Capítulo 4

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En puntas de pie Annie se dirigió a su cama y a la pálida luz del amanecer se sacó el camisón y se puso la ropa más abrigada que tenía pensando en el frío que debía hacer afuera. Por supuesto, no tenía tapado, de modo que se puso el suéter marrón que usaba diariamente para ir a la escuela. Sacó la canasta de abajo de la cama y rápidamente la lleno con sus pocas pertenencias: ropa interior, medias... Después de asegurarse de que tenía el relicario y la nota alzó la canasta y se dio vuelta para marcharse. Pero al hacerlo golpeó contra el hierro de la cabecera y el ruido que hizo despertó a varias de las chicas que dormían en las camas cercanas.

-¿Qué sucede?- protestó Pepper.

-¿Adónde vas, Annie?- preguntó Kate.

-Huyo de aquí- dijo la niña

-¡Oh, Dios mío!- lloriqueó Tessie.

-Acabo de darme cuenta de que mis padres no vendrán nunca a buscarme- explicó Annie- Por eso voy a buscarlos.

-Estás loca- Comentó July- Miss Hannigan te pescará.

-Y te castigará con la paleta- Le avisó Tessie
-No me importa, sólo se que me voy de aquí- Repitió Annie- Estoy lista. Deséenme buena suerte.
Todas las huérfanas, excepto Pepper que negaba lo que estaba a punto de suceder, la despidieron en un susurro.

-Te echaré de menos...
Al mirar hacia atrás vio a Molly sentada en la cama, con la cabeza inclinada y sus bellos ojos marrones llenos de lágrimas. Se acercó a ella y la abrazó.

-Hasta pronto, Molly- Le dijo apretándola- Cuando encuentre a mis padres volveré a buscarte y viviremos todos juntos, tú, yo y ellos.

-¿Me lo prometes?

-Te lo prometo.

-Está bien, Annie. Hasta pronto. Te quiero.
Las huérfanas se arrodillaron en sus camas para verla marcharse y Annie caminó en puntas de pie hasta la escalera que llevaba a la planta baja y a la salida. Allí se detuvo y escuchó. Todo estaba quieto y callado. Perfecto para ella.

-Bien, me voy- dijo Annie saludando a sus compañeras.

-Hasta la vista, tonta- Murmuró Pepper- Y buena suerte.
La escalera crujió cuando la niña empezó a bajarla, un peldaño por vez. Afuera se oyó sonar la bocina de un auto. Al fin llegó al final de la escalera. La pesada puerta del frente que la llevaría a la libertad, y quizá a su padre y madre, quedaba sólo a cuatro pasos de distancia. un paso... dos pasos... tres pasos... Alargó la mano para abrir el picaporte y...

-¡Ajá! ¡Te pesqué!- Chilló Miss Hannigan saliendo del hueco de la escalera, y tomando a la niña de la nuca la arrojó al piso- ¡Te oí, maldita huérfana! ¡Yo oigo siempre todo!... Ahora levántate. ¡Levántate!

-Sí, Miss Hannigan- Dijo Annie poniéndose de pie. Vio que la mujer tenía puesto una vieja bata de franela y que tenía en la mano la pesada paleta con la que castigaba a las huérfanas.

-Date vuelta- Ordenó Miss Hannigan, pero Annie no se movió- Te digo que te des vuelta- Gritó la mujer.

Lo más lentamente que pudo, la niña obedeció y Miss Hannigan le dió una docena una docena de golpes con la paleta. Pero Annie no lloró. Su orgullo y el odio que tenía por Miss Hannigan la habían echo fuerte.

-!Vaya, vaya...¡- Dijo la mujer respirando agitada, con su aliento a whisky- ¿Qué tienes que decir ahora?

Annie no dijo nada, aunque sabía lo que la otra esperaba: la frase que Miss Hannigan obligaba a decir a las huérfanas cada mañana al saludarla.

-¿Qué tienes que decir ahora?- Repitió la administradora.

-La... amo... Miss Hannigan- Dijo Annie con los dientes apretados.

Maldita huérfana!- Chilló la administradora.

No soy una maldita huérfana!- Gritó la niña- Mis padres dejaron una nota en la que decían que me amaban y que volverían a buscarme.

-Sí... sí... Eso fue en 1922 y ahora estamos en 1933- dijo la mujer con una cruel sonrisa- Saca tus cosas de aquí y vete arriba.

-Sí, Miss Hannigan.
Annie alzó su canasta y con paso cansado subió al dormitorio donde las otras huérfanas, que lo habían oído todo, permanecían quietas bajo las sábanas. Una vez sola la mujer tomó un gran sorbo de whisky, después siguió a Annie. Llegó a la habitación, encendió las luces e hizo sonar el silbato que llevaba siempre colgando de su cuello y gritó:

-¡Arriba! ¡Arriba todas!.

-Sí, Miss Hannigan- Dijeron las huérfanas mientras se levantaban e iban a colocarse en fila a los pies de sus camas. Señalando a Annie con su huesudo dedo, la administradora ordenó:

-Empieza a limpiar el piso.

-Pero... son las cinco de la mañana- Recordó Tessie.

-Lo sé- Contestó Miss Hannigan con una risita- Y ustedes limpien todo perfectamente hsata que brille. ¡A TRABAJAR!

-Sí, Miss Hannigan- Contestaron las huérfanas. Y corrieron hacia un armario que tenían en la esquina de su dormitorio para sacar de él baldes, cepillos y trapos que necesitaban para limpiar, mientras la mujer se largó a la cocina para hacer el terrible desayuno.

-Lo siento, chicas- Dijo Annie.

-Sí, lo sientes...- Rezongó Pepper- Por tu culpa tenemos que pagar todas...

-Annie no tiene la culpa- Dijo Kate.

-Y está de nuevo con nosotras- Comentó Molly con una alegre sonrisa- Ahora no me importa limpiar el piso.

-Gracias, Molly- Agradeció Annie- Y feliz Año Nuevo, chicas.

AnnieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora