Te voy a matar de amor, fíjate que te prevengo, por si aún quisieras salvarte.
Pero si te pierdes, me voy a adueñar de cada centímetro de tu alma; te voy a subir al infierno; voy a quemarte de ganas.
Apuntala bien las puertas de tu rutina, cariño, que te guardo una tormenta de mil demonios y un ejército de besos alados. No va a quedarte piel sin caricia ni corazón que no tiemble.
No te fíes de mí, te estoy avisando, porque voy a robarte tus días y, sobre todo, tus noches para llenarlas de vida.— Irela Perea