Parte XIII: Mi ser

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Parte XIII: Mi ser

Caleb's POV

-Qué caprichoso es el destino, ¿verdad? Juntaros justamente a vosotros dos entre tanta gente en el mundo.

Kiera chilló totalmente extasiada mientras daba saltos alrededor del largirucho ser. La había traído conmigo hasta nuestra guarida, esperando que sea del agrado de mi maestro y que no se desmayara por la impresión.

Parece que se lo tomó bastante bien.

-¡Eres el "ermitaño de los bosques"! ¡Eres tú de verdad! -jadeó, totalmente feliz mientras lo observaba en detalle-. Oh Dios, eres una maravilla. ¿Qué eres en realidad? ¡De verdad te tengo frente a mí!

Slenderman, molesto por su entusiasmo, le puso su alargada mano sobre su cabeza y la apartó como a un niño pequeño y chillón. Reí ante el acto y la cara de enfado de Kiera, quien volvió a engancharse a mi brazo al momento.

-¿Entonces? -pregunté.

-Sí, puede estar con nosotros -respondió, alejándose a paso lento pero con grandes zancadas. Casi parecía como ver caminar a un gigante-. Siempre es bienvenido un igual.

Kiera rió con diversión y seguimos a Slenderman de cerca mientras se introduce en el espeso y frondoso bosque, sin duda, con intención de continuar el entrenamiento.

Por alguna razón, sabía que a partir de ahora sería más divertido con el conejito a mi lado.

-Oh, Caleb -susurró-, ¿cuándo podré volver a sentir lo mismo de antes?

Sabía que se refería a la sensación que te embarga cuando matabas; cuando arrancabas una vida y desfogabas todo tu odio en provocar dolor.

Pero no era tan fácil. No era fácil el hecho de matar en el barrio donde vivíamos, y más aún después de haber cometido ya un asesinato.

-Paciencia, Kiera.

-No hace falta que la tenga. Esta noche iremos a la ciudad -alcé mi rostro para encontrarme con el de Slenderman demasiado cerca-. Hace demasiado que no cazo, y lo necesito para mantenerme estable, al igual que tu chica.

Ella comenzó a reir y a saltar de alegría ante la noticia. De verdad que había transformado a Kiera; ahora era como ver a una loca desquiciada rescatada de un manicomio. Pero era mi Kiera; mi hermoso conejito, y ese desequilibrio mental que había conseguido sólo la hacía más perfecta.

Reí ante mis pensamientos mientras observaba cómo empezaban ellos dos a entrenar; viendo cómo mi maestro interceptaba los puños de ella. ¿Desde cuando aceptaba tan libremente todo este asunto? Hacía unas semanas, cuando mamá nos confesó la verdad, yo odié con todas mis fuerzas ese hecho. Odié que mi padre fuera un sádico asesino.

Mejor dicho, que mis dos padres lo fueran.

Y, ¿ahora? Ahora estoy aquí, feliz ante la idea de ver sangre y con una asesina a mi lado. ¿Qué estaba mal en mi cabeza?

"Siempre ha sido así, de esta forma", pensé. Mi conciencia me hablaba con sensatez y me limité a escucharla para autoconvencerme, "cuando te enfadabas sacabas este deseo oculto en tí; ahora lo estás dejando libre. Tú siempre has sido un asesino aunque no fueras consciente de ello."

Y mierda, tenía razón.

Observé a la pequeña rubia subirse como un gato a la espalda de Slenderman carcajeando, mientras él sacaba uno de sus tentáculos para bajarla de un tirón.

Bien, esta noche, no me detendría de nuevo.

***

Las calles estaban más desérticas de lo que esperaba en la ciudad. Era entrada la medianoche, pero aún así me esperaba mas movimiento. Parecía que todo el mundo se encerró en su casa antes de que anocheciera y oí bufar a Kiera a mi lado.

El despertar de Caleb |PAUSADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora