Por los pasillos del aeropuerto de Capital, camina un hombre alto y corpulento con un bolso de viaje sobre su hombro y está concentrado hablando por teléfono, pero una imagen en un periódico, que hay en un puesto de revista, lo hace detenerse y mira minuciosamente las fotografías que esta contiene y sonríe complacido.
Miraba varios periódicos con interés y toma dos y los paga a la joven que atiende el lugar y que lo mira embelesada, es un hombre muy apuesto, ojos negros, cejas prominentes y su cara bordeada por una fina y muy arreglada barba la cual forma un candado alrededor de unos hermosos y carnosos labios, provocativos para besar.
Él la mira y le sonríe.
— Gracias, amor — le dice con coquetería.
Sigue caminando y hablando por el teléfono.
— Duque, ya te dije que hicieras lo que te pedí — habla algo enfadado por la necedad de su amigo y abogado — no me importa lo que estás diciendo, es mi oportunidad de salir airoso de este asunto y lo más importante de todo sin pérdidas económicas.
— Pero Alexandros, sabes lo que eso implica, podrías quedar totalmente en la ruina, necesitamos las pruebas y que estas sean contundentes para que puedas actuar sin perdidas — suspiraba nervioso el hombre al otro lado de la línea.
Los ojos negros del hombre rodearon la sala de espera donde él debía llegar.
— Tu tranquilo, yo tengo la mejor prueba, por fin podremos derribar ese parapeto armado por los Floros — el hombre con su bolso de viaje caminaba con paso firme, sus zancadas eran largas y se apresuraba por el corredor del aeropuerto para llegar a la sala que él deseaba — mira ya estoy llegando a mi sala y mi vuelo sale en una media hora, pero aún no he buscado alojamiento, y necesito llegar de incógnito, ya sabes cómo me gusta hacer las cosas.
El hombre miraba con atención el periódico al leer una nueva noticia que lo hizo fruncir el ceño, y no escucho a su interlocutor.
— ¿Alexandros? — decía el hombre de la línea.
— Estoy aquí, por favor compra el periódico de hoy y guárdalo como evidencia — reía al oír a su amigo al otro lado de la línea discutirle que tenía el periódico de importante ese día — si es muy importante, es la mejor ayuda que podíamos tener.
— ¿Estás seguro?, Alexandros —respiraba nervioso, apreciaba a su amigo, pero lo que él planeaba podría traer grandes consecuencias y tal vez terminar él en la cárcel — ¿Cuándo regresas? Esto es mejor hablarlo personalmente.
— Dentro de un mes o tal vez más, no lo sé eso depende de los resultados que arroje la investigación, y por favor nada de comunicación conmigo, yo te llamo si es necesario — decía mientras se acomodaba en la sala de espera y leía uno de los periódicos que acaba de comprar — Y si alguien pregunta por mí no sabes absolutamente nada, buenos nos vemos a mi regreso.
Sin esperar más, Alexandros colgó su teléfono para no permitir a su abogado que lo siguiera presionando para no hacer lo que él por muchos años había planificado, y ahora tenía la oportunidad de oro para realizar su plan y salir muy beneficiado. Nada lo detendría.
Duque era un buen abogado y excelente amigo, pero en algunas ocasiones se volvía muy medroso lo cual a él le molestaba, porque a él no le importaba el peligro ni los riesgos y mucho menos en los negocios.
Leyó pacientemente el periódico y en él encontró varias noticias que lo hicieron fruncir el ceño unos con fastidio y otras de satisfacción.
"Presidente de Diko, joven y apuesto, solo a sus treinta cinco años, es uno de los más cotizados y revolucionarios en el campo de tierras" — él chasqueó la lengua.
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Mi ángel, mi mujer Serie Salamina Nº 1
RomanceAlexandros Dikoudis sufrió un aparatoso accidente automovilístico causándole amnesia total temporal, olvidando quien era, y a que había viajado a la población de Salamina. Jessica una joven ranchera trataba por todos los medios sacar a flote el ran...