Capítulo 12

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Me detuve encima de la enorme catedral. Al ser el edificio más alto y central de toda la ciudad era un perfecto lugar para registrar y moverme de una punta a otra en un segundo. Pude ver el reluciente pelo rubio de Lucy bajo el Sol justo en el tejado de la fábrica de juguetes. Me gustaría ir a ayudarla, pero era más importante encontrar a Laxus antes de que el tiempo se acabara. Cambié mi peso de un lado a otro. ¿Dónde se podía encontrar el nieto de Makarov? Giré sobre mi misma apreciando cada edificio de la ciudad. A las afueras una enorme nube de polvo se elevó y un puente se derrumbó. Supuse que otra persona había hecho contacto con el mago de las runas. Si ganaban entonces solo debíamos derrotar al cazador de dragones del rayo. Volví a pasar mi agotada vista por todos los lugares. Había rastreado todas las calles tanto desde ese punto como con portales, eso significaba que se encontraba en el interior de un edificio.

La brisa fresca me meció el cabello y me dejé llevar por su arrullo. Con la mayor calma posible hice una lista mental de todos los sitios en los que se podría encontrar y fui descartándolos poco a poco. Todavía me quedaba eliminar la mitad cuando un panel de runas rompió toda mi concentración, aunque al menos leer que Lucy había ganado me serenó aún más. Seguí con el tedioso proceso hasta que tras unos minutos otro cartel apareció. El mago de las runas y Mirajane se habían contenido, así que se les había eliminado a ambos del juego.

Toda la guardia personal de Laxus había perdido, ahora solo quedaba él. Sin embargo no me otorgué un momento de descanso. Alrededor de todo el cielo las lácrimas de trueno acechaban la ciudad, esperando que el contador se colocara en zero. Cientos de esferas flotaban en el cielo, haciendo girar sus aros negros. Tragué saliva, contaba con unos escasos diez minutos.


¡Claro! ¿¡Cómo no me había dado cuenta!? Para alguien que quería obtener el poder de ser maestro y creaba ese reto, sólo había un lugar lo suficientemente majestuoso y grande para él. Con la mano temblorosa prendí la mecha y la señal luminosa estalló sobre la catedral. Si entraba dentro, iba a acabar chamuscada y con los pelos en punta siempre y cuando me diera tiempo a escapar, sino no quería ni imaginar lo que me sucedería.

Vi entrar a Mystogan, cubierto hasta las cejas. Desde mi privilegiada posición escuché los golpes y el gruñido de los truenos. La magia salía en furiosos raudales aplastando lo que había a su alrededor, hasta yo, tras gruesas capas de piedra notaba opresión dentro de mí, como si sus magias me estuvieran aplastando hasta que me quedara sin oxígeno.

Pasado un tiempo el pelo rojo y rosa de Natsu y Erza entraron por el enorme portón. Seguí cruzada de brazos e impaciente, cada vez se acercaba más el límite, pero todavía no había derrotado a Laxus.


Miré aquellas esferas que flotaban apacibles en el cielo, destrozarían todo si se lo permitíamos. Quería ayudar, pero si me metía en medio de la pelea sería un estorbo. Por otra parte si trataba de destruir las esferas, sin contar con el daño que iba a recibir yo por cada una de ellas, no podía alcanzarlas, estaban a demasiada altura. Además había cientos de ellas, aunque destruyera una o dos antes de caer inconsciente, no marcaría una diferencia.


Estaba sobre el edificio más alto de toda Magnolia y miré al suelo. Si entraba a un portal con velocidad también salía igual de rápido. Coloqué un portal verde en un tejado elevado y el rojo en el pavimento de la calle, así si calculaba mal el salto el aura camuflaría la sangre. Cogí aire y me tiré. La sensación de vació me golpeó en el estómago. Mi pelo se agitaba con ferocidad. Me sentí como una pelota de baloncesto atravesando el aro limpiamente. Ahora atravesaba veloz el aire hacia arriba, directa a una esfera y me arrepentí, aunque no había manera de cambiar el rumbo. Aquella trampa no era lo suficientemente lisa como para colocar un portal. Coloqué mi puño por delante y se hizo añicos. No noté nada. Seguí ascendiendo mientas que perdía velocidad, cuando una sacudida me recorrió el cuerpo. Toda mi mente se nubló y todo lo que me rodeaba era dolor. Cada célula de mi cuerpo había sentido ese aguijonazo.

Cuando empecé a caer recobré el control sobre mi cerebro. Recoloqué los portales y volví a sumergirme en uno. Limpié la siguiente lácrima y la convulsión volvió a azotarme. Me obligué a segur consciente y con mi labor. Desde ahí arriba pude ver a Erza creando docenas de espadas que flotaban en el aire, acechando. Una voz agradable se apoderó de mis oídos.

―¡Magos de Fairy Tail, tenemos que destruirlas!

Incontables voces resonaron dentro de mí, dando gritos de ánimo y de guerra. Volví a placar otro cristal. Entonces como un maremoto, muchísimas magias distintas se unificaron y se alzaron al cielo, barriendo todas las lácrimas que rodeaban la ciudad. Una lluvia de cristales relució bajo los rayos de sol, cayendo junto con mi cuerpo.

―¡Lo hemos conseguido! ―grité antes de chillar de dolor por una nueva descarga.


Cuando volví a enfocar la vista estaba mirando al techo de madera de Fairy Tail. Me incorporé, pero no había nadie. Unas punzadas dolorosas me recorrieron. ¿Cómo es que no había acabado estampada contra el suelo? ¿Dónde estaban los demás? Me coloqué los zapatos mientras que daba vueltas al asunto. ¡Hoy era el día de la cosecha!

Corrí como pude hasta la calle principal, donde mis compañeros encima de carrozas montaban unos increíbles espectáculos. Pude ver a Natsu que parecía una momia jugando con fuego. Traté de abrirme camino y unirme a ellos para colaborar con alguna exhibición, pero los espectadores creaban una barrera infranqueable.


Suspiré y me quedé atrás. Fue entonces que me encontré con Laxus apoyado en una pared y mirando todo en silencio. Aunque quise odiarle no pude, porque había planeado todo eso por el simple bien del gremio. El maestro con un disfraz ridículo bailaba, o se suponía que lo hacía, cuando alzó esa mano arrugada al cielo, con el dorso mirando hacia afuera y el índice y el pulgar extendidos. Miré mi marca de Fairy Tail con una sonrisa de oreja a oreja.

Desde que había estado mirando el anime en frente de la pantalla había deseado estar ahí con ellos, formar parte de ellos, ayudarles... Apreté la angulosa hada de mi piel y alcé esa misma mano con el gesto. De reojo aprecié un portal, pero no era ni verde ni rojo, sino azul. Me mordí el labio con la mano todavía lazada mientras que las lágrimas inundaban los ojos de Laxus.

Él, como yo, estaba orgulloso del gremio, se podría decir que era parte de mi familia. Aunque yo también tenía familia y amigos en el planeta tierra, no sería justo que les abandonara. Sonreí por última vez a mi gremio y con un nudo en la garganta me adentré en esa aureola azul.


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Nota: Ya he acabado con esta larga sección de Fairy Tail, pensé que me quedaría escribiendo eternamente en el mundo de Fiore. Ahora que ha atravesado ese portal, sólo nos quedan tres animes más por recorrer. ¿Cuáles creéis que van a ser?


El siguiente capítulo saldrá el 31 de este mes, porque temo a los asuntos de última hora que me están surgiendo últimamente, esta será la fecha límite, así que intentaré subirlo antes. Un abrazo y a seguir navegando entre portales.




PERDIDA ENTRE PORTALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora