Luego de unas semanas se corrió la voz de que alguien cocinaba muy bien en el "Jhonson's Food" y poco a poco fue llegando más gente al restaurante para comer la tortilla o el estofado que la niña preparaba. Las horas de la tarde eran las mejores para Annie, ya que ni Kristina ni Frank se encontraban en el restaurante, dejándola a ella sola en el negocio con los clientes habituales, que algunos eran amigables y bondadosos con ella. Algunas noches, antes de quedarse dormida, se preguntaba si había sido la mejor decisión haberse marchado del orfanato.
Aunque tampoco había sido feliz en la escuela, la echaba de menos, sobre todo las oportunidades de leer y aprender que tenía. Lamentaba haber perdido el año. También pensó que trabajando en el "jhonson's Food" no tenía ninguna oportunidad de encontrar a sus padres y que era esa la razón por la que había huido del orfanato. Aunque los Jhonson's le permitieron colocar un cartel en la caja registradora que decía "Si alguien conoce a alguien que dejó a una niña llamada Annie en un orfanato de Nueva York hace once años, póngase en contacto con la muchacha que está detrás del mostrador". También cuando un nuevo cliente entraba Annie se encargaba de preguntarle si había dejado a una niña hace tiempo, pero la respuesta siempre era negativa.
Rápidamente llegó la primavera y todos los árboles comenzaron a florecer. El calor aumentaba día a día y Annie dejó de dormir con frazadas y cobijas. Un día gris y lluvioso de principios de mayo, antes de la hora de almorzar, Kristina le ordenó que secara un tacho de basura al callejón de atrás del negocio. Cuando salió, Annie vio a dos chicos que le tiraban piedras a otro chico refugiado en el ultimo tacho de basura. Poniendo lo que llevaba en el suelo, Annie les gritó:
-¡Eh, ustedes, dejen de tirarle piedras a ese pobre chico!-
-¿De qué chico hablas, niñita?- Le preguntó el mayor de los dos, un muchacho pelirrojo de alrededor de unos catorce años- No es un niño, es un perro.
-¡Un perro! ¡Peor aún!- Comenzó Annie avanzando hacia los dos muchachos- Dije que dejaran de tirar piedras.
-¿Ah, sí? ¿¡Tú y quién más va a impedir que lo hagamos!?- Preguntó el otro, que tenía pelo negro, y le tiró otra piedra al perro.
-Yo sola- Contestó Annie acercándose al moreno y dándole un gran empujón.
-¿Así que quieres pelear?- Dijo el mayor.
-Sí, quiero pelear- Contestó
El pelirrojo giró y le pegó un puñetazo a Annie que esquivó con un rápido movimiento. Después dio un paso y le dio en la cara un fuerte puñetazo que lo arrojó al suelo con la nariz ensangrentada.
-!Mira lo que me has hecho, estúpida¡- Se quejó mirando a la niña que con contemplaba de pie, con los puños cerrados.
-Y te irá peor si no dejas de molestar a ese pobre perro y te marchas enseguida de aquí. ¡Lárgate!.
-Esta bien... me voy...- Dijo el mayor poniéndose de pie y al ver a su compañero que se había puesto detrás de Annie, le grito:- !Pégale! !hazla pedazos!-
-¡Ya la tengo!- Grito el moreno
La niña se dio vuelta justo a tiempo y le dio un puñetazo en la mandíbula que hizo caer al chico. Al ver que su amigo también había perdido en la pelea, el pelirrojo empezó a correr diciendo:
-Me voy de aquí.
El moreno se puso de pie y Annie, rápidamente, volvió a aplicarle dos puñetazos, uno en la cara y uno en el estómago que lo arrojaron de nuevo al suelo.
-¿Tienes suficiente?- Preguntó mirándolo desde arriba.
-Sí, sí...- Murmuró el chico poniéndose de pie y empezando a correr tras su amigo.
-¡Lárguense!- Gritó Annie- ¡Y pueden volver cuando quieran más!...- Frotó sus nudillos y lanzó un suspiro. Se aproximó al perro que continuaba refugiado detrás de los tachos de basura. Se arrodillo y chasqueó sus dedos llamando al individuo.
-Ven perrito, ven... No tienes que tener miedo ahora.- Durante un momento el perro permaneció inmóvil, pero enseguida salió de atrás del tacho y se acercó lentamente a ella. Era un perro de color café y con tristes y grandes ojos.
-¡Pobrecito! ¿te pegaron esos chicos?- Murmuró la niña dulcemente, abrazando al perro. Al hacerlo notó que tenía alrededor del cuello un trocito de cuerda que parecía mordido en un extremo y le dijo: -Juraría que tú también has huido de personas que te trataban mal... Pero en adelante nadie te pegará más porque ahora eres MI perro.-
-¡Annie! ¡Annie!... ¿Dónde demonios estás?- Gritó Kristina saliendo enojada por la puerta trasera que daba al callejón- ¿Cuánto tiempo vas a tardar en sacar un tacho de basura?-
-Mire, Srta Jhonson... Un perro perdido; lo encontré aquí en el callejón...- Dijo Annie- ¿Puedo quedarmelo?
Mirando disgustada a la niña y al perro, Kristina contestó burlona: -Por supuesto que puedes quedártelo. Le darás durante sus tres comidas diarias un jugoso filete de lomo, ¿No? Y en cuanto a un sitio para dormir puedo darle mi cama.
-¡Por favor, Srta Jhonson, por favor!- Imploró la niña- Le puedo dar la mitad de mi comida y puede dormir conmigo en mi cuartito. Así no le costará nada y tampoco los molestará, se lo prometo.
-¡Lo que necesitábamos en el Jhonson's Food, un estúpido perro!- Dijo Kristina con voz gruñona- Pero ya sé lo que voy a hacer. Voy adentro y llamaré a los hombres de la perrera, que vendrán y se llevarán a este perro sarnoso. Y se encargarán de él... ¡Y en qué forma!
-¡Por favor, Srta Jhonson, no haga eso, por favor!
-¿Ah, no? Espera y verás. Entretanto, entra a trabajar, hay varios clientes que están esperando.
-Sí Srta Jhonson. En un minuto estaré allí- Dijo Annie mientras Kristina entraba corriendo al restaurante. Pero Annie no pensaba abandonar al perro.
-No te preocupes perrito. No dejaré que te hagan nada- Murmuró al tiempo que se le ocurría una idea. Ella y el perro huirían juntos. Lejos. Donde ni los hombres de la perrera ni Frank Jhonson pudieran encontrarlos. En seguida, atando el resto de la cuerda que el animal tenía en el cuello en un tarro de la basura y diciéndole que regresaría de inmediato, Annie corrió por las escaleras hasta su piecita donde rápidamente se cambió el uniforme que llevaba. Después metió sus escasas pertenencias en la canasta y en menos de un minuto estuvo de vuelta en el callejón. Desató al animal y juntos emprendieron su camino.
-¡Vamos, perrito, tenemos que apurarnos! ¡Corramos!- Salieron a mas carreras del callejón y se alejaron de aquel lugar, en dirección a Manhattan. Y mientras corrían la niña se sintió feliz, porque acababa de decirle adiós para siempre a Frank, a Kristina y al "Jhonson's Food". Claro que ahora, de nuevo, tendría q vagar por la ciudad, sin hogar y sin rumbo. Pero la mañana de mayo era tibia y no estaba sola. Tenía un perro. Un perro que era de ella.
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Annie
Adventure"Eres una tonta", le dijo otra huerfana; "deja de hablar de tus padres. Ellos nunca vendrán por ti" "Tengo que ir a buscarlos" murmuró decidida. "Tengo que marcharme de aquí, huir..." Si, decidió, "Tengo que huir. ¿Cuándo? Ahora mismo". Así es la s...