Capítulo 4: Sed de justicia

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Unas altas torres trataban de ocultar el cielo de mi vista mientras que una masa de gente discurría al alrededor como si fuera una piedra en la mitad del río. El flujo cesó hasta que el semáforo se puso en rojo para los peatones. Me quedé quieta como una estúpida sin saber dónde estaba. Busqué algo que lograra identificar mi actual localización hasta que di con unos caracteres dibujados en un cartel que decía "Cafetería maid". Mi cerebro tardó un rato en procesar la información. Cuando por fin logré que todos los engranajes de mi conocimiento se unieran, una risa brotó de mis labios. Llevaba toda una vida soñando con eso y atravesando una especie de portal una de mis mayores aspiraciones se había cumplido. Por un momento me arrepentí de no tener el teléfono a mano para poder sacar una foto a Japón.

Giré unos trescientos sesenta grados con la boca abierta tratando de empaparme de todo lo que me rodeaba. Me quedé congelada cuando mis ojos coincidieron con unos de color café afilados. Tardé un segundo en desviarlos y embelesada continué registrando el pelo castaño que le llegaba hasta la nuca y un traje oscuro bastante formal.

―Kira...―susurré frotándome los ojos.

Cuando aparté mis manos confirmé que efectivamente era él. Se había quedado mirándome fijamente y se acercó a mí sonriendo.

― ¿Kira? ―preguntó él entrecerrando los ojos y sacudiendo la cabeza tratando de imitar confusión― ¿El que aparece en las noticias?

Contuve el instinto de cubrirme la boca con las manos por la estupidez y solo pude asentir con la cabeza lentamente.

―Te has confundido de persona, soy Yagami, Light Yagami―. Compuso una sonrisa encantadora―. ¿Y tú, bella dama, quién eres?

―Pa...

Detuve la lengua dándome cuenta de que la emoción me había vuelto descuidada. Apreté el puño con fuerza tratando de centrarme. No podía permitirme ningún fallo, a no ser claro está que quisiera perder la vida. Ladeé la cabeza y alcé las comisuras de mis labios dejando entrever mis dientes.

―Puedes llamarme P―. Me deleité cuando vi como sus parpados descendieron aunque fuera un milímetro―. Por cierto, ¿dónde está Ryuk? Siempre he querido conocer a un shinigami.

Su cara palideció. Por primera vez su don de actuar no podía ocultar el desconcierto.

― ¿Podrías dejar que tocara una de las hojas que llevas escondida en el reloj? ―pregunté haciendo una mueca con la mano tratando de quitarle importancia.

Hubo un momento de silencio y miró a su alrededor.

―Mejor vayamos a un lugar privado―susurró dándose la vuelta.

Lo seguí por varias calles hasta que entramos en una cafetería en la que había varios espacios separados por una especie de cortina. Él apartó la tela y se hizo a un lado dejándome espacio. Agaché la cabeza en señal de agradecimiento al adentrarme a aquella salita. Me senté en la silla mirando la carta con las opciones de las bebidas. Light realizó lo mismo. Se aclaró la garganta. Le miré extrañada hasta que me di cuenta de que precisamente mi forma de sentarme no favorecía al hecho de llevar falda. Junté rápidamente las piernas y entrelacé los tobillos. Deslicé mi mirada por el uniforme escolar que portaba. Perfecto, aparte de enfrentarme a un asesino ahora tendría que hacer frente al problema de no llevar vaqueros. Chasqueé la lengua y me recosté en la silla.

―Por lo visto eres del mismo instituto que yo―elucubró él.

Asentí distraída perdiéndome distraída en sus ojos. ¿En qué parte de la historia me encontraba? ¿Qué debía hacer? ¿Debería ayudar a L o a Kira? Sopesé mis dos opciones sin saber demasiado bien cuál sería el camino correcto. En cambio si dejaba de lado la opción de involucrarme me aburriría demasiado.

― ¿Cómo es que sabes tanto de mí si no habíamos tenido contacto antes? ―preguntó dejando de lado la fachada de un estudiante inocente y afable.

―Si te cuento todo lo que sé te tendría que matar. Aunque digamos que estoy dos pasos por delante del mejor detective del mundo y que Kira―proclamé inclinándome hacia delante y entrelazando los dedos―. O mejor dicho por delante del dios del nuevo mundo.

―Si tan inteligente te crees, ¿cómo se llama L? ―preguntó alzando la barbilla.

―Por favor, es como si me estuvieras llamando idiota a la cara―mascullé asesinándolo con la mirada―. No voy a caer ante esos juegos sucios, tampoco voy a ser una chica enamoradiza que se eche a tus pies.

― ¿Y entonces cómo quieres que compruebe que eres tan sabia como proclamas?

―Si quieres que sea tu cómplice, deberás cumplir dos condiciones.

Pude ver como atraía completamente su atención y evité una sonrisa triunfante.

―Primero, me darás alojamiento en tu casa―. Sus cejas se alzaron pero se mantuvo en silencio―. Segundo, podré tocar una hoja de la Death Note para poder ver a Ryuk.

Su cabeza se desvió ligeramente hacia un costado y se tomó unos segundos antes de responder tratando de empapar su voz de seguridad.

― ¿Y si no, qué?

―Pues me uniré al bando de L―manifesté con toda la tranquilidad del mundo.

El cerco que había tendido alrededor de Light le colocó en un gran aprieto, pero con sus increíbles dotes de actor asintió como si no tuviera miedo o no me considerara una amenaza. ¿Qué cosa mala podía suceder? No conocía mi nombre, no corría peligro de que un maníaco con sed de justicia me asesinara. A su vez al estar en su casa tendría una oportunidad. Tendí la mano a Light imaginándome en posesión del oscuro cuaderno, pudiendo escribir los nombres de mis compañeros de clase que me habían hecho la vida imposible durante mi trayecto estudiantil. Reprimí una sonrisa un tanto sádica al tiempo que Light me estrechaba la mano.

Me daba completamente igual adentrarme en aquel peligroso juego, o simplemente no me había parado a considerar el riesgo, había demasiado que ganar y solo podía perder la vida. Quizás en aquel momento debería haber sido más cuidadosa en vez de actuar por sed de venganza como si fuera Sasuke.


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Si estuviera en vuestras manos, ¿en qué anime entraríais?


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