Capítulo 9

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Él me miraba con su mirada ardiente. Se escuchó otra bomba a lo lejos y con el comienzo de este ruido, él lanzo una de sus bolas de fuego. La esquive perfectamente y seguidamente le lance uno de los chorros más potentes de agua. Lo intento detener con su fuego, pero a la misma vez que mi agua se evaporaba, su fuego se iba apagando. Así pues le mire y congelé su fuego y mi agua a la vez. Su mano se quedó atrapado en mi congelación. Entonces salté por encima de esa abominación de fuerzas y cristalice el puño de mi mano para poder darle. Le di en todo el lleno y eso lo llevo a chocarse contra un edificio. Él, contrariado, fue corriendo hacia mí.

-        Estúpido, ¡crees que con un poco de agua puedes detener mi llamarada! – gritó él.

Y entonces levanto un muro de fuego alrededor nuestro. El fuego iba acercándose hacia mí. Pero entonces lo apagué todo y preparé una gran muralla de agua que iría directamente hacia él. Logró saltar impulsándose con su fuego en los pies y entonces lanzó una gran llamarada hacia mí. Lo detuve perfectamente con mi escudo. Y seguidamente comencé a intentar atraparlo con grandes columnas de hielo. Él iba esquivándolas hasta el punto que alrededor suyo mi hielo se derretía. Podía notar perfectamente un calor abrasador alrededor de ese chico. Y se iba acercándose más. Tuve que esquivar todos sus puños de fuego y entonces le hice una patada para que cayera al suelo.

-        ¡El fuego debe extinguirse de una voz por todas! – dije yo levantando mi mano.

Entonces se convirtió en fuego y apareció detrás de mí dándome una patada. Seguidamente, me levanté tan enseguida como pude. Pero cuando lo hice, él tenía a Nattie en sus manos. No pude creerlo. Entonces intenté detenerlo como sea, le lance pinchos de hielo, congelé todo el suelo y incluso provoque una gran burbuja de agua. Pero todo era inútil. Él se fue volando con sus patas flamígeras. Empecé a correr tras él, pero vi que el Maestro me detuvo tras matar a uno de esos Yihadistas.

-        Debemos tomar posiciones, ayúdame con estos de aquí – dijo él.

-        ¡¡Maestro!! – grité yo – Es Nattie, ¡la han raptado!

Entonces este se sorprendió. Avisto a Hikari y le lanzó un buen rayo de luz lo que hizo que este se detuviera. El Maestro me dio permiso para irla a buscar y que responsabilizara de mis actos. Le agradecí lo que hizo, y entonces fue corriendo para ver dónde había caído. Cuando llegue, había policías rodeándolos. Nattie se encontraba en el suelo y Hikari rodeado de ellos. Los congelé a todos. Y entonces Hikari se sorprendió. Lo congelé entero. Con un hielo prácticamente indestructible. Estaba harto de aquella conducta. Entonces, Hikari sacó las manos de mi hielo y se empezó a derretir. Pero no tuvo tiempo a hacer nada porque rápidamente fui corriendo y le di una patada en el estómago. Eso lo envió al otro lado de la calle. Me tomó bastante ventaja para coger a Nattie pero él volvió a la carga con sus llamas. Prácticamente me alcanzaron. Empecé a quemarme. Una sensación que nunca antes había podido notar. Entonces me caí al suelo. Esas llamas no eran rojas, eran negras. Él se mostró delante de mí, y entonces sonrió. Cogió a Nattie y se fue. No podía moverme. Intenté ir a cogerle la mano pero Nattie se encontraba inconsciente en el suelo y entonces se la llevó.

Me desperté en la cama del apartamento. Nattie no se encontraba a mi lado. Estaba lleno de toallas y de medicinas al lado mío. Aki me miró. Intenté levantarme para ir a encontrar a Nattie, pero ella me detuvo. Entonces entró el Maestro por la puerta y me miró. Cerró los ojos y suspiró. Aimi también entro por la puerta, al igual que Sorato.

-        Has tenido suerte de estar vivo, Tetsu – dijo el Maestro.

-        ¿Dónde está Nattie? – grité yo.

Nadie me contestó y entonces me puse a llorar. Di un puñetazo a la cama y todos me miraron con su más gran pésame. Aki entonces me miró y me dijo:

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