Hoy ha sido un día muy, pero muy ajetreado. Demasiado para decir verdad, he estado todo el tiempo de mi casa, al Central Park , del Central Park a la sala de chefs. No he podido tomar un descanso y me siento exactamente igual como cuando la profesora de Actividad Física me manda a darle tres vueltas a la pista: exhausta. Y ni pensar que en un rato debo ir a tomarme las fotos para la portada, eso hace que me canse más mentalmente. Al menos mi madre ha estado en contacto conmigo y es quién se ha encargado de organizar cómo serán las fotos. Al menos me adelantó el escoger las mudas de ropa.
—¿Qué hora es, José? — le pregunto a José preocupada. Debo de terminar antes de las cuatro y media de la tarde.
—Faltan cinco minutos para las cinco.
Dios, ha pasado el tiempo volando. Desde las diez de la mañana estoy acá repartiendo los platos de comida que tenía planeado. Estoy tan agotada, pero realmente estoy muy satisfecha porque pude hacer algo por alguien, por esas personas que no tienen hogar. Sé que cada cual traza su destino, pero por alguna circunstancia es que están así y no soy quién para juzgar. Lo único que puedo hacer, es ayudar en lo que puedo.
—Tenemos que irnos, recuerda que hay que prepararte.
—Lo sé — quito el gorro que llevo puesto mientras suspiro cansada. No me gustaría irme, pero debo hacerlo— Toma mi celular y envíale un mensaje a Meredith pidiéndole su dirección, plis. — acomodo un poco las cosas antes de irme y decirle a quienes me ayudan que debo retirarme.
Me doy un pequeño masaje en los pies para entrar en la bañera. Lavo mi cabello para quitar la grasa que se ha acumulado en el trascurso del día. Algo de ropa casual y para afuera. Se acabó, necesito llegar a donde debo antes de que mi madre me arranque la cabeza.
—¿Enviaste el mensaje?
—Sí, es hora de irnos.
—Toma las cosas y vámonos.
Conduzco a casa de Meredith con el GPS guiándome y con un José a mi lado que no para de subir fotos su Snapchat. Me estresa el escucharlo hablar y de reojo ver las poses divasas que hace.
—Deja de estar tomándome videos. Parezco una loca con este mono de algodón, ni llevo sostén.
—¿Para qué no te pones? — ríe y a los segundos escucho la repetición de lo que dije.
—¡¿Me has grabado?! — pregunto indignada — Eres un maldito ingrato.
Él comienza a reír muy duro haciendo que me contagie con su risa. A la verdad que no me puedo resistir a estos momentos, son los que un lleva en el corazón por siempre.
Mi GPS me indica que debo de girar a la derecha para llegar a la casa y así mismo lo hago, encontrándome con una casa bastante grande. Es color gris y en tono rustico con pedrerías del mismo tono. De inmediato y sin perder tiempo, llamo a la susodicha que habita en esa casa.
ESTÁS LEYENDO
Una nerd con doble identidad.
Teen FictionSolamente quería tirar mi birrete al aire cómo cualquier persona normal lo haría. Nunca pensé que eso conllevaba tener que soportar cosas que jamás imaginé. Todo era mágico en mis pensamientos, pero ¿realmente iba a serlo en verdad? No me pasó por...