Después de cinco horas de viaje, llegamos a Madrid.
No íbamos a quedarnos en un hotel, mi padre conocía a un amigo que tenía un ático en el centro de la cuidad. Y él se iba con su novia unos días, los suficientes para dejarnos el ático la última semana que íbamos a pasar aquí. No había ascensor así que tuvimos que subir las maletas hasta el último piso. El ático era precioso, el piso era de madera y algunas de las columnas también eran de este mismo material. La pared era de color negro y el techo era marrón. Tenía un salón con dos sillones blancos y una tele enorme. Luego, la cocina, pequeña pero moderna y luego dos habitaciones, la de mis padres y mi hermano en cuyo interior había un baño y la mía y la de mi hermana donde al lado había otro baño.
Después de ordenar nuestra ropa e ir a comprar, estuve hablando la mayor parte del día con Jessica, por whatsapp y por skype.
Después salimos a cenar.
Cuando estuvimos de vuelta en casa, mis padres se acostaron a dormir al igual que mis hermanos. Yo no podía dormir.
Me levante y me senté en el sillón. Fue entonces, cuando estaba a punto de dormirme pero una llamada de skype lo interrumpe.
Abro la pantalla de mi portátil y veo el nombre de Jessica. Acepté la llamada.
-Jess, ¿sabes qué hora es?- le digo. La cámara está puesta y puedo ver como Jessica sonríe. Su cabello está revuelto y cogido en un moño alto. Lleva una camiseta azul, que deduzco que es parte de su pijama. No parece cansada.
-Sip, es la una de la mañana.
-¿Y qué coño haces llamándome a esta hora?- le preguntó riendo.
-Wow, ¿ya no puedo hablar con una amiga? Nada, solo vi que estabas conectada y te llamé. Para hablar, ya sabes...
-Vale Jess. ¿De qué quieres hablar?
-No se.
-¿Qué harás cuando llegues a Canarias?
-Supongo que seguiré en el instituto. Ya sabes, clases normales. ¿Y tú? ¿Quedarás algún día con Alejandro?
-No lo sé.
-El té quiere, no te dejará ir fácilmente.- le digo.
- Eso lo sé. Es como tú y Ale...- interrumpí a mi amiga.
-Alex me quiere, eso lo sé, al igual que él sabe que yo le quiero. Pero no sé si nos volveremos a ver. Ahora mismo, los dos estamos en Madrid. El lo sabe y todavía no me ha escrito nada.
-Te escribirá.- aseguró mi amiga. Jessica estaba recostada en lo que parecía ser un sillón , sus pies se movían de un lado al otro.
-No te ilusiones. Porque si te ilusionas, cuando nada de eso pase, te decepcionaras. Ya no espero nada de nadie, quien me extrañe que me busque, quien me quiera que lo demuestre, quien me piense, que me escriba...ya no espero nada de nadie.
-Tia, no seas así. Siempre piensas las cosas malas. Nunca las buenas.
-Es porque no soy capaz de ver las partes buenas. Dime, ¿hay algo bueno en que la persona a la que amas este lejos de ti, hay algo bueno, en el echo de dejar atrás a la persona que amas? Yo volvería a buscarlo, oh claro que volvería y si me diesen la oportunidad de volver a verle, de estar con él, no la aprovecharía.
-¿Por qué no?- preguntó con curiosidad Jessica.- Así volverías a verle.
-Exacto. El no vive donde yo vivo, el vive lejos. Si lo volviese a ver, seguramente las cosas empeorarían, volvería a desplomarme. Volvería a llorar por él y creo que lo mejor sería empezar a olvidarlo, no volee a verme más. Si...si volviese a escuchar su voz, me dolería tanto...
-Jo tía, deprimes a cualquiera.- las dos reímos.
-No. Yo no estoy deprimida. Estoy perfectamente. Lista para empezar mi nueva vida.
-Levanta la cabeza princesa, sino la corona se cae.
La frase que acaba de decir mi amiga suena en mi cabeza. Y sé que ya no se me olvidara esa frase. Nunca.
-Exacto. Siempre firme y con la cabeza alta. Sabes, siempre me he hecho esta pregunta: ¿por qué necesitas a un hombre para ser feliz?
Jessica rió y admito que su risa me animó un poco.
-No lo sé tia. Podríamos ser, tú y yo, las dos solteronas que van por la vida haciendo lo que se les venga en ganas. No hombres, no sufrimiento, no dolor. Así de sencillo.
Las dos estallamos en risas.
-Bueno, tía, ¿algún hombre por Canarias?
Ahora que me paro a pensar, está Jack. Un amigo de la infancia. Era como mi mejor amigo.
-Nop, ósea está Jack, pero él es mi mejor amigo y yo el él le gusto pero a mí no me gusta y ahora cuando vuelva a Canarias tendré que lidiar con él aunque es un gran chico pero a mí no...- cuando me ponía nerviosa, solía hablar muy rápido.
-Para el carro muñeca, ¿Jack?
-Sip.
-Okay, rectifiquemos. A Jack le gustas, pero a ti no te gusta él.
-Correcto.
-¿Y es guapo?- preguntó con una sonrisa pícara.
-Pelo negro, ojos azules, dientes perfectos...nada del otro mundo.
-¡Lo que es de otro mundo es tu amigo!
-Por favor, yo quiero a Alex.
-Ya...pero según tus pensamientos negativos Alex y tú no vais a volver y entonces tendrás que encontrar a otra persona con la que olvidar a Alex. Ya sabes, lo que no funciona pasando de página, funciona cambiando de libro.
Reí por lo bajo. Cualquier otra persona que no fuese yo, se hubiese sentido molesto y ofendido ante este comentario, pero yo no. Con el tiempo, había aprendido a reírme de mí misma, de mis pensamientos, mis acciones, ideas, y comentarios. Cosa que pocas personas sabían hacer. Si me insultaban, en vez de sentirme molesta, solo me limitaba a reír. Los insultos no me hacían daño, salvo que saliesen de la boca de alguien querido e importante para mí.
-Jack no es nadie para mí, aparte de mi mejor amigo. Puede ser el chico más lindo del planeta, pero yo siempre amaré a Alex.
-Eres todo un mar de emociones. Bueno, tú tranquila. Disfruta de la vida, que pasa muy rápido. Haz lo que el corazón te diga, sé que una relaciona a distancia puede ser dura.
-Prefiero tener una relación difícil y duradera que una relación fácil y pasajera.
Jessica se limita a guiñarme un ojo.
-Bueno amiga, la cama me llama.- dice Jessica. Veo por la pantalla, como Jess agarra su móvil, Ipad o cualquier cosa con la que se estuviese comunicando conmigo y como camina hasta lo que parece ser su habitación.
-Te quiero.
-Hasta mañana Jess.
Después de despedirnos, cuelgo la llamada y cierro la tapa del portátil. Lo dejo sobre la mesa delante del sofá y me recuesto en el sofá.
Creo que esta noche, definitivamente no podré dormir. No sé cuanto tiempo estuve despierta mirando al techo, pero podrían haber sido horas. Al final, mis ojos se cerraron un momento y hasta la mañana siguiente, no volvieron a abrirse.
Los tres primeros días consistieron en pasear por las calles de Madrid, recorriendo la ciudad. Hoy era nuestro cuarto día. Íbamos a ir al Parque del Retiro. Por las fotos que había visto y lo que me habían contando, era un parque enorme. Después de desayunar y vestirnos, cogimos el metro. Yo me había puesto una camisa gris y un peto vaquero, mi pelo lo había recogido en dos trenzas y llevaba mis converse favoritas. Mi hermana llevaba un traje rosa y su pelo también estaba recogido en dos trenzas.
Cuando llegamos al parque, era el triple de grande de lo que me imaginaba.
Caminamos por allí y llegamos al lago. En la mayoría de botes habían parejas. Riendo y hablando. Sacudí la cabeza y me obligué a pensar en otra cosa. Pedí permiso para dar un paseo por todo el parque a mis padres. Mientes yo caminaba, mis padres y mis hermanos se sentaban en una mesa para pedir un helado.
Había muchos adolescentes por allí. Sentía la mirada de algunos chicos y alguna que otra vez, escuchaba silbidos. Odiaba pasar al lado de un grupo de adolescentes. Siempre se paraban a mirarme y siempre susurraban algo así que yo siempre bajaba la cabeza y revisaba mi móvil. Ahora tenía los auriculares puestos.
Me senté en un banco. Mientras escuchaba música, noté que me miraban y por el rabillo del ojo, vi a cuatro chicos detrás de un árbol.
Pare la música, pero no me quité los auriculares. Así podía escuchar lo que decían y ellos pensaban que no los estaba escuchando.
-Venga va tío.- dijo uno de pelo negro.- Sí lo haces, tendrás mis 5 euros.
-Y los otros míos.- dijo uno con el pelo castaño y rizado.
-No voy a hacerlo.-dijo el tipo de pelirrojo.
-Eres un gallina, Simon.- dijo otro joven de pelo castaño pero que se había teñido la parte de arriba de rubio.
Reí. Siempre que veía a este tipo de chicos, con parte del pelo teñido de rubio, me entraba la risa. Los Pelopollo. Así los llamaba.
De repente, el tipo pelirrojo, salió del árbol y se sentó al lado mío. No muy cerca. Y agradecí eso.
Yo me limité a seguir escuchando música.
-Em...- hablo el pelirrojo.-Hola.
-Adiós.-le digo sería. Tal vez hubiese sido más amable con él, si hubiese seguido con la música puesta, pero odio cuando un chico besa a una chica por una apuesta, o sale con una chica por una apuesta, o lo que sea que vaya a hacer conmigo(Okay, eso sonó muy violador) este chico, a sido por una apuesta. Si un chico ha de hablarte, ha de ser porque quiere conocerte, porque quiere, no por una maldita apuesta.
Escucho risas detrás del árbol y sé que acabo de dejar por los suelos al chaval.
De repente, del árbol, sale el pelopollo.
-Discúlpale, no sabe presentarse. Yo sí. Mi nombre es Yaito.
<<¿Yaito? Wtf? Que nombre más raro, seguro que tiene familia en Japón.>>
Yo me limito a mirarle y a colocarme mejor mis auriculares.
-El es Hugo.- el joven del pelo negro sale de detrás del árbol.- Y él es Héctor.- el chico del pelo castaño y rizado.
-Y, ¿tú eres...?
-Celia.
De repente, se sentaron junto a mí.
Me levante molesta y camine por la hierba buscando un lugar más tranquilo. Pero enseguida escuché los pasos detrás de mí.
-Oye espera linda.- gritó una de ellos.
Se paró enfrente mío y colocó una mano en mi hombro, yo me limité a apartarle y a mirarle llena de ira.
-¿A dónde vas?- preguntó el pelopollo.
-A un sitio lejos de gente que no tiene nada mejor que hacer que estar jodiendo a gente. Ah, y mis padres no me permiten hablar con desconocidos.- digo a la vez que comienzo a caminar.
-Pero linda, queda...-
-¿No la has odios, imbécil? Déjala en paz.- dice otra voz masculina.
Me freno es seco. Dejó de caminar. Sé perfectamente a quién pertenece esa voz. Cierro los ojos un momento y me giro lentamente.
El está ahí, enfrente de Yaito. Lleva una camisa blanca y unos vaqueros ajustados. Su pelo rubio está despeinado y sus ojos verdes miran con desprecio a Yaito.
<<¿Alex?>>
Él se toma un momento para mirarme y su mirada me deja sin aliento.
-¿Conoces a este tío?
Miro a Yaito y a Alex.
-S-Si.- es lo único que puedo decir.
-¿Le podrías decir que me suelte?
-Suéltalo.- le digo a Alex.
Él me mira como exigiendo una explicación.
-Son cuatro. Cuatro contra uno.- Alex gira la cabeza para ver a Hugo, Héctor y Simon venir corriendo hacia aquí.- Vamos, suéltalo y acabemos con esto. ¿Vas a pelear contra cuatro chicos?- le digo sin intentar sonar demasiado fría.
-Pelearé si he de hacerlo.-dijo él.
Cerré los ojos un momento. Cuando los volví a abrir, los demás ya habían llegado.
-Ohhh que monos. Vale ahora suéltame rubito.
Alex se limitó a mirarlo con odio. De repente, Yaito se incorporó y alzó su puño para darle en la mejilla a Alex. Yo grito.
Voy a donde está él y lo ayudó a levantarse.
-¿Estás bien?
-Si, solo es un golpe.
-¿Un golpe? Tienes la mejilla morada y le labio sangrando.
Me giro hacia Yaito.
-¿¡A ti que coño te pasa?! ¿Por qué mierda lo has golpeado?
-No me soltaba.- se defendió él.
Yo sostenía a Alex con los dos brazos.
-Iros a la mierda.
Me volteo y ayudó a Alex a hacerlo. Caminamos hasta una pequeña fuente. Le obligó a sentarse en el muro y le digo que me espere.
POV ~Alex
Ella estaba en la cola de una pequeña cafetería. Parecía nerviosa y estaba muy preocupada. Y aquí estaba yo.
Había venido al parque para dar una vuelta y me había topado con Celia. Estaba en un banco leyendo un libro, cuando veo que un chico estaba molestando a una chica. Y no había tardado en reconocer esa figura, tan bella y perfecta, tan delicada y suave... Así que había ido allí. No solo para librarme de ese tío, sino porque quería verla. Los días anteriores habían sido un infierno. Quería tenerla en mis brazos de nuevo, sentir su calor, ver cómo se sonrojaba, sentir sus labios...
Cuando Celia volvió junto a mí, llevaba un paño en la mano. Se sentó a mi lado y se inclinó para mojar el paño en el agua de la fuente. Yo la observaba.
Con cuidado, empezó a mojar mi herida. Y se limitó a decir:
-Eres tonto.
Yo reí.
-Podrían haberte hecho más daño. Debiste de haberlo soltado cuando te lo dije. Imagínate lo que hubiese pasado si los cuatro...
Celia no acabó la frase, pero la entendí perfectamente.
-Hubiese peleado. Hubiese podido con los cuatro.
-Esto no es un cuento de hada, Alex. Puedes ser el príncipe azul que intenta salvar a la princesa, pero no ganarás contra cuatro dragones malos que querían molestar a la princesa.- dijo ella y su comentario me pareció muy adorable.
-Así que...¿la princesa?- le digo y ella rueda los ojos.
Aprieta el paño y hago una mueca. Duele.
-Lo siento, solo tenían un paño, les pedí una tirita pero no tenían.
-¿Una tirita?- río.
Ella solo sonríe y se levanta para volver a la cafetería.
Cuando vuelve, me levanto y le digo:
-Bueno, ahora me toca a mí. ¿Puedo invitarte a un helado?
Ella parece pensárselo pero al final acepta. Caminamos por el parque y yo la guio hasta mi puesto de helados favorito.
Cuando llegamos, Celia se pega al mostrador.
-¡Cuántos sabores! Me has traído al mismísimo paraíso.- dice ella.
Yo me limito a reír y a ponerme en la cola.
-Tal vez debería pedir uno de fresa, no ese es muy simple, ¿uno de choco-menta? Puede. ¿De turrón?¿de chicle?¿de frambuesa?¿de yogurt? Ahhhhhhh voy a morir.- dice para sí misma Celia.
-Pobre dependiente.- le digo. Ella solo me mira enojada.
Finalmente, llega nuestro turno y Celia sigue indecisa.
-Uno de menta y otro de...- digo esperando la respuesta de ella.
Celia se lo piensa pero finalmente dice:
-Frutas del bosque, uno de frutas del bosque.
Nos sentamos en un banco y allí nos comemos nuestros helados, entre risas y bromas.
Parece como si nada haya pasado. No hemos tenido ningún momento incómodo desde la primera vez que la vi. Parece feliz.
-¿Y qué harás cuando se acabe el verano?- me pregunta ella.
-Supongo se seguiré en el instituto, en las clases y todo ese rollo. ¿Y tu?
-Creo que lo mismo que tú. Y dime una cosa, ¿qué te gustaría ser de mayor?
La pregunta que me fórmula Celia me coge de sorpresa.
-No se, a estas alturas todavía no se lo que me gustaría ser. Quisiera ser empresario, pero no de esos que solo lo hacen por dinero, me encantaría ser un propietario de una tienda de libros o de una editorial, como mi padre. Amo leer. Es con lo que mejor se pierde el tiempo. Sales de la realidad por unas horas y te olvidas de todo. Y ¿tu?, ¿qué quieres ser de mayor?
-Yo quiero ser escritora. No leo tanto como lo harás tú, pero me encanta escribir. Es como tú dices, yo pierdo el tiempo y la realidad cuando escribo. Nadie ha leído mis escritos, me da vergüenza.
-¿Y no has pensado en presentarte a uno de estos concursos de escritura?
-Nunca lo he hecho. A veces tengo inspiración e imaginación suficiente para escribir, pero hay días en los que simplemente no me apetece o no tengo nada que escribir. Por eso no me he presentado a concursos. Odio escribir con un tiempo limitado, cuando escribo lo hago para mí, no para los demás. Puede sonar egoísta pero...
-No, te entiendo. ¿Sabes cuando tu profe de lengua te manda a leer un libro en una semana y cuando lees la primera página ya odias el libro completamente?- ante mi comentario, Celia se hecha a reír. Dios, que risa más hermosa.
A continuación, paseamos por todo el parque, le enseñé a Celia los lugares más hermosos del parque y cuando llegamos al lago, Celia salió corriendo. Se asomó a la barandilla y dijo:
-Ojalá pudiese subir a un bote de esos.
Sonreí.
-¿Quieres subir?
Celia me miro un momento y frunció el ceño. Luego yo asentí con la cabeza. La agarre de la mano y la lleve hasta el puesto donde había una pequeña cola.
Después de diez minutos en espera, nos atendieron y finalmente, pudimos subirnos a un bote.
-Remas tu.- le digo a Celia cuando estamos dentro del bote.
Ella se para y me mira con cara divertida.
-Esta bien, me lo merezco, tú has pagado el helado y esto, ahora me toca a mí.
Celia se sienta enfrente de mí y agarra los remos. Empieza a remar y yo me limito a mirarla.
-¿Estás cómodo?- me pregunta en un tono vacilón.
-¿Yo? Muy cómodo. ¿Y usted?
-Bien, después de esto sacaré unos brazos...
Los dos reímos.
-Oye, sé si pone que tú vives aquí y que ya has venido y visto esto, déjame ver y rema tú.
Celia se levanta haciendo que el bote se mueva. Yo me agarro y me coloco detrás de los remos. Ella se sienta frente a mí y después asoma la cabeza por la barca y toca el agua con las manos. Se nota que está disfrutando hoy, al igual que lo estoy haciendo yo.
Seguimos remando por un rato y después nos detenemos en medio del lago. Me recuerda al campamento.
-Hoy a sido un buen día.- digo para sacar conversación.
-Si...si no hubieses venido lo más probable hubiese sido que me hubiese aburrido. Mi familia...- de repente, Celia abre los ojos.
-¿Ocurre algo?
-Mierda, Alex. ¡Mi familia! Les dije que iba a dar un paseo y no he vuelto, han pasado como tres horas.
Entendí lo que eso significaba, así que me pude a remar hasta la orilla. Al llegar, dejamos el bote donde lo encontramos y fuimos a bucear a los padres de Celia.
POV ~Celia
Cuando llegamos a la cafetería en donde habían estado mis padres, no los vi por ninguna parte. Quería llamarlos, pero mi móvil había muerto hace un rato.
-Seguro que estaban preocupados porque yo no aparecía. Seguro que han ido a - buscarme, ay Dios Alex, ¿y si llamaron a al policía?
Alex me agarró por los hombros y me obligó a mirarle. Me perdía en sus ojos verdes y cada vez que lo miraba mi cuerpo se estremecía.
-Nadie ha llamado a la policía. Lo más probable es que te estén buscando. Vamos a buscarlos.- después de decir eso, Alex tomó mi mano y empezamos a caminar. Como dije antes, me estremecí cuando su mano tomo la mía.
-Puede que estén en algún parque, ¿conoces un parque cercano?
Alex asintió. Pasamos por delante de una fuente. Observé como un niño pequeño jugaba con un camión de bomberos y como una niña hacía laterales en el suelo.
Entonces los reconocí.
-Alex, ¡están ahí!- el se paró en seco. Corrí hasta mis hermanos y afirme que eran ellos.
-¿Celia? ¿Dónde te habías metido?
-Luego os explico, ¿dónde está papá y mamá?
Silvia señaló un banco a unos diez metros.
Caminé hasta el.
-Hola.- saludé.
Mi padre, que estaba leyendo un libro levanto la vista de él y me miro por encima de sus gafas.
-Mira quién ha decidido aparecer. ¿Quién es ese?- preguntó mi padre. Entendía que estuviesen enfadados, pero no entendía ese tono tan frío
De repente, siento que hay alguien detrás de mí.
<<Por favor que no sea Alex.>>
-¡Alex!- exclama mi madre,
<<Eso me pasa por hablar. La próxima vez no hablo.>>
-¿Alex?-pregunta mi padre.
-Papa, este es Alex, del campamento. Dormí en su habitación cuando la tormenta.- me arrepentí de haber dicho eso, porque muchas imágenes de ese día empezaron a pasar por mi mente: mi primer beso. Sentía un tremendo vacío cuando lo recordaba. Y ese vacío lo podía llenar una persona que estaba al lado mío. Habíamos decidido olvidarnos y por lo que parece íbamos bien. Habíamos pasado la mayoría del día juntos y no habíamos tenido ningún momento incomodo. Lo había pasado muy bien y después de todo lo ocurrido, ¿podríamos seguir siendo amigos no?
-Ahhh, ya recuerdo.
-¿La presidenta de los muertos?- preguntó Alex. Mi madre y yo nos miramos confundidas, pero mi padre alzó la cabeza para mirar a Alex.
-¿Lo has leído?- le preguntó mi padre con curiosidad.
-Todavía no, pero lo leeré. Ahora estoy con otro.- Alex enseñó el libro.
-¿Ciego al mundo?- preguntó mi padre. Alex asintió y mi padre sonrío.- Buena elección.
Mi mamá y yo nos mirábamos extrañadas.
-¿Lo ha leído?
-Si. Cambio mi forma de ver la sociedad de hoy en día.
Mi padre y Alex estuvieron charlando de libros un buen rato mientras mi madre y yo hablábamos.
-¿Alex no era tu novio?- preguntó mi madre. La sorpresa me pilló por sorpresa.
-Nunca llegamos a salir. Fue un amor de verano, que pienso olvidar.
-¿Has sido feliz durante ese tiempo?-
Me replanteé la pregunta de mi madre y me puse a pensar que, a pesar de todo el dolor causado, había sido feliz. Había disfrutado los momentos con Alex. Cuando el zapato cayó el agua y tuve que ir a buscarlo, en la noche en la que entramos al bosque para el paseo de terror. Alex se había disfrazado de lobo y me había sacado de allí. Había llorado en ese campamento, si, lo había hecho, pero también había reído. Y comprendí que había disfrutado de cada momento.
-Si...
-¿Y tienes recuerdos bonitos y felices?
-También.
-Entonces, en vez de olvidar, recuerda.- la mire confundida.- ¿Por qué olvidar recuerdos felices? Alex te hizo pasar momentos bonitos, duros y dolorosos, al igual que habrás hecho tú con él. Así que no le olvides. Recuerda los momentos preciosos y la persona que te los hizo pasar.
-Mamá...- me limité a decir, era la primera vez que escuchaba a madre decir algo así, no conocía esa faceta suya.
Tenía razón, porque hay que olvidar a alguien con el que has pasado el mejor tiempo de tu vida.
Me levanto y camino hacia mis hermanos. Juego con ellos unos minutos hasta que alguien toca mi espalda. Me giro para ver a Alex.
-Me voy. Tengo que ir a cenar con mi familia. Hoy es el cumple de María.
Abro los ojos.
-¿En serio? Ayyyy dale las felicidades de mi parte.
De repente, nos quedamos en silencio mirándonos.
-¿Esta será la última vez que te vea?- me pregunta.
-Supongo que sí. Quiero que sepas que hoy me lo he pasado en grande. Gracias por estar ahí.- le digo.
-Quiero que lo olvidemos todo. Ser amigos, empezar de cero, no quiero que unos hechos del pasado estropeen la amistad que tengo contigo.- dice Alex y contengo el aliento.
-Yo pienso lo mismo.
-¿Hablaras conmigo?
-Siempre que pueda.- le digo.
-¿Nos volveremos a ver?- le pregunto. Necesito saberlo, ¿volveremos a encontrarnos?
-Bueno, quién sabe... Puede que el destino nos junte de nuevo.- dice Alex. Me guiña un ojo y veo cómo se da la vuelta y se va.
Le siguió con la mirada hasta que veo como desaparece entre la multitud. Y siento ese vacío. De nuevo. Y la persona que puede llenarlo, acaba de irse. Tal vez para siempre
******
Abrí el portátil y me senté el sillón.
Antes de iniciar la llamada, me aseguro de que todos están durmiendo.
Cuando escucho la música proveniente del portátil camino hasta allí, levantó la tapa y le doy a aceptar la llamada.
-¡Hola tia!- dice Jessica animada.
-Hola Jess
Nos habíamos llamado cada noche, nos contábamos todo. Jessica me contaba cómo se había reunido con Alejandro por las tardes y yo siempre le decía que aquí todo era aburrido.
-Te noto animada, ¿ha pasado algo hoy?
-Adivina.- le sonreí.
-Nooo, venga tia ¡cuenta!
-Hoy encontré a Alex.
Jessica abrió los ojos y se retorció en lo que parecía ser su cama.
-¿No jodas? ya me los imagino a los dos...¿hubieron muchos momentos incómodos?
-La verdad es que no. Ni uno. Todo fueron risas y me llevó a un puesto de helados...casi muero.- ahora fui yo la que se retorció en el sofá.
-¡Helado!- exclamó ella.
Le conté todo lo que habíamos hecho, de la intervención de Alex y de la pelea que casi se monta.
-¿Había un pelopollo?- preguntó mi amiga como si no terminará de creérselo.
-Si.- le digo y las dos estallamos en risas.
Después ella me contó sus tardes junto a Alejandro y por la forma en la que hablaba y en la que brillaban sus ojos, podía notar que estaba muy enamorado de él.
Media hora después, seguíamos hablando y mire la hora del reloj grande de la cocina.
-Me voy a dormir, son las dos de la mañana. Si mis padres se enteran de lo tarde que me estoy acostando estos días... Bueno, mañana tengo que coger un vuelo a las doce del mediodía.
-Que rápido ha pasado. Prométeme que me llamaras y que me lo contaras todo.
Después de estar prometiéndonos cosas, como irnos a vivir juntas y ser youtubers...nos despedimos y cerré la tapa del portátil.
Me metí en la cama e intente dormirme, y esta vez no me contó tanto. Pero recuerdo el vacío constante que sentía en el pecho con el que me dormí, pensando justamente en la persona que podía llenármelo.
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HolaaaaSe han dado cuenta, de que cambie la portada? Ahora me gusta mucho massss. La otra me parecía un poco sosa y decidí cambiarla por algo más colorido. Espero que os guste. Bueno, ya volví de las vacaciones, pero desgraciadamente, hoy es mi último día de verano 😰
Mañana empiezo el insti!!!!!
OmgBueno, adiós amiguitos míos( quien sea pambisito lo entiende )😌🌚
Lucilu16
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Amores del verano
عاطفيةCelia no quiere irse a un campamento familiar, odia viajar en aviones... Lo que no sabe es que si no hubiera ido al campamento, no hubiese aprendido una importante lección y se hubiera arrepentido no haber subido al avión.