"Si te hundes conmigo bajo el mar, te prometo darte el aire", me juró él. Y yo acepté amarlo.
Ahora crecen algas entre mi cabello, los líquenes cierran mis párpados, el agua me ahoga los pulmones. Me estoy convirtiendo en roca y en sal. Me quiebro como la madera de los barcos fantasma. Y lo echo tanto de menos, que me niego a salir de este océano sin amor.— Irela Perea