Capítulo 311

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Tras unos minutos de sepulcral silencio en los que Dulce María aprovechó para poner en sobre aviso a sus fieles amigas, llegaron a un pequeño restaurante, ocupando una de las últimas mesas del local. Una vez más, Guillermo y Luis se sentaron juntos, ocupando uno de sus laterales, mientras que Christopher y Marian ocupaban el de enfrente, quedando Dulce María entre su mánager y aquella mujer que la estaba desquiciando con sus insistentes arrumacos al que un día fue su novio.

Tras unas cuantas pláticas en las que la pelirroja apenas participó, ya llegaban los platos que habían pedido, y que la mujer decidió devorar sin levantar la vista de la mesa, dando gracias al cielo cada vez que la pantalla de su celular se iluminaba al recibir un nuevo mensaje de alguna de sus amigas, y a los que no dudaba en responder en el mismo instante en el que eran recibidos.

- Discúlpenme, tengo que contestar. Es mi mánager...; se excusaba Marian saliendo de aquel local.

- Ay Dulce, y tú deja el maldito teléfono. Tu novio sabrá esperar...; carcajeaba Luis, haciendo sonrojar a la muchacha.

- ¡Liebre!; chillaba la muchacha dándole un manotazo en su brazo.

- Ahorita vuelvo...; decía ella dirigiéndose hacia los aseos.

Cuando Dulce María ya se había alejado lo suficiente...

- ¿Es cierto que tiene a alguien?; preguntaba Uckermann con un nudo en el estómago.

- Ay Christopher, ¿cómo crees? ¿La acabas de ver? Pues así lleva desde que ustedes rompieron...; explicaba Luis.

- Ahora sería un bueno momento para hablar con ella...; lo instigaba Guillermo.

Christopher no dijo más, dubitativo se levantó y se dirigió hacia los aseos en los que ya se encontraba su compañera.

Mientras, en aquella mesa...

- Van a volver a las andadas...; auguraba Luis.

- Lo agradecería tanto... Desde que está con esa vieja se ha transformado en un auténtico imbécil; comentaba Guillermo, henchido de coraje.

- Ella está muerta con él...; decía el hombre.

- Y él con ella, aunque no lo quiera admitir. Pero no sé qué demonios le pasa. ¡Ni se dignó a pedirle perdón a la cara! ¡Ni una mísera llamada! Además, esa tipa lo tiene comiendo de su mano, lo maneja a su santo antojo. Está irreconocible y muy insoportable. Creo que el propio Christopher se enoja consigo mismo por no saber cómo juntar el valor de luchar por ella. Y lo peor será que algún día Dulce volverá a enamorarse, y él seguirá enganchado a ella. Y ahí se dará cuenta que ya no la puede recuperar, lo pasará muy mal y vendrán los arrepentimientos...; comentaba el güero elocuentemente.

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora