La noche había caído finalmente sobre el bosque, cubriéndolo de una oscuridad absoluta, que no hacía más que abrumar a la pequeña niña que se encontraba recostada contra la corteza de un árbol, abrazando sus rodillas contra su pecho mientras dejaba salir cortos sollozos a su vez que empezaba a temblar por el frío que le acompañaba, pues su lindo, aunque ahora descuidado y sucio vestido, no le cubría lo suficiente.
Entonces, por una fracción de segundo, se permitió levantar la mirada por sobre sus piernas, quedando asombrada y maravillada con lo que sus hermosos ojos esmeralda reflejaban.
El cielo de color azul oscuro empezaba a ser alumbrado por diminutos puntos de luz que formaban diversas formas a la vista de la niña. Eran estrellas, que empezaban a iluminar un poco más el lugar, aunque no lo suficiente para que la pequeña pudiera ver a su alrededor.
Estaba tan fascinadas e igualmente asustada. No recordaba cómo es que había llegado hasta ese lugar.
Pero antes de que volviera a sumirse en sus tormentosos pensamientos, una luz aún más potente empezó a bañar el bosque dándole un aspecto más mágico de lo que recordaba. Al levantar su mirada dispuesta a descubrir de dónde provenía esa luz tan celestial se topó con una figura grande y redonda en lo alto del firmamento.
Parecía como si la Luna estuviera cubriéndola con su luz cálida haciendo que la pequeña dejara de tener miedo.
Un ligero gruñido saco a la niña del trance en el que la luna la había metido e hizo que fijara su mirada asustada hacia la sombra oscura que proyectaban los arboles. De entre las sombras aparecieron dos lobos gigantes que miraban de forma un tanto intimidante a la niña la cual estaba petrificada por el miedo. Uno de ellos, el más grande y el primero en aparecer, se acercó sigilosamente hacia ella y cuando finalmente estaba a unos pocos centímetros, la pequeña serró sus ojos esperando lo peor, pero en cambio solo sintió el cálido aliento del lobo y el rose de su nariz contra su mejilla mientras este la olfateaba levemente. Volvió a abrir sus ojos un tanto confundida por la actitud de la criatura y se topó con sus ojos rojos que ya no parecían intimidantes, estos destellaban una calma y tranquilidad que logro contagiarse a su pequeño cuerpo.
¿Cómo te llamas pequeña? - pregunto una voz grabe en su cabeza. La niña abrió sus ojos sorprendida, pues sabía que esa voz provenía del lobo. Una sonrisa de alivio se formó en su rostro pues ahora comprendía porque el tamaño del animal. Era un hombre lobo como ella y su familia.
- Mackesey- contesto ella con voz calmada, aunque un tanto ronca por el llanto
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Guerrera de la Luna
WerewolfATENCIÓN: esta historia está siendo reescrita por lo que si leen la segunda parte que ya está disponible no tendrá sentido. Licántropos, esa es mi vida. Una en la que a existen personas que pueden transformarse en lobos gigantes que podrían arranca...