Parte 3.

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Jessica es una de las mejores amazonas de la región y siempre vestía de pantalón vaqueros y botas, pero cuando cambiaba sus indumentaria por algo más informal resaltaba de gran manera su figura, aunque ella nunca se percataba de eso. Su padre bastante puritano y retrógrado la miraba de manera desaprobatoria, pero decirle algo a esa fiera era como querer acortar sus días de vida.

Ella mira la pequeña lista que tenía en la mano y le pregunto despreocupada.

— Apa, ¿Quieres algo del pueblo? — Jess miraba al padre con el ceño fruncido, al ver como la intensidad con que la estaba observando — ¿Y ahora qué?

Él solo resoplo.

—Que no me gusta que estés con esos pantaloncitos, son muy cortos — dijo mirándola con disgusto.

Ella se miró y vio unos pantaloncitos de color blanco, zapatos deportivos y una camiseta algo ajustada, que enseñaba las formidable y prominentes curva en los senos de la joven.

— Pues lo siento, apa, pero hace mucho calor — agarró el bolsito tejido en hilo y se lo tercio cruzado en los hombros — ¿Quieres algo del pueblo?

El hombre se limitó a observarla y para no seguir con lo más seguro sería una pelea, en la que él perdería como siempre, solo suspiro resignado.

— Sí. Tráeme tabaco, y un limpiador de pipa — recibió el beso amoroso de su hija — si ves a Adán le preguntas sobre el proyecto ya va una semana y no nos ha dicho nada del asunto y según recuerdo Federico dijo que vendrían en un mes y la idea es que nos informe antes, para saber a lo que viene esa empresa Diko, y como nos beneficiaríamos. ¿No crees?

Ella lo miro con seriedad y analizo las palabras de su padre.

— Sí, es verdad, pero yo conozco muy bien tus oscuras y secretas intenciones — le gruño ella con una sonrisa burlona — tu solo quieres verme enredada con Adán ya que con Fede no se pudo porque lo atraparon, pero— le hacía señas con la mano — no señor, usted no me pone lazo. No, no.

Adán era mayor que su hermano Federico. Federico andaba con una novia y por los comentarios al parecer pronto habría boda porque se comentaba que la joven se había dejado embarazar para atrapar al menor de los Céspedes.

El padre de Jessica era gustoso de los dos jóvenes Céspedes. Ellos eran ejemplo de superación y tenían una madre que era de armas tomar, tenía un carácter como el de su hija. A don Javier realmente le gustaba la idea de emparentar las familias Céspedes y Alcázar. Solo había un problema. Ella.

— ¡Ya habrá quien te dome potra salvaje! — le grito malhumorado — ¡Ya verás!

Don Javier la escucha reír a carcajada, la amaba, pero sabía los problemas que ella tenía sobre su autoestima, ella nunca se consideraba bonita, ni atractiva, era la excusa que siempre se daba a sí misma, para huirle a los jóvenes pretendientes.

Y por eso ella jamás había tenido un novio, siempre los sacaba a los trancazos. Él quería verla realizada como mujer, madre, esposa, así como un día su madre fue, su hija sería una maravillosa esposa y madre, de eso no tenía ninguna duda.

Jessica iba por la carretera a eso de las cuatro de la tarde, montando su bicicleta la cual llevaba una canastilla en la parte delantera donde había colocado su bolso y un ramo de flores que le lleva a la tumba de su madre, iba cantando soñadora, cuando de pronto escucho un sonido fuerte con el cual ella no se familiarizo, era muy fuerte, un golpe seco.

Freno en seco su bicicleta y con los pies en tierra prestaba mucho más atención, no volvió a oír nada, hizo barrio con su mirada todo la zona que sus ojos lo permitían y logro ver una pequeña columna de humo negro que salía de la ladera, la cual era bastante inclinada.

Mi ángel, mi mujer  Serie Salamina Nº 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora