Hermandad

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Los días en el pequeño pueblo ubicado al Este del muro María eran rutinarios.

Campos amplios cubiertos de césped y ganado, al estar tan lejos de la ciudad se podía percibir su tranquilidad, no habían ruidos molestos y era cómodo para vivir. Sus humildes hogares y los caminos sin asfaltar, le daban un aspecto aún más rural y aislado. El sonido de los gallos cantando al alba es lo que inundaba las mañanas, pero también lo hacían unos desganados pasos que avanzaban hasta un pequeño recinto.

 El sonido de los gallos cantando al alba es lo que inundaba las mañanas, pero también lo hacían unos desganados pasos que avanzaban hasta un pequeño recinto

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Para Kim Jongin ese pueblo no era más que un fragmento de tierra sin emoción, sin acción y sin diversión. Le costaba levantarse tan temprano en las mañanas, sabiendo que tendría que comenzar el día yendo a una escuela en la que solo estudiaban, leían, obedecían y permanecían en silencio. Un lugar irritantemente tranquilo en el que nunca nada malo sucedía, más bien, nunca nada de nada sucedía. Se molestaba con solo ver como sus compañeros trotaban o daban saltos alegres hasta el salón de clases. Simplemente no podía entender el porqué de tanto entusiasmo.

—Si logran descifrar este tipo de problemas matemáticos no les resultará difícil el examen de mañana —enunciaba su maestra con una melodiosa y alegre voz—. Así que les dejaré una serie de ejercicios y trabajen duro para terminarlos, ¿sí?

— ¡Sí! —respondían los pequeños con entusiasmo, todos menos uno.

Estaba tan cansado de tanta alegría y entusiasmo por parte de todos en ese lugar. ¿Qué acaso no había alguien en ese pueblo que demostrara una emoción diferente? ¿Algo que no fuera solo comodidad o conformidad con esa clase de vida?

Al terminar las clases desganado llegó hasta su hogar en el que, su madre y dos hermanas le esperaban con un almuerzo bien servido.

— ¿Cómo te fue en la escuela? ¿Estás listo para el examen de mañana? —Preguntó su madre, recibiendo un movimiento de cabeza como respuesta en tanto sorbía el agua de un vaso—. ¿Pero por qué estás tan callado? ¿Pasó algo?

—No, ese es el problema.

—Deberías dejar de quejarte como un bebé —bufó su hermana mayor

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—Deberías dejar de quejarte como un bebé —bufó su hermana mayor.

—No digas eso, recuerda que el sigue siendo un bebe —agregó la hermana del medio sonriendo.

Take me Home (Hunlay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora