El aroma que nos representa

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El plan era suicida sin dudas

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El plan era suicida sin dudas. Pero era un plan, a fin de cuentas.

Con el poco dinero que nos quedaba compramos un kit de primeros auxilios que encontramos en una tienda que se especializaba en caza, (¿pueblo chico?) el cual, además de contener lo básico para una herida leve, también contenía serillos, bengalas y un pequeño manual de cómo usar sus artículos, el cual no ocuparíamos para nada teniendo a Mia con nosotros.

-¿se irán de acampada?- había preguntado la anciana que nos atendía en la tienda

Vieja chismosa- había exclamado Sora causando que Mia tuviera que alejarse sutilmente para ocultar su carcajada

-algo así- contesto Dominick con cortesía

-siendo el caso- vimos cómo había empezado a esculcar en un estante a su espalda y, cuando estábamos listos para rechazar cualquier promoción que nos diera, ella saco un pequeño sartén desplegable- llévense esto- sentencio con una sonrisa cálida- cortesía por la primera compra

La verdad, la posibilidad de cocinar la comida era algo que teníamos casi por perdido.

En nuestro estado de lobos podíamos comer cualquier carne cruda sin sufrir algún efecto dañino para nosotros. Incluso en nuestra forma humana no tendríamos mucho más que un ligero dolor de barriga. Pero el asco de estar comiendo crudo era sin dudas algo que no podíamos evitar sentir. Aun a pesar de eso, en la escuela nos enseñaron como tratar la carne de un animal recién cazado, como quitar piel y retirar su sangre para cortar y preparar para su elaboración. No era que cazáramos todo el tiempo o que tuviéramos granjas donde trabajar esto, pero era casi como una tradición que tener estos conocimientos.

Después de comprar ese artículo, surgió una duda. ¿En que gastar el resto? Mia dijo que lo guardáramos, por si lo ocupábamos en una emergencia, mientras que Dominick tenía una opinión diferente, después de todo era poco dinero y no servía de nada traerlo como bulto.

Al final, decidí guardarlo. No porque pensara igual que Mia, más bien yo también lo veía como un estorbo innecesario. Pero una pequeña parte en mi interior me convenció de conservarlo.

¿Instinto? - cuestione con dudas

Pues me cae bien tu instinto- sentencio la oji gris con una sonrisa triunfante en sus labios

Fue de esa forma que, después de ponernos nuestra ropa recién lavada, cortesía del motel, y tirar los libros que aún quedaban en las mochilas de los chicos, nos embarcamos hacia el territorio del bosque, caminando unos pocos minutos en él, hasta dar con el inicio del territorio de la manada de Diamante.

Nos quedamos unos segundos sopesando nuestra decisión, o bueno, por lo menos yo lo hacía.

-Mack- me llamo mi amigo pelirrojo, sacándome de mis pensamientos- tenemos que apresurarnos, podríamos toparnos con una excursión de humanos, o, pero, con alguna patrulla de Diamante.

Guerrera de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora