Parte 4.

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Un fuerte dolor de cabeza y el olor alcohol fueron las primeras sensaciones que tuvo Alexandros al momento de despertar, poco a poco abrió los ojos, pero la luz le hacía daño. Paso la mano por su frente la cual estaba vendada y una mano era sostenida por una mujer que estaba dormida sobre la cama donde él se encontraba, pero no le vio el rostro.

Suspiro y trato de recordar cómo había llegado a ese lugar, pero todo era confusión. Era como una cortina de humo no veía nada. Siguió barriendo con la mirada el lugar para ver si lograba recordar algo.

Frente a él había una gran pared blanca y un enorme biombo que dividía la habitación. Su mirada cayó sobre la mesa donde estaban unos medicamentos. Al parecer era una lugar médico.

Un suspiro lo hizo mirar hacia la cabeza que tenía cabellos negro azabache tejidos en una enorme trenza. La vio desperezarse y ella al verlo le sonrió. Era una sonrisa deslumbrante y sus ojos brillaban como luceros en noche despejada.

—Hola, ¿Cómo se siente? —murmuró con una voz muy aterciopelada y somnolienta — ¿Le duele algo?

Él quedo impactado al oír aquella voz dulce.

—Sí, me duele la cabeza — la miraba, pero no la ubicaba en ningún lugar, es mas no lograba ubicar ningún recuerdo en su cabeza, todo es nuevo, desconocido.

Él mira el lugar y luego a ella que la ve levantarse de inmediato del lugar donde estaba. Cuando ella soltó su mano él sintió un vacío enorme dentro de su pecho.

— ¿Dónde estoy? — le pregunto mientras la veía asomarse a la puerta y llamar a un médico el cual ingreso de inmediato.

—En Salamina— dijo de manera rápida.

De inmediato ingreso el galeno y sonrió al verlo despierto.

—Señor Aníbal ¿Cómo está? — El médico tomaba signos vitales y revisaba los ojos del paciente — ¿Le duele la cabeza?

Él se dejaba hacer se sentía confundido.

—Sí, me duele bastante— lo miraba con intensidad — Disculpe, doc., ¿Yo me llamo Aníbal?

La pregunta hizo que el medico mirara a Jess.

— Bueno eso dijo Jess — el médico anoto en la tablilla — ¿Qué recuerda del accidente?

Alexandros miro a la chica, pero no lograba coordinar ningún pensamiento y mucho menos lograba obtener algún recuerdo. Tal vez su nombre si era Aníbal.

—¿Accidente? ¿Cuál accidente? — La sorpresa se dibujó en el rostro de Alexandros.

Medico no perdía ninguna reacción del paciente.

—Usted venia no sé de dónde, pero se accidento estrellándose contra un árbol— le informo Jess — yo lo saque a tiempo antes de que explotara el vehículo — ella le tomo la mano cariñosamente y él la miro.

Una extraña sensación de confort, agradable llenó a Alexandros y se dejó acariciar por ella.

—Y cuando yo le estaba sacando usted dijo que se llamaba Aníbal — continuo ella con el relato — lleva dos días inconsciente.

Aquella últimas palabras lo sorprendieron.

— ¡Dos días! — razono unos segundos — ¿Nadie ha preguntado por mí? — estaba turbado. —«Sería posible que nadie se preocupara por él, dos días era mucho tiempo desaparecido» —pensó el hombre atribulado.

La joven miro aquel rostro triste y el corazón de ella se encogió con esa tristeza.

—Señor Aníbal, todas sus pertenecías se quemaron en el vehículo, por lo tanto, no tenemos datos para avisarle a su familia, a lo mejor ellos no saben que usted sufrió este infortunado accidente— dijo ella para consolarlo. La tristeza que él reflejo le movió la ternura a ella.

Mi ángel, mi mujer  Serie Salamina Nº 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora