Parte VIII: Recuerdo

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Parte VIII: Recuerdo

Especial Aria's POV

-¿Quieres quedarte a comer? Ya hice comida para ti, así que ni pienses en rechazar.

Caminé hasta la cocina mientras me ajustaba el nudo del delantal detrás de mi cintura. Sabía que la mirada de Caleb estaba puesta en mí con enfado por haberla invitado a comer, pero ya estaba demasiado acostumbrada a las negativas de mi hijo. Desde que comencé a notar su fría y distante actitud supe al momento que la sacó a su padre, y después de lidiar con Jeff, Caleb no era difícil.

Sólo había pasado un día desde que llegamos aquí, a la casa de mis padres, y tenía la esperanza de que mi asesino lo supiera y viniera a por mi al momento. Que viniera a mi encuentro, que me besara y me hiciera suya. Pero sobre todo, que conociera a sus hijos.

¿Qué cara pondría él si los viera?

¿Y qué cara pondría Lloyd?

Los echaba tanto de menos; a ambos. Estos diecisiete años me han parecido una eternidad, y aunque Caleb y Nua me han mantenido a flote, estar sin mis asesinos ha sido una auténtica tortura. A Jeff, al menos, sabía que algún día lo volvería a ver. O tenía esa esperanza.

Pero Lloyd estaba muerto.

Solicité una tumba vacía en el cementerio local con su nombre, podría parecer estúpido, pero de alguna forma sentía que estaba allí, y que si iba podría tenerlo más cerca. Ese simple símbolo hizo soportable su ausencia.

Eso ahogaba mi pena.

Pero Jeffrey aún rondaba en mi cabeza constantemente. Dijo que se vengaría; que se vengaría por Lloyd y mataría a Zalgo. Sólo por eso nos dejó y se alejó, y yo confío en él. ¿Qué habrá estado haciendo todo este tiempo?

La carne en salsa que estaba preparando ya estaba lista. Nunca fui buena en la cocina, pero al irme del país y vivir sola sabiendo que pronto tendría que cuidar también de mi hijo hizo que aprendiera por la fuerza. Apagué el fuego y comencé a sacar los platos para ponerlos en la mesa. Me había distraído tanto con mis propios pensamientos que el tiempo se había pasado volando.

-Creo que debería ir llamando a Caleb -susurré para mí misma.

Por el rabillo del ojo noté un movimiento por la puerta exterior que conectaba con la cocina donde estaba. Recordé, con dolor, que por esa misma puerta trasera entré el día que encontré a mis padres. Ya no pensaba en ellos; ya no me importaban tanto, pero sólo al tener en mente todo el sufrimiento que sentí en ese instante se me hace amargo. Moví mi cabeza en negación para olvidarme de ello y me quedé estática mirando hacia la puerta, esperando algo.

Aún después de todo este tiempo recordaba mi efímero entrenamiento. No bajaría la guardia.

Y tal y como había predicho, ésta se abrió en un azote. Sujeté con fuerza el plato que estaba en mis manos, esperando lo peor, hasta que él apareció por la puerta, arrastrando su cuerpo por la pequeña rendija.

Slenderman dirigió su cabeza sin rostro hacía mi y juntó sus manos frente a su abdomen, como solía hacer. Mi corazón se tranquilizó al verlo, sabiendo que no era un peligro, y un sentimiento de añoranza me inundó.

-Hola Aria, ha pasado un tiempo -pronunció. Su voz, gutural y espectral me hizo recordar todos los momentos que viví hacía tanto, y sonreí hacia él-. Veo que los años te han tratado bien; sigues siendo una humana hermosa.

-Slender, pensé que no volvería a verte.

-Ni yo a ti, sinceramente -sus largos brazos se cruzaron sobre su pecho y se acercó a mi lentamente-. Aunque has tenido tiempo a madurar y olvidar el pasado, veo que la semilla de discordia que plantaron esos dos asesinos en tu alma aún sigue intacta, ¿tienes ganas de matar, Aria? ¿Ha sido difícil contenerte?

El despertar de Caleb |PAUSADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora