Mientras dormías
yo te leí poemas, tantos poemas…
Y lloré mientras te leía
por tenerte a mi lado
y no lejos como en los versos.
Mientras dormías olí tu cuello
amé cada milímetro de tu piel
y te abracé por el pecho
sin dejar de leerte poemas,
poemas mojados por ti.
Y al despertar solo dijiste
que no recordabas nada,
que no me oíste porque dormías.
Pero yo espero, espero
guardando el olor de tu pelo,
guardando tu desnudez
en las yemas de mis dedos,
espero un día cualquiera
en que despierten todos aquellos versos
que te dejé dormidos dentro
y entonces entiendas que la poesía
que se te perdió en la vida,
amor, siempre fui yo.— Irela Perea