Capítulo VIII

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Desde el 'incidente' ocurrido en aquel restaurante hacia ya varias semanas atrás, Gerard había comenzado a ver a Frank de una manera diferente, a pesar de no querer reconocerlo.

La perfecta imagen que solía tener de su pareja se modificó en ciertos aspectos, aspectos que había creído eran únicamente puros. Pero a medida que el tiempo transcurría e iba conociendo más y más cada fisonomía del moreno, entró en razón de que en realidad no era tan perfecto como aparentaba ser. Había mucho más de lo que permitía ver a simple vista, una parte que mantenía oculta, y Gerard no estaba seguro de sí era exactamente buena.

Sentía pasión por lo morbo y la sangre; adoraba ver las escenas sangrientas de las películas de horror, mientras que Gerard solía cubrirse el rostro con las manos para evitar ser testigo de cómo desmembraban a una persona. Él no tenía estómago para eso, con solo ver un poco de sangre sentía que vomitaría sus tripas. Incluso Frank había alardeado una vez de cómo disfrutaba de esas escenas, lo que quizás debió de haberlo alertado un poco.

Pero Gerard estaba enamorado, y si amas a una persona siempre tratas de ver todo lo bueno, nunca lo malo, independientemente de sus acciones. No entendería aquello sino hasta en un futuro quizás no tan lejano.

— F-frank, para. Me lastimas —le comunicó Gerard entre balbuceos, comenzado a sentir dolor en lugar de placer. Pero Frank continuó mordiendo su cuello como un animal salvaje, utilizando sus dientes y clavándolos en su delicada y sensible piel. Solo cuando Gerard decidió apartarlo por su cuenta, se detuvo.

Frank le miró con algo parecido a la molestia— ¿Qué sucede?

Se encontraban yaciendo en el sofá de la residencia de Frank, medio desnudos y sudorosos, a medio camino de iniciar algo no tan inocente como se esperaría hacer en una sesión nocturna de películas. Gerard se removió un poco bajo el peso del otro. Le miró y Frank lo miró a él. Ninguno de los dos llevaba su camiseta, se habían desechó de ellas hace mucho.

— Me haces doler, Frank. Trata de no morder tan fuerte —pidió. No era la primera vez que sucedía, tenía marcas de dientes en su cuello que probaban la ferocidad de su pareja durante el acto sexual. Marcas que no eran fáciles de cubrir, y le avergonzaba que todos las viesen— ¿Crees que podrías ser... Un poco más suave?

— ¿Pero en donde estaría la diversión en ello, cariño? —siseó, jugueteando alegremente con su cabello. Su aliento cálido golpeaba en su rostro. Aquella noche sus ojos parecieron adquirir un tono verdoso oscuro, casi hipnotizante.

— ¿Por favor?

Frank suspiró. Apoyó el peso de su cuerpo en un brazo— ¿Acaso temes que la gente vea tu cuello y piense "Hmm, ¿alguien se estuvo divirtiendo anoche?" No le veo el problema. Además, así todos sabrán que estás tomado. Así sabrán que me perteneces.

Recorrió el camino de su clavícula y depositó pequeñas marcas sobre la extensión de esta.

— E-ese no es el... punto —logró decir cuando Frank deslizó una mano por debajo de su pantalón. Se estremeció cuando tomó su miembro y comenzó a masturbarlo, a la par que besaba su pecho— Disfruto que lo hagas, pero... Pero no de esa manera.

— Oh, bebé. Yo marco lo que es mío de la manera que quiera —murmuró, ahora cerca de su boca.

Sus movimientos sobre su virilidad privaban al cerebro de Gerard de pensar con coherencia, y algunas gemidos escaparon de su boca cuando estos se hicieron más rápidos. Cerró los ojos y se dejó dominar por la agradable sensación que comenzaba a invadir su cuerpo, hasta que casi se sintió explotar.

Sin embargo, se desanimó un poco cuando Frank detuvo su tarea y se incorporó en el sofá.

— ¿Frankie? ¿Estás bien? —preguntó, confundido por el repentino cambio de actitud.

Third Wheel ↠ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora