Paz

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El aire húmedo y fresco de la lluvia anterior, permanecía a pesar del correr de las horas. Unos cautelosos pasos evitaban a toda costa que su compañía despertara de su ligero sueño; se deslizaban con cuidado, deteniéndose de igual modo cuando tuvo en frente su hogar.

—Sehun-ah, ya llegamos... —susurró el mayor con ternura, consiguiendo que este, abriera lentamente los ojos para contemplar su alrededor entre bostezos.

— ¿Ya puedo bajar? —consultó en un tono de voz apagado que haría sonreír a cualquiera.

Yixing no respondió, asintió risueño y liberó con cuidado las piernas que sujetaba, para que fuesen apoyadas sobre el suelo. Al espabilarse por completo, Sehun no pudo ocultar la sorpresa de ver una casa tan diferente a las demás. Todas estaban casi pegadas entre si y compartían un similar diseño de color crema y madera oscura. La residencia que el mayor aclamaba como suya, era por completo de un blanco amarfilado y desteñido; con un frente repleto de vegetación colorida, posada sobre un cerco de madera despintada; diferente de las casas que presumían un elegante asfaltado con pocas flores. Lo que si compartían era la presencia de una planta alta y el tejado casi bermejo.

La piedra pulida de un sendero cubierto por césped y moho, les recibió en cuanto Yixing abrió la puerta del cerco, y Sehun pudo con eso distinguir más flores de distintas formas que se extendían por el alto pastizal.

—Ciertamente pensé que la encontraría en peor estado. Después de todo, no le encargué a nadie que la cuidase —señaló Yixing, sacando de su equipaje un conjunto de llaves, eligiendo aquella que les permitiría la entrada a la casa—. Todavía no entres, abriré algunas ventanas para que se disipe el polvo.

El más joven obedeció su pedido y aguardó fuera, dirigiendo su vista solo a la parte delantera del lugar. Pasando unos segundos así, se aburrió, así que caminó por los alrededores para explorar. Al pasar por el borde de la casa y llegar a su costado derecho, tuvo en frente un metálico enrejado de casi dos metros, cubierto por poco en su totalidad de enredaderas. La curiosidad por saber que habría tras aquellos barrotes oxidados era grande, aun más si los rayos de sol no le permitían fijar su vista en él. Sin embargo era un deseo que debería posponer, pues Yixing ya pronunciaba su nombre constantemente, invitándole a entrar.

Cuando puso un pie dentro de la casa, una extraña sensación se alojó en su pecho.

—El ventanal se atoró con la humedad, mañana sacaré las herramientas para arreglarlo —comentaba en tanto permitía que la luz entrara, haciendo a un lado las cortinas de tono albaricoque—

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—El ventanal se atoró con la humedad, mañana sacaré las herramientas para arreglarlo —comentaba en tanto permitía que la luz entrara, haciendo a un lado las cortinas de tono albaricoque—. Iré a ver las condiciones de la cocina.

Yixing se excusó otros minutos en los que Sehun permanecía en la entrada; incapaz de moverse, incapaz de controlar aquello que no podía describir.

—Lo suponía, tampoco puedo abrir la de la cocina así que... ¿Sehun, pasa algo? —Consultó preocupado, y al no recibir una respuesta inmediata, comenzó a sentir pena por las condiciones que tenía su morada—. Ya sé que está demasiado maltratada, y que quizá no es lo que esperabas...

Take me Home (Hunlay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora