Parte 9.

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La reunión de los rancheros dio fruto y nuevas perspectivas para mejorar sus tierras y sobre todo la economía de muchos de Salamina que estaban mal económicamente entre ellos Jessica Alcázar.

Jessica volvió de la reunión con nueva ideas de cómo organizar sus tierras y que sembrar en ellas y sacar el mejor provecho. Todo debía estar organizado a esas alturas, pero la sensación de que Aníbal desapareciera sin decir nada, no la tenía de buen ánimo. Ella de manera inconsciente se preparó para ese momento, pero no era lo mismo. El golpe de saber que él se marchó la desbastaba con fuerza.

Don Javier la mira con dolor, sabe lo que está sintiendo su hija, unas noches antes Aníbal se le acercó y hablo seriamente con él. Aun puede recordar las palabras de Aníbal y del dolor que el hombre estaba sintiendo en ese momento.

—Don Javier, ya sé quién soy — dijo sin preámbulo — y le juro que lo último que yo quiero es hacer daño a Jessica, pero debo alejarme de ella.

—Pero joven, yo...— el hombre trato de hablar al verlo confundido y dolido.

Sin embargo, Aníbal no se le permitió.

—Lo siento mucho, Jess es mi ángel, ella me salvó de la muerte y le prometo que por siempre será mi mujer — bajo la mirada — pero ahora lo que ella y yo tenemos es simplemente imposible.

Don Javier lo miro fijo y comprendió en silencio, pero quería saberlo de su propia boca.

— ¿Eres casado? — don Javier veía la angustia de él — ¿Cierto?

—Si, don Javier y ella está embarazada — suspiro profundo — No quise hacerle daño, de verdad lo siento, si hay alguna forma de saldar mi falta, solo dígamelo.

Un nudo de dolor se formo en la garganta del viejo que aprendió amar a un desconocido. Y que también le rompería el corazón a su hija. Sentía dolor por los dos jóvenes.

—No hijo, no hay deuda que saldar, solo te pido que la hagas feliz hasta el último minuto— bajó el rostro pesaroso — que de su dolor yo me encargo.

Don Javier la vio llegar y en el rostro de la joven se notaba la incertidumbre por la desaparición de Aníbal, él ya sabía que se había marchado y no encontraba las palabras de cómo decirle la verdad que él conocía a su adorada hija. Así que la dejo subir a su habitación, solo le daría un poco de tiempo y espacio, para hablar con ella.

Ella subió pesarosa y con un nudo en la garganta, presintiendo la verdad, una verdad que ella ya sabía, una verdad que el mismo Adán le comentó con la mejor intención de prevenir ese dolor, pero ella lo negó.

Abrió la puerta y sobre la cama encontró un sobre sellado, lo tomo con manos temblorosas y lo abrió.

Mi ángel, mi mujer.

Lamento tener que irme así, pero no quería ver el dolor de tus hermosos ojos, eso no me daría la fuerza suficiente para alejarme de ti, y si me quedo, entonces lo perderé lo más importante, todo.

Siempre serás mía.

Abrazo él papel, y lloro hasta quedar dormida, el cansancio la venció como el amor que ella le entrego a él.

Ha pasado dos meses desde que Jess comenzó a trabajar en las tierras, la empresa Diko, les brindaba apoyo tanto financiero como logístico, pero a ella no la convencía esa ayuda, extremadamente generosa, pensaba que debía haber un porque, y ella quería saberlo.

—Fede, me podrías explicar ¿Por qué esta empresa nos beneficia de manera tan obvia? — le exigía a Federico, que al igual que ella no entendía el proyecto que está realizando.

Mi ángel, mi mujer  Serie Salamina Nº 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora