ATENCIÓN: esta historia está siendo reescrita por lo que si leen la segunda parte que ya está disponible no tendrá sentido.
Licántropos, esa es mi vida.
Una en la que a existen personas que pueden transformarse en lobos gigantes que podrían arranca...
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Que sensación más agradable
El pasto acariciaba dulcemente mi piel, el viento traía consigo el dulce aroma del bosque, el sonido de agua cayendo me desconcertó un poco, pero su melodía adormecía suavemente mis sentidos.
Creo que.... jamás me había sentido tan en paz en mi vida
Lentamente abrí mis ojos, tapándome con el manto estrellado de la noche
¿Noche? - pensé sobresaltada
Me levante de un brinco, preguntándome en mis adentros que carajos hacía en el bosque tan entrada la noche y como carajos había llegado hasta ese lugar. Pasee mi mirada a mi alrededor
Conozco este bosque- suspire aliviada en mis adentros- estoy soñando de nuevo
Un tanto más calmada, me levante de mi sitio, admirando una vez más la calidez que el lugar me brindaba.
Entonces lo vi y mi boca se abrió del asombro
Había una hermosa cascada, de agua cristalina y transparente que brillaba de forma casi ancestral.
Pero no era la hermosa cascada lo que me había embelesado. Sino quien flotaba sobre ella.
Jamás pensé ver a una mujer tan hermosa como la que estaba frente mía. Ni siquiera sabía si aquella belleza fuese posible de poseer.
Su cabellera era de un inmaculado negro con destellos plateados, como el cielo arriba mío. Su piel era tan pálida, pero a la vez tan lisa y perfecta que te hipnotizaba. Y sus ojos...
¿Que color eran?
Todos ellos, y a la vez, de ninguno.
Traía un vestido de blanco puro, con decoraciones en dorado, mientras que en su frente reposaba una hermosa tiara plateada con una luna en el centro que parecía resaltar toda su perfección divina.
Eso tenía que ser, su belleza no era mortal, su apariencia no podía ser mortal. Su presencia no lo era.
Sus rojizos labios me mostraron una amable sonrisa que sacudió mi mundo entero.
Solo aquel simple gesto debilito todo mi cuerpo y me penetro hasta el alma.
Y, sin saber que más hacer, me incline reverencialmente ante la mujer, sin sentir ningún remordimiento de parte de Rebeca por tan impropio acto sumiso de una Alpha
- hola pequeña- ¡Por mis ancestros! ¿acaso esta melodía podía existir?
Su presencia irradiaba tanto poder y a la misma vez, tanta paz que aturdía a mi mente por completo
¿Debía hablar?, ¿decir algo? - me preguntaba en mis adentros, sin siquiera ser capaz de volver a ver su figura
Tragué saliva y reuní todas mis fuerzas para finalmente decir algo
