Capítulo 15

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―¡Deja de mentir! ¿Crees que somos estúpidos? ―increpó Yoruichi.

Hubiera alzado las manos para tratar de calmarla si no estuviera maniatada. Obviamente ellos no habían sido los estúpidos, había sido yo al contarles la verdad sobre el portal y que entonces no sabía nada de los enemigos. Debía haber supuesto que no me iban a creer. Suspiré y dejé caer mi cabeza.

―Cree lo que quieras ―respondí mirando al techo de madera.

Se fue de ahí a pasos agigantados, probablemente cansada del interrogatorio. Mientras que mantuviera cerca de esos dos correría menos peligro, pero no era agradable estar atada a una silla de pies y manos. Al menos sabía que de la sociedad de almas habían venido refuerzos y que Grimmjow y otro grupo más iba a atacar a cualquiera que poseyera poder espiritual. Contaba con información por mi parte.


Las manecillas del reloj siguieron desplazándose. El sueño me cerraba los párpados... Unas imponentes presencias espirituales me sorprendieron. Mi instinto me desperezó de inmediato. Los acontecimientos pasaban más rápido de lo que tenía planeado. Miré mi arco que esperaba sobre la mesa, sabía que Urahara y Yoruichi iban a partir, por lo que no me convenía quedarme inmovilizada. Me sacudí, pero los nudos eran bastante buenos.

Mis dos interrogadores se fueron de la tienda y la habitación se quedó en penumbras. Apenas la luz de la Luna que se colaba por la puerta era capaz de alumbrar mi lucha contra las cuerdas. Traté de moldear mi poder espiritual para crear algo con filo para cortar las ataduras. El de los pies lo pude liberar tras cinco minutos intentándolo, aunque el de las muñecas me resultaba imposible atinar aunque consiguiera moldearlo de forma correcta. Seguí tirando de las cuerdas únicamente dañándome la piel. Si no me equivocaba dentro de poco Ichigo y Rukia se encontrarían de frente con Grimmjow. ¡Tenía que ir a ayudarlos! O quizás lo que me empujaba a retorcerme era que quería conocer a Grimmjow... En fin, fuera lo que fuera quería salir de esa tienda.


Empecé a balancear la silla sobre las patas traseras. Si eso me iba a ayudar en algo, no sabía en qué, aunque era más bien por seguir intentando algo que quedarse quieta. La frustración me iba comiendo poco a poco. Por un momento perdí el equilibrio y cerré los ojos, esperando el impacto contra el suelo que nunca llegó. Confusa abrí los ojos y me encontré de lleno rodeada de una oscuridad completa. Podría haber atravesado un portal y estar esperando un nuevo destino.

La luz me dio de lleno en la cara y tuve que cerrar los párpados con fuerza. Cuando los abrí, las escueta silueta de Ulquiorra.

―Morirás aquí, completamente sola.

Permanecí impasible ante aquella frase, todavía esperaba un portal como el de Death note o el de Shingeki no Kyojin, sólo tenía que conservar la esperanza y alargar la conversación lo más posible para dar más tiempo a mi salvación de aparecer.

―¿Dónde es aquí? ―pregunté mirando las paredes lisas y blancas sin ningún trozo de decoración.

―En el hueco mundo ―respondió inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado―. ¿No tienes miedo?

―Depende, ¿el miedo me va a traer algún beneficio?

Su cabeza se inclinó esta vez hacia el otro lado y hasta sus pupilas afiladas se agrandaron. Los ojos me escanearon, puede que los dos al ser arrancars no tuviéramos corazones, la gran diferencia era que yo al menos si tenía brillo en los ojos, yo tenía algo por lo que vivir, algo por lo que luchar.


―¿Y tú? Lo más seguro es que también mueras solo. ¿Tienes miedo?

Decidí callarme al ver como dirigía la mano a la empuñadura de su espada. Lo más seguro es que la orden de asesinarme estuviera en el aire y él iba a ser el verdugo. El sonido del metal al deslizarse por el aire me heló la sangre. El filo relucía con la luz que entraba por la puerta.

―La soledad debe de ser dura, ¿verdad? ―dije a sabiendas su punto débil―. Aun cuando encuentras a un líder como Aizen y a unos compañeros te sigues sintiendo solo. ¡Tan rodeado de gente y tan solo a la vez!

La mano que aferraba aquella empuñadura verde bajó un poco al igual que la velocidad con la que mi corazón se estampaba contra mi pecho.

―Es por eso que los humanos te fascinan, tienen un corazón, uno que tú ya has perdido. Quizás si se acercaran a ti conseguirías recuperar un cachito de tu alma, te podrías sentir unido a alguien.


Dio dos zancadas en mi dirección sin envainar la espada. Tragué saliva aunque me obligué a continuar.

―Es por eso que hacen locuras, porque están unidos a otras personas y tiene que hacer lo que sea para ayudarlas. Tú careces de ese instinto, de esa necesidad vital, pero en el fondo quieres conseguirlo.


Anduvo hasta que se quedó detrás de mí. Podía visualizar a la perfección aquel pulido y afilado metal cortando mi cuello como mantequilla con un único movimiento.

―Pero yo te puedo ayudar ―dije cerrando los ojos.

Se acabó, no tenía más cartas sobre la mesa. Durante esos segundos de quietud muchas preguntas se me cruzaron por la cabeza. ¿Cuándo dolería ser degollada? ¿Si moría en un anime volvía con vida a la vida real o permanecía como un fiambre perdida por el mundo de Bleach? ¿Nunca había escuchado lo de que la curiosidad mató al gato?

Debería haberme quedado en Fairy Tail con la marca en mi cuerpo y rodeada de gente que me apoyaba con fiereza. En cambio, ahora estaba en Bleach donde únicamente había encontrado hostilidad. La áspera atadura que me lastimaba la muñeca me recordó que había estado atrapada entre dos bandos. Lo hecho hecho está, ahora ya no tenía vuelta atrás.


Inflé los pulmones y lo solté poco a poco, notando cada milímetro de mi cuerpo. El silbido del acero cortó mi respiración. Vaya, no había dolido nada. Menuda grata sorpresa. Quizás morir degollado no era tan malo como lo pintaban. Espera... ¿Por qué si mi cabeza debería estar rodando, seguía pensando? Me moví sobresaltada y la cuerda cayó al suelo. Asombrada moví las manos sin poder creérmelo.

―Eres un espécimen demasiado extraño como para matarte.

Me incorporé con un leve temblor.

―Gracias ―murmuré girándome y mirando aquellos preciosos ojos verdes―. Pero si me dejas marchar Aizen te considerará un traidor y también te intentarán asesinar.


¿Por qué estaba diciendo eso? ¿Era estúpida o qué? Así sólo conseguiría que me matara. Cerré mi mano en un puño. Parecía una escultura de hielo y se me creó un nudo en la garganta cuando di el primer paso para irme. No fue consciente de mis acciones. Me di la vuelta y corrí hasta abrazar a Ulquiorra. Lo estrujé contra mi cuerpo sintiendo como su frío cuerpo iba absorbiendo la calidez del mío. Él, sorprendido, dejó caer sus brazos a ambos lados de su cuerpo, pero me dio igual.

―Tú también tienes tu propio corazón, solo que ahora está descongelándose ―le susurré al oído sin despegarme de él.

Vi el portal azul aparecer en la pared y algo dentro de mí se encogió. Le abracé con todavía más fuerza.

―Ahora mi corazón estará enlazado con el tuyo. Nunca más estarás solo, aunque ahora me tenga que ir.

Me despegué de aquel ser pálido al que se le había deslizado hacia abajo un par de milímetros la comisura de los labios.

―¡Me alegro de haberte conocido! ―grité mientras que atravesaba el portal.



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Nota: Que quede claro que prefiero a Grimmjow antes que a Ulquiorra, ¿y vosotros?

El capítulo 16 estará para el siguiente sábado ^^


PERDIDA ENTRE PORTALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora