Capítulo IV

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Gerard despertó con la bella imagen de Frank observándolo. Estaba apoyado en un brazo y sonrió al verlo. Gerard se frotó los ojos y también esbozó una pequeña sonrisa.

— Hola.

— Hola.

— ¿Qué ocurre? ¿Porque me estás mirando así?

— ¿Así como? —preguntó el moreno, divertido.

— No lo sé... Así.

No sabía como explicarlo y temía haber hecho el ridículo, pero Frank solo soltó una risita.

— Porque te ves muy bien cuando duermes. Tan... Tanquilo y pacífico. Como si nada pudiera llegar a molestarte nunca.

Frank recorrió la poca distancia que los separaba y lo besó. Fue un beso pequeño y suave, el cual transmitía muchas sensaciones nuevas a su cuerpo. Gerard rió en el beso y buscó profundizarlo.

— ¿Dormiste bien?

El moreno acariciaba sus cabellos y Gerard tuvo que hacer un esfuerzo para no perderse en los numerosos tatuajes que decoraban su torso desnudo.

— Más que bien. Tu cama es... Muy cómoda.

Literalmente quería que se lo tragase la tierra. ¿Tu cama es muy cómoda? Acababa de tener sexo con él, ¿cómo se le ocurría decir eso? Afortunadamente para Gerard, Frank rió ante su declaración.

— Me alegro. Al menos ahora sé que he sido un buen anfitrión con mi invitado.

Volvió a besarlo y está vez el beso se prolongó mucho más tiempo que el anterior. Surgieron algunas caricias inocentes y otras no tanto; los experimentados y suaves labios de Frank se sentían maravillosos contra los suyos.

— Mi madre va a matarme —comentó Gerard un momento después, una vez que la sección de mimos terminó.

Observó como la luz del sol se dejaba asomar débilmente por la ventana del cuarto y pensó en los regaños que recibiría de parte materna al llegar a casa. No quería irse tan pronto, pero tampoco quería preocupar a Donna.

— Se suponía que llegaría antes de las once y estuve toda la noche fuera. Creo... que mejor debería irme —anunció, haciendo ademán de querer levantarse de la cama. Pero Frank fue más rápido y lo sujeto para luego atraerlo hacía sí, al parecer sin tener planes de dejarlo ir pronto.

— No. Quédate conmigo, bebé. Me sentiré mal si me dejas solo —murmuró este con un puchero fingido.

— Es que mi madre debe estar preocupada y...

— Al menos quédate hasta después del desayuno, ¿sí? Solo te pido que desayunes conmigo, luego podrás irte donde quieras ir, incluso hasta Japón si te apetece.

Lo miró con cara de cachorrito perdido y Gerard simplemente no pudo negarle lo que pedía, ya de por sí tenía problemas para decirle 'no' a la gente y aquel rostro no era fácil de resistir. Además, un desayuno con Frank no sonaba nada mal y su estómago apoyó la idea rugiendo por algo de comida. Quizás podría quedarse allí una o dos horas más y ya vería que haría, inventaría una excusa cualquiera para su madre. Después de todo tenía veintiún años, ya no era un niño pequeño, era lo suficientemente adulto como para tomar sus propias desiciones. Así que decidió que él también podría hacer lo que quería cuando quisiera.

— ¿Sabes qué? Está bien. Creo que puedo quedarme un rato más.

La sonrisa de Frank se hizo enorme. Plantó un fuerte beso su mejilla y luego bajo de la cama de un salto. Estaba completamente desnudo, al igual que él, lo que solo le dio otra oportunidad a Gerard de apreciar su espléndida figura.

Third Wheel ↠ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora