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Solo recuerdo haber estado llorando hasta quedarme dormida. Abrí mis húmedos ojos por culpa del sol que estaba dándome en la cara. Toqué mis párpados con las yemas de mis dedos y pensé <<¿Tanto he estado llorando?>>
Me levanté para ver qué mi hermana estaba viendo la televisión junto con mi hermano.
-Buenos días Celia.- me saludó César.
-Buenos días César.- le devuelvo el saludo.
-¿Te pasa algo? Últimamente no eres tú.-pregunta Silvia.
<<Qué no soy yo? Después de este campamento me costará volver a saber quién soy si él no está.>>
-Tranquila, estoy bien. Es solo que me da pena dejar este lugar.- le contesto recordando.
-Te entiendo, yo también he hecho amigos aquí. He conocido a un chico, es muy simpático y divertido, también he conocido a María, la hermana de ese chico no deja de estar contigo, ¿Alex, no?- asiento tristemente- También he conocido a unas gemelas llamadas Tania y Rose...
-¿Has conocido al campamento entero?- rio y sacudo su cabello con cariño. Me levantó y camino hasta el baño. Me lavo la cara para borrar el rasgo de las lagrima, peino mi cabello castaño y me lo dejo suelto. Me pongo un short verde junto con un top del mismo color pero más oscuro y una sudadera era negra. Salgo del baño ya vestida y veo como mis padres preparan las maletas.
-¿Descansare mi niña?- pregunta mi madre con una sonrisa.
-Si.-le sonrió. Una sonrisa falsa, claro, no había pegado ojo en toda la noche. Salvo ese pequeño rato en el que el sueño me venció y mis ojos se cerraron, pero que habían sido ¿un hora, tal vez dos?
-Mami, ¿este es nuestro último día aquí?- preguntó mi hermano pequeño.
-Si cariño, ¿vas a echar de menos este lugar?
-Mucho.
****
Estábamos subiendo la cuesta de camino al restaurante cuando giro la cabeza y veo a Alejandro salir de su habitación. Él me mira y después aparta la mirada. Vuelvo a girar la cabeza y siguió caminando. Puedo sentir la mirada de Alejandro en mi cuello y admito que me siento incómoda, así que cubro mi cabeza con la capucha de mi sudadera negra. Seguimos caminando. Llegamos al restaurante. Cruzo los dedos esperando que él no esté dentro. Pero él está ahí, con su familia, con su hermana, riendo.
<<¿Cómo puede reírse? ¿Tan rápido me ha olvidado?>> mi madre ya había encontrado mesa y por desgracia estaba al final de la sala. Lo que significaba que tenía que pasar al lado de él. Maldigo mi suerte en silencio. Cubro más mi cabeza con la capucha de forma que casi no se me pueda ver los ojos; cualquiera que me viese diría que parezco una ladrona. Empiezo a caminar y bajo la cabeza y mis ojos miran al suelo cuando pasó por su lado. Puedo notar por un momento su mirada en mi, pero desaparece.
Me siento y maldigo el echo de que para coger mi desayuno tengo que volver a pasar por su lado.
-Silvia, ¿puedes cogerme una manzana y un yogurt?
-¿Y tú no puedes cogerlo tú solita?- responde mi hermana.
<<Demuéstrale que no estás destrozada, hazle ver qué sigues en pie, que piense que no estoy rota por dentro. Ve y evítalo, no lo mires.>> Me quito la capucha dejando ver mi cabello castaño. Camino firme, pasó por su mesa y tomo mi yogurt y mi manzana. Por el rabillo del ojo puedo ver cómo Alex se levanta y me apresuro a retirarme y volver a mi mesa. Me vuelvo a sentar en mi silla y empiezo a comer.
-¿Eso es todo lo que vas a comer?-
-Si, papá, no tengo hambre.- contesto.
El desayuno fue tenso y difícil ya que notaba sus miradas, pero que desaparecían de un momento a otro. Alejandra también había aparecido por allí, pero nada había pasado. Parecía como si fuese el primer día del campamento, cuando todavía no conocíamos a nadie. Pero desgraciadamente era el último. Mañana nos íbamos.
Salí del restaurante con el permiso de mis padres, volví a ocultarme con mi capucha y salí de allí. De camino a la habitación escucho cómo alguien grita mi nombre.
-¡Celia!- me giro y veo a Jessica. Estoy a punto de irme, pero entonces recuerdo que ayer nadie la mencionó y que no tenía nada que ver en toda esta locura. Me detengo y voy corriendo hasta ella. La abrazo con fuerza y agradezco por lo bajo que ella ahora es a la única que tengo.
Jessica, é-él- tartamudeo y hundo mi cara en su hombro
-Shhhh, no hables Celia, el pasado es pasado.-
-¡Pero yo quiero que él sea mi futuro!- exclamo. Las lágrimas luchan por salir de mis ojos, y yo lucho por retenerlas.
-Tranquila, sabias que esto pasaría, te enamoraste de él, asumiendo las consecuencias de ello. Sabías que al final tendrían que mantener una relación a distancia, y te arriesgaste. Porque el amor consiste en arriesgarse y hacer locuras. Tengo una idea, ¿qué te parece si esta noche gastamos una broma a los profesores? En honor a este gran campamento.- su sonrisa se volvió más amplia cuando asentí con la cabeza.
-Me parece una idea excelente. Así podré vengarme de Omar.- dije llena de emoción.
-Acompáñame a mi habitación a coger mi bañador, después vamos a por el tuyo.- Jessica me tomó de la mano y tiró de ella hasta que empecé a caminar.
-Tranquila, ya llevo el bañador puesto.-le anuncié.
Doblamos la esquina y subimos las escaleras. Al poco tiempo me di cuenta de que aquel camino llevaba a las habitaciones del 1 al 14, y la de Alex era la 10.
Avanzaba lentamente, recordando recuerdos, los recuerdos que se escondían tras estas paredes. Pasamos por la habitación 10 y me paré en seco. Mire la puerta blanca con el pomo dorado, que me invitaba a abrirla. Recordé todo lo que había pasado tras esa puerta. Nuestro primer beso. Inconscientemente, lleve mis dedos a mis labios, recordando el calor de su cuerpo junto al mío, sus labios suaves, sus caricias que me
hacían estremecer... Las lágrimas volvieron a amenazar con escaparse de mis ojos, pero los apreté y en seguida desaparecieron. Intenté pegarme a la puerta haber si conseguía escuchar algo, pero al final decidí no hacerlo, ya que resultaría difícil, y raro. Jessica se había quedado mirándome y cuando me di cuenta de su presencia, sacudí la cabeza y seguí caminando junto a ella.
Nos detuvimos en la habitación 13. Jessica sacó una pequeña llave y la introdujo en la cerradura. La puerta se abrió y pude ver una habitación exactamente idéntica a la mía. Pasamos al interior y pide ver que no había nadie, Jessica fue a cambiarse y yo salí al balcón. Cuando me apoyé en la barandilla de piedra sentí que me observaban y volví la cabeza hacia la izquierda, el lado contrario a la dirección de la habitación de Alex. Y allí estaba Alejandro. Nos miramos por unos segundos.
-Escucha, Celia... Nosotros no- fue interrumpido por Jessica que me hablaba desde el interior de la habitación:
-Celia, ya estoy.-
Mire una última vez a Alejandro.
-Celia, espera- dijo él, pero lo único que hice fue mirarle, sonreírle tristemente y salir del balcón.  No volvería a cometer un error.
****
Salimos de la habitación y caminamos hasta la piscina. Cogimos dos tumbonas y nos metimos en el agua. Hacía días que no me metía en la piscina y la última vez creo que había sido en la fiesta, cuando Alejandra nos tiró al agua a mí y a Alex y allí nos... Sacudí la cabeza.
<<Se supone qué tengo que olvidarlo. ¿Aquí todo me recuerda a Alex?>> 
Claro que lo hacía, el simple echo de recordar el campamento me hacía acordarme de Alex. Todo lo que había en este lugar me recordaba a él.
-Bien, ¿cómo vamos a hacer la broma, y a quién?- preguntó Jessica.
-Sabes perfectamente a quien quiero hacérsela. Vamos a por Omar.-
-No te lo discuto, pero, ¿no deberíamos hacer que afectará a todos los profesores?- pensé en la pregunta que acababa de formular mi amiga.
-Tienes razón, a por todos los profesores, pero Omar el primero.- le confirmo.
-Ok, ¿qué hacemos? Yo he pensado en que podemos entrar al cuarto donde se reúnen y untarlo todo de pintura, después, salir de allí y cuando ellos entren, lanzarles globos de agua.- Jessica se veía emocionada por su plan. De repente, me sentí observada, pero no le di importancia.
-Es una gran idea, pero tal vez sería mejor colocar los cubos de pintura en el techo, amarrados a unos hilos transparentes que salgan por la ventana, así nosotras desde fuera tiramos de los hilos y BOOM, pintura por todos lados. Lo de los globos no es mala idea, se los lanzaremos desde fuera.- Jessica no paraba de sonreír, lo que me hacía hacerlo a mí también. Chocamos nuestras manos y mi amiga gritó:
-¡Eres increíble!-
Jugamos como locas en la piscina, salpicándonos como niñas pequeñas, riendo como dos borrachas.
-No hay nadie en el lago, ¿y si cogemos un padel-surf?- pregunté algo tensa; acababa de ver a Alex bajar las escaleras en dirección a la piscina. Junto con Alejandro y Álvaro. Los tres parecían haber recobrado la amistad que en el pasado perdieron debido a las dudas, las mentiras, los celos, el miedo...
Jessica se dio cuanta de la dirección a donde miraba y entonces se le abrieron los ojos. Ella y Alejandro tenían algo. No me refiero a una relación, en la excursión al bosque, después de montarnos en el tren, de vuelta a la estación, habíamos hecho una carrera a caballito y Jessica se había subido sobre la espalda de Alejandro, se sonreían. Se daban la mano, aunque no en público, varias veces los había visto de la mano paseando por el campamento. Habían tenido algo intenso entre los dos pero ahora al descubrir que había salido con Alejandra, creo q es mi amiga dudaba de los sentimientos de Alejandro hacia ella. La forma en la Jessica y Alejandro se miraban, sus ojos brillaban de una manera única. Ese brillo era el que encendía tus ojos, el que les añadía la luz que necesitaban, no sólo a tus ojos, sino a toda tu vida. Y conocía muy bien ese brillo. Es el brillo que se produce en tus ojos cuando te has enamorado. A mí me ha pasado. Y me pasa.
Salimos rápidamente de agua y corrimos hasta el puente. Por el camino se oían nuestros:
-¡Ay, quema!- o el -¡Ay, ay, me he clavado una roca!-
Entre risas, le pedimos al monitor si podíamos alquilar una tabla. Yo estaba inquieta, miraba hacia atrás para ver dónde estaban los chicos y rezaba para que no viniesen a saltar del puente. Pero no, iban directos hacia aquí.
Sacudí el brazo de mi amiga y ella volteo para hacer una mueca y maldecir por lo bajo. Cuando estaban a diez metros, cogimos los remos y corrimos a montarnos en la tabla. No nos pusimos de pie, porque con lo rápido que íbamos, cualquiera podía caerse y cagarla. Sentadas de rodillas p, comenzamos a mover los remos con nerviosismo. Cuando estuvimos lo suficiente alejadas del puente, más o menos en el centro del lago, nos dimos la vuelta y nos sentamos una frente a la otra.
-Uff, por los pelos.- dijo yo.
-Casi nos alcanzan.Crees que venían a hablar con nosotras?- pregunté.
Las dos volteamos y vimos como los tres, estaban saltando del puente.
-Por lo que mis ojos ven, creo que ni siquiera se han enterado de que estamos aquí.- por alguna razón me desilusioné.
-Calla y disfruta del momento, vamos a planear el plan Chicaspivonescontraviejosprofesores.- continuó Jessica y no pude aguantar la risa por el nombre que le había dado a nuestra broma.
Las dos reímos.
Pero lo que aquellas chicas no sabían, era que había tres chicos, uno rubio y los otros dos morenos, saltando de un puente de madera pensando en ellas.
POV       ~Alex
Allí estaba ella, sentada en una tabla junto con su otra amiga, en mitad de un lago. Riendo, como si nada hubiese pasado. Pero sabía que en verdad recordaba cada momento, cada palabra. Recordaba todo lo que la noche anterior había pasado.  Y aquí estaba yo, de pie en el puente, esperando a que mis dos amigos se tirasen al agua. Los tres nos habíamos dado cuenta de sus intenciones, las habíamos visto antes incluso de que bajásemos por las escaleras hacia la piscina. Las habíamos visto correr en dirección al puente y como hablaban con el monitor deprisa y nerviosamente. Como antes de llegar nosotros se habían subido a la tabla y habían comenzado a remar. No íbamos Air tras ellas, íbamos a hacer lo que habíamos venido a hacer y nadie iba a impedírnoslo.
-Hey, Alex, ¿no te metes en el agua?- preguntó Álvaro.
Yo le mire y después mire a las dos chicas que habían en el agua, por el centro del lago. Sobre todo a una de pelo castaño y largo. Una que había transformado mi vida totalmente.
Álvaro se percató de mi mirada y después aplaudió delante de mi rostro.
-¡Hey, Tierra llamando a Alex!-
Sacudí la cabeza y me levanté.
Corrí por el puente y me lancé al agua. Mientras saltaba, agitaba los brazos y no dejaba de mirar a la tabla, alargaba mis brazos como el intento de agarrarla, traerla de nuevo conmigo y abrazarla y mimarla por siempre.
Cuando caí al gua, salí a la superficie y me topé con esos ojos que me volvían locos. Por primera vez en varias horas nos miramos a los ojos y ninguno apartó la mirada. Quería decirle que la necesitaba, que mi vida no era la misma si ella. Ella seguía mirándome a los ojos, y yo seguía mirándola. No quería dejar de mirarla. Pero Jessica la llamó y perdimos el contacto visual. Yo seguía en el agua. Nadie hasta la orilla y luego los tres nos sentamos en el borde del puente.
-Hey, Alex, alegra esa cara.- me animó Alejandro.
-Sabes que la única que puede hacer eso es ella.- le contesto serio.
-Pues demuéstrale que no es así, hazle pensar que estas perfectamente si ella.-
-Tu lo has dicho Alejandro, "hazle pensar". Los dos sabemos lo heridos que estamos, los dos sabemos que esto no iba a funcionar- mi voz fue interrumpida por la de Álvaro:
-Pero aun así lo hicisteis.-
-Supongo que en eso consiste el amor, en cometer locuras, en asumir las consecuencias, en volverse loco y llegar al punto en el que darías cualquier cosa por esa persona a la que amas.
-¿La amas?
- Si.
-¿Entonces por qué no vas ahí- Alejandro señaló en dirección a la tabla- y se lo dices?
-Por la misma razón por la que tú no se lo dices a Jessica.- le contesté. Me había vuelto fría y serio de un momento a otro, y odiaba esa parte de mi. Pero, ¿que podía hacer?
Sabía que Alejandro y Jessica habían tenido una relación, no más intensa que la de Celia conmigo, pero si habían tenido algo.
Alejandro bajo la cabeza y se limitó a mirar al suelo. Enseguida me arrepentí de mi comentario.
-Yo, Alejandro, lo siento. Me cuesta tomarme esto a risa.-
-Yo no he dicho que te lo tomes a risa.- me interrumpió él.
-Lo sé, no quería decir eso... Quiero decir que después de lo que pasó anoche, no soy el mismo. Es como si me hubiesen arrancado una parte de mi. Por mi iría nadando hasta ella y le diría que la amo, se lo diría mil veces, igual que tú harías con Jessica y seguramente Álvaro haría lo mismo con Raquel. Pero no tenemos tiempo.
-Mañana nos vamos. Volvemos a nuestros hogares, a nuestras vidas. Cada uno por su camino, cuando nuestro camino son ellas. Pero Alex tiene razón, no tenemos tiempo, ¿qué vamos a decirles, si mañana nos vamos todos? ¿Les diremos que las amamos para  no volvernos a ver nunca más?- lo que decía Alejandro era cierto.
Costaba asimilarlo, pensar que no nos volveríamos a ver. Nunca más, como había dicho Alejandro. Recordé los motes que nos habíamos puesto los unos a los otros. La Platanera. Hacía gracia. Recordé el segundo día, cuando nosotros tres le habíamos propuesto a Celia hacerse amigos de nosotros. Ojalá pudiese volver atrás.
Se nos hizo tarde, pero seguíamos allí sentados, esperando a que las chicas salieran del lago. Sabía porque no salían, nosotros estábamos sentados en el borde del puente, que estaba justo al lado del alquiler. Tendrían que salir, porqué nosotros no iríamos a ninguna parte.
Al final empezaron a remar. Colocaron la tabla, le entregaron los remos al monitor y salieron de allí en un abrir y cerrar de ojos. Ni una mirada. Ni siquiera de reojo. Ni un movimiento nervioso. Parecía como si no nos conociésemos. De nada.
Y allí nos quedamos, los tres sin saber qué hacer. De repente, alguien se sentó junto a mí.
-Lárgate, Alejandra.- le dije seriamente.
-Ay Alex, te has vuelto duro y frío como una pierda, ¿por qué será? Sabes, a ella no pareces importarle, no te ha mirado, no te ha sonreído, NADA. ¡Qué rápido té ha olvidado!- no hice caso omiso a su comentario. Pero por dentro, mi corazón no quería hacerle caso, pero mi mente lo hacía. Odio cuando tu corazón no quiere saber, lo que tu mente ya sabe.
-Alejandra, vete.-
-Ay Alejandro, ¿también tú? Qué pena, debió de haberse partido tu corazón cuando te diste cuenta de que yo no te amaba. En cambia tu sigues haciéndolo.- dijo en tono burlón Alejandra.
-Tienes razón, yo te amaba, pero tú me abriste los ojos. También te equivocas, ya no te amo, ya no soy capaz de quererte, ya no puedo sentir nada por nadie como tú. He encontrado a otra persona, alguien amable, que su sonrisa es la más brillante, no como la tuya, que era falsa. Con ella, nada más tiene importancia y te doy las gracias, por abrirme los ojos de una vez por todas. Gracias.- Alejandro se levantó, dejando muda a Zumitos. Esta no vio venir su movimiento: Alejandro alargó el brazo y empujó a Alejandra al agua. Los tres reímos.
-Creo que me he pasado.- susurró Alejandro.
-No. ella es la que se ha pasado.- dije yo.
-¡¡OIGAN, AYUDENME!!- gritó Alejandra desde el agua.
-¿Nos has ayudado tu?- le preguntó Álvaro. No hubo respuesta por parte de Alejandra, así que dimos la vuelta y nos fuimos de allí.
*****
Gire el pomo de mi habitación y abrí la puerta. Dentro estaban mi madre junto a mi padre y mi hermana viendo la televisión.
-Hola.- saludé.
-Hola hijo.- me saludó mi padre. Mi padre era el típico hombre qué pocas veces estaba en casa. Era muy educado, tenía una empresa de libros llamada Parnty's con la que ganaba mucho dinero. Había enredado de él sus ojos verdes, de mi madre, su cabello rubio. Al contrario que mi padre, mi madre era cariñosa, cuidadosa y muy amable.  Sus ojos eran azules, a veces llevaba gafas cuando leía.
-Hola papá.- le saludo. Camino hasta mi cuarto y me siento en mi cama. Cubro mi cara con mis dos manos.
<<¿Y qué hago yo ahora?>>
-Mama dice que te prepares para la cena.- mi hermana había entrado en mi cuarto sin yo apenas darme cuenta.
-Dile que ya voy.-
-Sé lo que ha pasado entre Celia y tú.- susurra mi hermana. Su comentario me pilla por sorpresa y levantó la cabeza para mirarla.
-¿Quién te lo ha dicho?-
-Su hermana me lo contó. Silvia lleva viéndola extraña, dice que sus ojos dejaron de brillar. Que esta silenciosa, que intenta ocultarse de la gente el mayor tiempo posible. Y descubrí que a ti te estaba pasando lo mismo.-
-La quería tanto...- volví a llevarme las manos a la cabeza. Mi hermana me abrazó.
-¿Qué has hecho para merecer esto?- me pregunta ella.
-Que hemos hecho- la corrijo
-Ya, no le estaba echando la culpa a Celia, porque creo que ella es una chic excelente, a demás de guapa, inteligente, entonces, ¿qué habéis hecho para merecer esto?-
-Amor. Se llama amor.
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Holaaaaa people
Puff este capítulo🙌🏻🙀
Por fin aparece Alex. En este capítulo hemos podido ver lo que piensa Alex, su punto de vista de la situación lo dolorido que está. Ultima noche😿
Byessss
Lucilu16

Amores del veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora