Johann, el ruiseñor

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Es de madrugada, acabo de levantarme de una manera abrupta y con mi cuerpo temblando. Recién conocí a un chico llamado Johann. No sé en qué lugar; yo tenía la capacidad de estar caminando por las calles de Berlín y, al doblar en la esquina, estar navegando por los canales de Venecia cuando yo quisiera. Pero creo que esta historia tuvo lugar en Milán porque recuerdo haber visto una catedral de estilo gótico muy similar a la que existe. Habiendo hecho esta aclaración, remito a contar la historia porque no quiero olvidármela. Una vez escrita, me retiraré a mi cama por lo que queda de la noche.Nunca tuve la posibilidad de establecer diálogo con el chico, pero yo estaba ahí viéndolo siempre. 


Tenía 12 años, le gustaba tocar el piano y actuar. Subirse al escenario era algo que amaba con todo su ser. También, los días de lluvia él no usaba paraguas porque no le tenía miedo, sino todo lo contrario: prefería ir bailando debajo de ella para sentirse vivo. Además, estaba enamorado de una chica de su misma edad llamada Éponine. Ella tenía unos ojos azules como el océano donde uno podía perderse sin tener ganas de volver a encontrarse y una sonrisa que era el universo. Johann le hablaba muy de vez en cuando debido a su timidez, pero cada vez que lo hacía, ella sonreía y se quedaba charlando con él por un largo rato.

En su grupo de actuación, Johann era muy querido. Iban a estrenar una obra en unas semanas y él iba a tener el rol principal. La obra era una adaptación de "El ruiseñor y la rosa" de Oscar Wilde, él iba a ser el ruiseñor. Cada día que pasaba, él estaba más feliz; era su primer protagónico. Así que invitó a sus compañeros de colegio, especialmente a Éponine. Pero ella le dijo que la única forma de que asistiera a la obra era si Johann le entregaba un collar de perlas porque, de no ser así, ella asistiría a un show que iba a dar un chico del otro curso. Él no supo cómo tomárselo, atinó a inflar el pecho y decirle que se lo iba a conseguir antes de que llegara el día.


Johann comenzó a caminar yendo y viniendo por la misma cuadra, pensando en voz alta cómo conseguir ese collar. Hasta que un señor de cara algo arrugada, pelo gris y una barba bastante poblada lo frenó y le preguntó si necesitaba un collar de perlas. El niño lo miró raro y segundos más tarde le respondió que sí, porque si no la chica que le gustaba no asistiría a su obra. El anciano le dijo: "Debes prometerme que, si yo te lo doy, la chica irá a tu obra y que no se negará. Es el collar de perlas más brillante de este mundo, pero también es el más especial y raro. Necesitas jurármelo con algo muy importante para vos". Y el nene, creyendo que nada le podría pasar, juró con su vida y en sus manos obtuvo un collar de perlas tan brillantes como el sol y redondas como la Tierra.


Al día siguiente, Johann buscó a la chica en el aula para darle el collar. Pero la vio con aros nuevos, de una piedra tan preciosa que no hay palabras para describirla. Eran todos los colores existentes en este mundo formado parte de un juego de aros más chicos que la palma de la mano de Johann. Cuando él intentó darle las perlas, Éponine lo rechazo sin miedo a lastimarlo emocionalmente. Le dijo que el chico del otro curso le había dado esos aros y que le parecían más bellos que un simple collar de perlas y que no iría al estreno. Llorando, el chico dejó caer el collar y no volvió a hablarle nunca más.Ya en el estreno se encontraba un teatro lleno de gente, incluyendo al señor que le había dado el collar al chico, vitoreando cada vez que el ruiseñor salía de escena. Johann estaba entregando su vida ahí arriba y el público lo reconocía, pero siempre estuvo más pálido que de costumbre con los ojos inyectados mínimamente de un color rojo algo oscuro.


A diferencia del texto original, en esta obra el ruiseñor tenía que apretarse contra una espada de plástico que Johann se colocaría debajo de su brazo, simulando su muerte y de esa manera que la rosa tome el color de su sangre falsa.


Lo último que recuerdo, antes de levantarme temblando, es a él direccionando la espada hacia su abdomen.

Pequeños relatos y desafíos a la realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora