Siempre fui alguien curiosa.
De pequeña me la pasaba preguntando acerca de cualquier cosa que se pasaba en frente de mí. De hecho, mi mama me decía que, en el momento que dije mi primera palabra, no volví a callarme nunca.
Llego un punto en el que mi curiosidad se volvió un tanto fastidiosa para mis compañeros de manada, quienes empezaban a mostrarse fastidiosos por mis cuestionamientos.
Pero para mí, la curiosidad era mi mejor amigo. Cada vez que me enteraba de algo nuevo, una parte de mi se sentía más llena, me hacía sentir más lista. Era una niña después de todo, y como muchos otros, lo único que quería era que me tomaran por alguien mayor.
Y, cuando entre al colegio de las manadas a los 13, fue la curiosidad lo que me guío a conocer a Mackensey.
¿Por qué se sentaba sola en clase?, ¿Por qué los de su manada no parecían quererla, si nunca hacia o decía nada? ¿será que en su hogar era una mala persona? ¿Pero porque la molestaban?
Fueron esas y mil preguntas más la que me orillaron a un día, sentarme junto a ella en un descanso. Recuerdo que se me había quedado viendo, entre extrañada por la forma tan peculiar en la que le sonreía, y ligeramente temerosa por mis intenciones.
-hola! Soy Mia Vidal, de la manada de Oro. ¿puedo preguntarte algo?, ¿Por qué te sientas sola? - esa fue mi presentación
Recuerdo su silencio incómodo. Antes de, en ligeros tartamudeos, presentarse y decir que no tenía con quien sentarse.
Entonces ella se volvió un misterio que quería resolver. Siempre era callada, solo hablaba cuando respondía a mis preguntas, o bueno, a las que no le incomodaban.
Entonces las cosas en el colegio se volvieron más oscuras para Mack.
Los chicos de su manada empezaban a correr rumores desagradables de ella. Diciendo que no era de fiar y que no pertenecía realmente a su manada.
Pero, para ese punto, yo ya no solo era impulsada por la curiosidad que me producía su actitud tímida. Si no por lo agradable que era su compañía. A pesar de ser silenciosa y de no dar mucho su opinión, siempre me escuchaba, incluso en las cosas más estúpidas, siempre me prestaba atención y no me veía como un incordio. Ella ya era mi amiga y me molestaba de sobremanera lo que esos chicos decían de ella.
Fue entonces que un día presencié por primera vez como una chica de plata le propinaba una cachetada a Mack, haciéndome rabiar e impulsándome a intervenir. Se creo una gran discusión, estuve a punto de lanzarme a golpes sobre la maldita, pero un chico de mi manada me detuvo.
De esa forma conocimos a Dominick.
El pasaba por ese pasillo por casualidades del destino y, al ver lo que estaba a punto de pasar, intervino y logro apartarnos de la confrontación.
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Guerrera de la Luna
WerewolfATENCIÓN: esta historia está siendo reescrita por lo que si leen la segunda parte que ya está disponible no tendrá sentido. Licántropos, esa es mi vida. Una en la que a existen personas que pueden transformarse en lobos gigantes que podrían arranca...