Parte 10.

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Jessica observaba con interés el gran edificio que tenía frente, era enorme y muy ostentoso, después de que la recepcionista la recibiera le informo que la atendería en el piso diez y tomando el ascensor llego al lugar indicado.

Jess miraba fijamente a la mujer que tenía al frente, era la mujer más hermosa que ella hubiera visto, parece de porcelana, su piel lozana sin ninguna imperfección la miraba con ojos brillantes.

Esta a su vez la miraba con cierto gozo en su rostro.

—Oh, señorita Alcázar, que alegría conocerla — se le acercó y la abrazó efusiva — No sabes cuánto me alegro de que hayas sido el ángel salvador de mi amado esposo. Soy Anastasia Dikoudis

— ¿Su esposo? — Jess que no comprendía lo que decía la mujer— lo siento creo que usted me confunde— dijo la joven nerviosa. — ¿Quién es su esposo? — Un pensamiento le asalto intempestivamente llenándola de angustia.

La mujer la miro a los ojos y vio la confusión.

—Alexandros Dikoudis — ella lo miro con curiosidad — es Aníbal, la persona que usted salvo.

Esas palabras golpearon con rudeza a la joven y fue muy notorio que la otra mujer solo sonrió al ver que la notica la había impactado.

—Aníbal se llama... se llama...— no lograba terminar y un sentimiento de dolor se arraigó en su pecho— ¿Él es su esposo?

La joven no salía del asombro. El hombre que tanto ella amaba era casado. ¿Por qué no se lo dijo? ¿Así lo olvidaría más rápido? Hizo todo lo posible por guardar las apariencia delante de aquella mujer que noto que disfrutaba decirle que era su esposa.

—Si, y quería agradecerte personalmente que lo hayas cuidado — se sentó y acaricio su enorme y abultado vientre — No sabes lo aterrada que estuve cuando me entere de su accidente, y como es costumbre en él, hacerse pasar por incógnito para poder investigar— suspiro y le brindo un café que en esos momentos le trajo una de sus asistentes — imagínate al saber que tuvo una amnesia temporal, eso para mí fue catastrófico.

La mujer se desvivía por atender a la otra y dejarle claro lo mucho que su esposo y ella se llevaban tan bien.

—¿Él le contó? — estaba abrumada por las palabras de la mujer, la veía, hermosa, glamurosa, haciéndola sentir muy inferior, sentimiento que tenía ya olvidado.

—Si, pobrecito, imagino lo mucho que tuvo que sufrir allá — la miraba con cierta beligerancia y sonriendo — como usted sabrá, nosotros tenemos cinco años de casados y este es nuestro primer hijo— acariciaba su enorme vientre con orgullo. — Y estaba muy ansioso por mi estado, que me fuera a pasar algo malo, ¡Me ama tanto!

Jessica la miro y comprende la clara intención de la mujer.

— ¿Él le dijo que sufrió allá? — la mirada de Jessica respondía a la agresividad oculta de Anastasia y no le prestaba ninguna atención a sus otras palabras.

—No. Él solo me contó que estuvo muy bien atendido en todos los sentidos por una mujer que él llama, mi ángel — las palabras entre línea daban a entender que entre las atenciones estaba la de la cama — si él me hubiera recordado jamás me hubiera sido infiel, y menos con una mujer como tú.

La joven no soporto más las palabras desdeñosas de la mujer.

— ¿Una mujer como yo? — Jessica se levantó y se dirigió a la puerta y le sonrió — lo siento, pero tengo una reunión con mi prometido — abrió la puerta — porque una mujer como yo, jamás se rebaja ante otra para dejarle claro que el hombre que tiene a su lado no la ama, y que por eso tiene que cerrar cualquier posibilidad de que una mujer como yo se lo quite y sin ningún esfuerzo — le sonrió y se marchó, pero alcanzo a escuchar cuando algo se estrellaba en la puerta.

Mi ángel, mi mujer  Serie Salamina Nº 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora