Capítulo 4

3.3K 416 271
                                    

La noche empieza a hacerse presente, el sol empieza a esconderse casi por completo detrás de los enormes cerros que están a los lejos. El sonido de los grillos entre la flora empieza a hacerse audible y las luces del Palacio empiezan a ser prendidas.

El cansancio de haber caminado desde las montañas de Taebaek hasta el Palacio empezaba a hacer mella en él, sus parpados exigían cerrarse y sus piernas no cargar con todo el peso de su cuerpo.

— ¿Y de qué...?

—Ayudaré con esto —LuHan interrumpe su pregunta y SeHun lo observa con las cejas levantadas. —Sin embargo, espero que podamos evitar encontrarnos con el Emperador chino.

SeHun se sienta en una enorme roca que hay ahí y cruza sus brazos, observando con atención al mercenario.

— ¿Por qué?

—Mira, SeHun, soy chino, un mercenario chino. —LuHan humedece sus labios y se acerca a SeHun hasta que sólo una delgada ráfaga de aire los separa. —Hago cosas que el Imperio Chino tiene extractivamente prohibido, ¿Lo sabes, no? Prácticamente soy un maldito delincuente ante los ojos de los habitantes chinos.

El coreano baja la cabeza mientras muerde su labio inferior con fuerza. Piensa en ello profundamente, si llegasen enfrentarse directamente el Imperio Chino contra el Coreano, seguramente tomarían preso a LuHan por asesinar a mucha gente sin ordenes de su Emperador. Sabe que las leyes de China son aun más exigentes que las coreanas.

Posiblemente maten a LuHan si llegase a haber un encuentro directo. Así que soltando un largo suspiro, levanta la cabeza y sus miradas se conectaron. Seguían igual de cerca pero parecía que a ninguno de los dos les molestaba. LuHan sólo le mira, esperando una respuesta a su pregunta sorda.

—Está bien. De todas maneras no tengo planeado enfrentarme cara a cara con el Emperador Chino, puedes estar tranquilo respecto a eso.

Es hasta ese momento en el que LuHan se separa de SeHun y suelta un largo suspiro, se sienta al lado del coreano en la misma roca y mira hacía la redonda luna. El silencio llena el lugar, el suave movimiento del agua de las pequeñas fuentes que adornaban el jardín del palacio hacia que ambos se sintieran relajados. Por ahora todo parecía estar tranquilo, parecía como si no estuvieran en guerra.

—Al amanecer tengo que ver qué hacer con los guardias que estaban en Silla Unificada. —comenta distraídamente SeHun sin desviar sus ojos de la luna. —No sé qué sería bueno hacer con ellos.

—Son enemigos, SeHun. —responde el mercenario sin voltear a verlo. —Ellos mantuvieron a los campesinos como esclavos mientras se robaban sus cosechas, ¿Crees que merecen vivir? Incluso si te aferras a la idea de que son inocentes, lo mejor será darles sentencia de muerte, así no continuaran siguiendo órdenes que ellos no quieren realizar.

SeHun asiente con la cabeza y suelta un largo bostezo, el viento es caliente y la tranquilidad del lugar le ha dado más sueño.

—Supongo que ese será su destino. —murmura con cierta tristeza.

—No es algo que puedas evitar. —responde LuHan mientras muerde su pulgar. —Tu deberías saberlo... ser parte de un Imperio significa estar resignado a vivir una vida que no quieres, ¿me equivoco?

—No... no realmente...

—Entonces vive como tengas que vivir, resígnate a que en las guerras siempre habrá muertos, que tu puesto de Emperador traerá mucho dolor y cargas pero también beneficios. Resígnate a vivir la vida que no quieres, es más fácil así.

Un trueno del cielo rompe el silencio que se había formado entre ellos, dos pares de ojos se dirigen nuevamente al cielo y ven como las nubes grises empiezan a juntarse justo arriba de ellos. SeHun sonríe levemente y observa a LuHan quien le vuelve la mirada.

Deoksugung {HunHan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora