Te pido perdón
por no haberte dado más besos,
por no haberte dejado moraduras en el cuello,
por no haberte roto de amor hasta los huesos.
Por la santa paciencia, por haberme conformado,
por tragarme tantos días las ganas.
Y por haberme quedado con dos noches,
un puñado de fotos y un abismo de lágrimas,
en lugar de robarte la vida entera y el alma.
Te pido mil veces perdón, cariño, por haberte perdido,
y no haber salido a la calle a gritar tu nombre
hasta con el último aliento de mis entrañas.
Pero más que nada te pido perdón
por haberte dicho en aquella puerta "Adiós"...
cuando yo solo quería decir
"No te vayas".- Irela Perea