Capítulo III

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Había transcurrido una semana desde su cita y todo el mundo a su alrededor notó el imponente cambio en Gerard. Sonreía, salía de su cuarto, e incluso hablaba más de lo que solía hacerlo en un día entero. Pues estaba feliz. Aunque feliz no era la palabra que él usaría para describir como se sentía. Era todo un nuevo conjunto de emociones para el chico; emociones que pensó jamás volver a sentir. Y el causante de aquel exuberante estado era Frank.

Ambos habían mantenido contacto desde la cafetería. Llamadas o mensajes era el modo más común por el cual se comunicaban y algunas de las llamadas duraban hasta horas. Hasta Mikey le veía extrañado al verlo reír mientras hablaba por teléfono con él, pero no decía nada. Internamente estaba feliz por su hermano mayor, feliz de que al fin hubiera encontrado algo por lo cual sonreír.

Frank era un chico sensacional. Era atento, lindo, paciente y compresivo. Gerard era alguien con problemas de confianza, depresivo, negativo y con ansiedad social. Eran dos caras opuestas de la misma moneda, el Yin y el Yang, o como sea que se llamase a esas cosas. 

Aquel día se volverían a ver en persona. No se habían visto desde la cita en la cafetería pero habían aprendido mucho sobre el otro. Gerard aprendió que la banda favorita de Frank era Metallica, su canción favorita era Hallelujah de Jeff Buckley y había pensado en estudiar criminología luego de graduarse de la escuela pero se decidió simplemente por trabajar con su tío, quien lo había críado luego de la muerte de sus padres en un incendio.

Gerard nunca había tenido una segunda cita. Siempre solía acompañar a Mikey y Ray a las suyas porque sabía que les daba pena y se sentían obligados a llevarlos con ellos. Siempre había sido la persona de más en el cine, centro comercial, o donde fuera que salieran. Siempre había sido la tercera rueda, e incluso se volvió tan común que Ray le apodó 'Gerard Tercera Rueda.'

Pero ahora se encontraba preparándose para verse con Frank en el parque. Gerard Tercera Rueda tendría una segunda cita por primera vez en sus veintiún años de vida. Mikey había salido con Ray por lo que no podía contar con su asesoramiento en aquella ocasión. Faltaba poco para las ocho y no quería llegar tarde, así que se decidió por un simple overol de jean con una sudadera por encima y bajó las escaleras de dos en dos escalones.

— ¡Voy a salir, ma!

Avisó a su madre, quien probablemente no sabría por que cosa sorprenderse más; por oírlo decir que saldría o el hecho que había salido de su cuarto. Donna emergió de la cocina. Tenía puesto un delantal floreado y guantes de cocina, su cabello rubio se encontraba sujetado por sobre su cabeza.

— Está bien, ve con cuidado y te quiero en casa antes de las once.

Donna no creyó que alguna vez diría aquellas palabras a su hijo mayor. Se sentía extraño decirlo.

— Tengo veintiuno, mamá. No puedo prometer nada. Te veo luego —dijo, ya comenzando a salir por la puerta. Gerard jamás había sacado uso de su edad para salirse con la suya, y era raro. Pero antes de poder poner un pie fuera de la propiedad Donna le frenó en seco.

— ¿Has tomado tus píldoras?

Asintió con la cabeza— Lo hice.

Al parecer su madre creía que si no tomaba sus antidepresivos saltaría de un puente y su cuerpo aparecería flotando en el río.

— ¿No se te olvida algo?

Dijo Donna cuando Gerard se disponía salir de nuevo. Se giró y la miró. Su madre quería un beso de despedida y no lo dejaría ir hasta recibir uno. Volvió tras sus pasos y besó su mejilla. Donna sonrió.

— Vete. Antes que cambié de opinión y te mantenga conmigo, mi niño precioso.

Gerard se ruborizó y con razón. Su madre aún le trataba como si tuviera diez años, pero no pudo suprimir una sonrisa. Se despidió de ella a no más tardar. 

Third Wheel ↠ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora