Frío

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El suave y cálido tacto en su mano izquierda le recibió, provocándole rítmicas palpitaciones. No había abierto los ojos y ya las imágenes de lo ocurrido en su misión, brotaban sin un orden específico. La pérdida de sus compañeros, un golpe, la persecución para salvarse, el charco de espeso líquido bajo su cuerpo y la tierra levantándose frente a él como humo. Todo eso pudo haberle provocado un despertar poco apacible, pero no se impuso sobre su mente, gracias a él.

—Sehun-ah... —murmuró una voz que le ofrecía una sincera sonrisa cuando se permitió verle, preocupado mantenía sus manos contra la de él, cuidándole—. ¿Puedes oírme? ¿Te duele algo?

Esas palabras supieron a cielo por un segundo. Se alegraba tanto de oírle; quería imitar su entusiasmo, más le correspondió con una mueca parecida a una sonrisa y rozó con sus dedos derechos la parte delantera de su cabeza.

—Aquí me duele... —un balbuceo casi inentendible dejó sus labios, sintiendo una punzada molesta con solo ese roce, siendo casi al instante, su mano apartada con suavidad.

—Será mejor que no toques tus heridas —la orden de Yixing fue clara pero dulce. Sehun obedeció y se quedó quieto, contemplando en silencio su alrededor, distinguiendo que la luz de la tarde entrando por la ventana le indicaba bien donde estaba.

Su hogar, había regresado con vida a su hogar.

—El doctor viene en camino para revisarte, así que no te preocupes —Yixing comenzó, acomodando las sábanas y moviendo todo aquello que pudiese estorbar a su pronta visita—. Pero que tonto soy, ¿tienes hambre? ¿O quizá sed? Aguarda un segundo, iré a traerte agua —ya estaba alejándose apresurado, sin esperar una respuesta, cuando su mano derecha fue tomada con firmeza.

—No tengo hambre, ni sed —informó Sehun, tirando de él—. ¿Podrías solo...recostarte a mi lado?

La pregunta venía acompañada de un semblante triste, Yixing sin cuestionarse su actuar, buscó lugar en el espacio vacío de la cama. No tan lejos, pero tampoco tan cerca de las heridas, que en un movimiento podrían rozarse y doler. Hubo silencio de segundos, Sehun miraba hacia el frente sin voltear en su dirección, la culpa no dejaba su rostro.

 Hubo silencio de segundos, Sehun miraba hacia el frente sin voltear en su dirección, la culpa no dejaba su rostro

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—Lo siento... —murmuró, acariciando sus propias manos con nerviosismo—. Lo que escribí, lo que hice... —Yixing negó ligeramente la cabeza, interrumpiéndole al sentarse en la cama. Prohibiendo por completo que mirara hacia otro lado que no fuera a él, Sehun pudo percatarse del enrojecido tono en sus ojos. ¿Cuánto tiempo había estado llorando debido a sus palabras?

—Tendría derecho de permanecer molesto, mucho de hecho. Sobre todo por la parte de "me haces escoger entre tú y la guerra" —replicó, preocupando a su contrario—. Pero, luego miré la carta detenidamente, habían muchas cosas en ella, incluso no escritas, que me permitieron cuestionarme algo. Estabas asustado, ¿cierto?

Sehun enmudeció, permitiendo que Yixing tomara eso como una respuesta positiva.

—No estoy molesto, porque lo que escribías carecía de sentido. Ya sabías que no me oponía a tu decisión de unirte a la Legión, ni a tus prioridades o sueños y aun así pusiste eso, como si recitaras un dialogo ensayado. ¿Querías que me enojara contigo? ¿Para que al enterarme de tu muerte simplemente saltara de gusto? —Sehun rechazó la idea con rapidez—. ¿Entonces?

Take me Home (Hunlay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora