por las calles. Luego el camión tuvo que detenerse en un semáforo y Annie abrió la puerta y miró hacia afuera. Saltó, cerró de nuevo la puerta y se alejó corriendo y en un momento había desaparecido entre la gente que caminaba por la vereda. Ahora estaba en libertad, pero sola, sin dinero ni un sitio donde vivir en medio de la ciudad de Nueva York en una helada mañana de enero. Por lo menos, pensó la niña apachurrandose con su pulover para protegerse del frio viento, había empezado la búsqueda de sus padres.
Viviendo en el orfanato Annie apenas había notado que Nueva York, y todos los estados de Estados Unidos, vivían en medio de algo que se llamaba "Depresión". Era la peor quiebra económica en la historia de un país. Millones de personas estaban arruinadas, sin hogar, casi sin comida. La mayoría de las personas no tenian trabajo, y las que sí apenas ganaban para vivir.

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Durante horas Annie vagó por las calles de Nueva York, sin saber donde empezar a buscar a sus padres. Cada tanto detenía a alguien tirándolo de la manga y le preguntaba:

-¿Alguien que usted conozca dejó hace 11 años en un orfanato a una niña llamada Annie?
Pero las personas a quienes detenía la miraban pensando que estaba loca y no le contestaban o le decían "No, niña", la hacían a un lado y se mezclaban con la demás gente.
Al atardecer, cuando el sol empezó a ponerse, aumentó el viento y la temperatura bajó varios grados. Con solo el pulóver para protegerse del frío, Annie chocaba diente con diente, y se detuvo junto a un grupo de vendedores de manzanas que se reunieron en una fogata de latas. Puso sus manos sobre la pequeña llamita y al instante sintió una agadable calidez. Pero se dio cuenta que estaba muerta de hambre porque no había comido en todo el día.

- Señor- le dijo a uno de los vendedores de manzanas- ¿Podria donar una manzana que le sobre?

-Claro, chica, de todos modos nadie compra ninguna- Le contestó el hombre.

-Gracias, señor- Dijo Annie tomando la gran manzana roja.

Cayó la noche en la ciudad y tratando de mantener el calor Annie empezó a caminar, siempre en direccion al Norte, vagando por las calles de Nueva York que cada vez parecian mas desiertas. Pasaba por bares donde vendian panchos, hamburguesas y el olor le daba mas hambre. Una manzana al dia mantenía al médico lejos-pensó- pero no era suficiente para mantener vivo a alguien.
Alrededor de las diez, cansada porque había estado caminando desde las ocho de la mañana, entró a zaguán, se acurrucó en un rincón y puso la canasta a su lado. El viento aumentó y la temperatura siguió bajando. Annie pensó en las chicas del orfanato que tenian un techo y podían dormir en camas. Habia leido en un libro de la escuela que si alguien se encuentra en el exterior cuando la temperatura esta muy baja, se congela hasta morir.
-No me dormiré... No tengo que dormir...- Murmuró, pero en seguida, a pesar del hambre y del frio, se quedó profundamente dormida.

Soñó que estaba en una caliente cocina, sentada en una mesa con sus padres y que su madre le servía una gran taza de chocolate caliente.
Dormida en el zaguán, la huérfana no sabía que en realidad corría peligro de morir de frio.

AnnieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora