Sentía como el frío se colaba dentro de mi abrigo, bufanda e incluso por dentro de aquellos gruesos calcetines que me tegió mi abuela hace algunos años.
Era más que cierto que iba abrigado, pero no por más que por un fino abrigo sobre una camiseta de mangas cortas; no recordaba haber escuchado algo sobre ninguna tormenta que estaba llegando a la ciudad antes de salir de casa, y siendo sincero, sentía como perdía movilidad en las falanges de las manos a causa de no llevar guantes.
Dios, ¿por qué decidió ir hoy a pie teniendo un magnífico coche frente a la puerta de su casa? Vale que el coche debería tener una edad similar a la de él, pero aunque no contase con calefactor le protegía del frío y seco aire que en ese mismo momento hacia que sus labios se estuviesen secando y creando pequeñas heridas en ellos.
En su mente sólo se escuchaba la dulce voz de su madre diciendo que intentase pensar en otra cosa que no fuese en como sentía crujir sus huesos a cada movimiento o como dolían a causa del constante tiriteo.
Entonces comenzó a andar al ritmo de la canción aburrida de ambiente que se escuchaba en el ascensor de la oficina de su padre, de dónde acababa de salir de una de sus visitas diarias. La verdad es que el ritmo era lento y aburrido y no lograba despejarle la mente, por lo tanto recordó una de las canciones que de pequeño no podía parar de cantar, como odiaba ahora aquellos 'hits del verano', mierda, verano, con el sol golpeándote la piel mientras que tu mantenías la esperanza de broncearte un poco solo, consiguiendo que el color que tomases fuese algo parecido a un rojo intenso, Dios como echaba de menos poder quejarse del calor mientras estaba en una piscina arrinconado en la pequeña sombra que una gran sombrilla vertía sobre sus aguas, con una fría cerveza en la mano.
-"¡Oh, por Dios! Piensa en otra cosa que no sea el frío o el caluroso verano, Evan, inteligente."- se susurró a si mismo antes de llevarse ambas manos a la boca exhalando vaho caliente.
Intentó seguir susurrándole palabras de ánimo hasta llegar a su casa, seis cuadras más allá, cuando un pequeño grito femenino llamó su atención, giró su cuerpo sin mover sus pies y vio una chica de ojos claros, o eso creyó ver él, ya que la chica sólo dejaba ver expuesto sus ojos ya que iba enterrada en un gran abrigo, una bufanda la cual podría haber utilizado como sábana para su cama y un gorro peludo con lo que parecían orejitas de gato.
La chica parecía haber resbalado con el hielo que cubría la acera, pero una vez recuperó la estabilidad volvió a seguir su camino a grandes y raras zancadas, todo era un poco raro, o por lo menos lo era su forma de andar, es más había estado un poco asustado hasta que una carcajada le nació en el fondo de su garganta la cual tuvo que ahogar cuando se dio cuenta de que no era que la chica anduviese raro sino que ella andaba pisando las huellas que él había dejado anteriormente.
Evan no sabía si estar quieto hasta que la chica viese que, aunque pareciese jodidamente adorable, estaba haciendo el ridículo, entonces se imaginó a sí mismo persiguiendo a la pequeña chica ocultando sus delicadas huellas bajo sus botas notablemente más grandes y entonces pensó la vergüenza, y sobre todo la pena, que sentiría si las huellas se acabasen y que no conforme con eso que chocase con la dueña de las huellas originales, así que decidió seguir andando casi con normalidad, aunque aumentó el ritmo y el tamaño que había entre sus huellas a su antojo, haciendo que sus últimas huellas fuesen separadas por grandes zancadas provocadas por sus largas piernas.
Cuando hubo avanzado un gran trecho se giró y ahí la vio, con el ceño fruncido mirando las huellas antes de pasar a la siguiente de un salto con ambas piernas juntas, había comenzado a pasar de una huella a otra a saltos.
Evan vio como la bufanda poco a poco se de desenroscaba de su cuello dejando alguno de sus mechones color caoba al aire y sus sonrosadas mejillas al descubierto.
Ella lucía pequeña y delicada con esa media bufanda colgando por su espalda de color cereza y ese gorro gris peludo con pequeños picos sobresaliendo en la cima de su cabeza en forma de orejas.
Cuando vio que estaba acercándose siguió caminando, está vez volviendo a su paso normal, haciendo un pequeño círculo antes de seguir recto, entonces comenzó a caminar de espaldas para no perderse detalle de la chica, la cual siguió cada huella completando el circuito y parándose una vez llegó donde sus pasos se unían con los anteriores y comenzaban a trazar una línea recta, la chica se encogió de hombros confundida pero no aminoró sus pasos, ni si quiera cuando advirtió la singularidad de las siguientes, ignorando la sombra que comenzaba a ocultarlas de la luz del sol, o por lo menos hasta que las mismas se acabaron y algo le impidió continuar.
Evan por otra parte no dejó escapar ni un mísero detalle de aquella chica ni de las huellas que se habían superpuesto sobres aquellas que antes le permanecieron.
La chica comenzaba a sentir como la sangre le terminaba de abandonar los pies, sintiéndolos condenadamente fríos, y sintiendo como se acumulaban en sus mejillas.
-Lo siento, yo solo...- la chica de cabellos caoba y ojos claros no se atrevía a alzar la mirada, ¡a saber a quien se encontraba! ¡Podría ser un hombre serio el cual comenzase a insultarla sin ton ni son por haberle estado persiguiendo! -Yo... yo solo quería olvidar el frío.- habló demasiado rápido intentando pasar aquel mal trago lo más rápido posible. Estaba aterrorizada, se encogió de hombros esperando que comenzasen los insultos, pero en vez de eso una risa, o más bien una carcajada, la asaltó sin previo aviso. Alzó la mirada tan rápido que casi sintió como un pequeño mareo se instalaba en su cabeza. Un chico de grandes rulos negros la observaba a la vez que se empujaba las gafas por le puente de su nariz para colocárselas.
La mirada de Evan estaba fija en ella, y aunque tenía unas inmensas ganas de estallar en carcajadas sólo tendió su mano al susurró de "Evan"
-Ía- ella alcanzó a susurrar a la vez que sujetaba la mano tendida de Evan.
-¿Ía?- Evan lucía confuso, pero tenía clara una cosa, el calor proporcionado por la mano cubierta de un suave guante de Ía se le hacía demasiado tentadora como para dejar libre la mano de la chica.
-Sí, Ía, de María.- la voz de María era tan dulce como su aspecto.
Tanto Evan como María se habían quedado mudos, no sabía de qué hablar, eran la primera vez que se veían en toda su vida y no tenían ni idea de cómo entablar una conversación con el otro. Así que Evan dio un paso hacia atrás y María confusa lo miró y dio un paso adelante ocupando las nuevas huellas.Y así comenzó todo, huellas que sin querer unieron dos caminos, superponiéndose unas a las otras, y no siempre era Ía la que seguía a su magnífico pelinegro, a veces se seguían mutuamente andando en círculos por una eternidad hasta que uno de ellos lograba levantar la mirada de las huellas que habían dejado en un pasado y del que no creían poder escapar y veían que así no conseguían nada, que andando en círculos no avanzaban y el paisaje se volvía repetitivo y cansino.
Evan y María, Ía y Evan, ellos se dedicaban a crear y seguir huellas que hasta el momento los habían unido y los habían mantenido juntos por un tiempo, pero cuando quisieron darse cuenta sus caminos se comenzaron a separar y ellos conscientes de ello seguían sin soltarse las manos, haciendo que sus huesos doliesen al estar estirados es una posición/situación imposible, ellos debían de aprender que la chica de pelo caoba no estaba destinada a convivir para siempre con el ruloso pelinegro, es verdad que aún separados seguían amándose infinitamente y que ambos se negaron a seguir avanzando, tumbados en el camino mirándose a ratos, sin rastros de rencor de por medio, pero con un dolor inmenso. A veces ambos quedaban en intentar retroceder en el camino e intentar reescribirlo, pero lo que ellos no sabían es que no se podía, no se puede volver a escribir lo escrito, no en el mundo de las huellas.
Y aunque con trabajo y tragos de dolor consiguieron continuar su camino, creando huellas, esperando que alguien se superpusieran en ellas."Me gusta ir y perderme, dejar pequeñas huellas en la arena mientras me digo que recordaré ese lugar para siempre.
Me gusta encontrar lugares precioso los cuales convierto en míos mientras me digo que algún día encontraré a alguien a quien llevar conmigo a la hora de perderme y buscar pequeños trocitos de cielo.
Pero por ahora me adentro en esta aventura sola, esperando que nuestras huellas se superpongan en la arena e iré dejando mis huellas esperando que algún día decidas seguirlas hasta el fin del mundo. Porque yo estaré ahí, esperándote, mientras sigues mis huellas.-Ía"