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Un verano me fui de vacaciones al Caribe con mi hermano, mi mamá (mis papás están separados) y mis dos abuelos. Una noche estábamos en el bar del hotel, era un hotel lujoso, y yo estaba caminando con mi hermano por el lugar cuando de repente sentí un dolor en el vientre.
Pensando que podía ser un gas (Andrés todavía no me llegaba, tenía doce años), le dije a mi hermano que quería ir al baño. Él me acompañó y todo bien. Una vez en el baño, bajé mi calzón y me encontré con una mancha roja (pequeña), pero por la impresión... grité. Despacito, salí del baño y le dije a mi hermano que me iría a la habitación a buscar algo.
La habitación estaba algo lejos, así que tardaría en llegar. Cuando iba de camino me topé con un chico un año mayor que yo, el cual en las vacaciones había comenzado a gustarme; algo así como un romance de verano. Él era muy tierno y amable conmigo, además también era de Argentina.
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—¡(Mi nombre)! ¿Qué haces, linda? —dijo.
Me sonrojé, se acercó y me besó. Pero justo en ese momento mi vientre empezó a crujir como la santa mierda. Y yo ahí como de "¡Ja! Deja de meterme la lengua hasta la garganta que me duele la panza como los mil demonios"
Corté el beso y le dije que después volvería. Me moría de dolor, de modo que corrí hacia la habitación como si mi vida dependiera de ello. Ya en mi destino, mi mamá todavía se estaba arreglando para bajar; le dije que me había llegado Andrés... y empezó a gritar de felicidad.
Y yo ahí como que: P*** madre, me duele como la mierda y vos gritás de felicidad. Me enseñó a poner una toalla y cuando le pasé el calzón manchado, lo tomó y lo alzó como a Simba mientras gritaba: ¡El trofeo, el trofeo!
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Fue uno de los momentos más vergonzosos de mi vida.