To Fix You (iKON B.I / BTOB Sungjae )

RESULTADOS.

"Glup..."

El sonido que provenía de mi garganta era el único en este carro, ¿debería bajarme sin decir nada?

-¿Estás...

-Creo que...

-Oh, continua-

-No, tú continua-

-Creo que debería irme, ya oscureció-

-Oh..., sí, creo que sería lo mejor- me dolió un poco la facilidad con que cedió ante mi petición, abrí la puerta del auto y extendí el paraguas.

-Annie- volteé mi cara hacia su dirección, él me miraba tratando de comunicarse conmigo a través de sus ojos, tenía las palabras en su boca pero algo lo retenía.- nada...sólo... ten cuidado, el piso está resbaloso-

-Oh, sí-

Salí del auto sin voltear atrás ni una sola vez aunque lo deseara tanto, entre en el edificio sin darme cuenta por donde caminaba, tan solo aferrándome al paraguas para no caer.

-¡Oh, Annie llegaste!-

-Sí... hola-

Pasé de largo hasta mi cuarto dejando en la sala a Hani y Hayi y en el corredor a Seulgi, me recargué en la puerta y caí poco a poco al suelo, estaba agotada, agotada mentalmente de todo, no podía pensar en nada que no fueran sus labios bajo la lluvia, escuché decir a Hani desde la sala que habían llegado por su amiga, estaba segura que era Hanbin el que se encontraba abajo esperándola, sentía tanta rabia al saber que hace unos minutos me encontraba con él en su carro y ahora ella ocuparía el asiento que hasta hace un tiempo me pertenecía, no pude más que llorar de rabia, tenía tantas ganas de soltarle un golpe a Hanbin en la cara, tantas ganas de gritarle a Hayi sus verdades, tantas ganas de darme a mí misma una paliza por estar en todo esto sin saber bien como acabé aquí; me quedé toda la noche tratando de aclarar mis sentimientos, quería ser honesta conmigo misma pero no podía, de daba vueltas a todo una y otra vez sin conseguir respuesta.

"Compórtate normal, calma, no saques el tema si él no lo hace"

Estaba sentada para mi clase con Hanbin, en el mismo lugar de siempre, esperando a que él llegara, estaba más calmada el día de hoy, la verdad fue fácil distraerme dado que los exámenes se acercaban, pero cuando entre al salón no pude pensar en otra cosa más que en lo que había pasado ayer.

-Hola Annie- me sobresalté, no me había dado cuenta cuando llegó, él vio mi reacción y sonrió.

-Hola- dije apenas audible

-Annie, yo...-

-Buenas tardes jóvenes-

"salvada por la campana", pensé, era tan cobarde que sólo saqué una hoja blanca y un lápiz, quería salir lo más pronto posible.

-Bueno jóvenes, para la siguiente clase haremos una pequeña revisión de todo el bloque, por favor estudien y traigan sus dudas, nos vemos la siguiente clase-

Tomé mis mochila con una mano y con la otra mi hoja y pluma.

-Annie...-

-Lo siento, estoy ocupada- fui la primera en salir del salón, incluso el profesor seguía en el salón cuando me fui, casi corría para salir del edificio, cuando llegué a la explanada solté un suspiro y mire hacia el cielo, un día soleado sin una nube alrededor.

-Al fin- dijeron a mi lado, con las manos en sus rodillas trataba de tomar aire.- ¿Por qué saliste tan rápido? ¿Necesitas ir algún lado? Yo te puedo llevar-

-¿Cómo... cómo me alcanzaste?-

-¿No ves?, corrí, vamos te llevo- tomó mi muñeca y me jaló hacia el estacionamiento-

-No- dije soltándome

-Sabes que no me molesta hacerlo-

-No hablo de eso-

-Yo tampoco, necesitamos hablar-

-No sé de que necesitamos hablar, yo no tengo nada que decir-

-¿Cómo que nada?, todo lo que pasó ayer fue...- se rascó su cabeza tratando de encontrar el adjetivo adecuado

-Una equivocación-

-¿Qué?-

-Sí Hanbin, una equivocación, nunca debió...- él ya no escuchó más y me jaló aún con más fuerza.

Cuando llegamos al estacionamiento abrió la puerta mientras aún me sujetaba

-Entra-

-No, no quiero-

-Qué entres, te dije-

-Que no-

-Acaso quieres que todos los del estacionamiento se enteren que ayer nos besamos- dijo en voz alta, lo que hizo que varias miradas voltearan en nuestra dirección.

-Shh... ¿Puedes bajar la voz?-

-Entonces entra- rodeó el auto y se sentó frente al volante sin arrancar, sólo viendo hacia al frente pensando en algo- ¿Está libre tu apartamento?-

-¿Uh? Umm... tal vez-

-Ok- manejó hasta allá un poco más rápido de lo normal, tenía miedo de chocar, pero no me atrevía a decirlo, al parecer estaba enojado, y creía que yo era la razón de ese enojo

-Pasa-

-Gracias-

-¿Quieres algo de tomar?-

-Agua está bien-

Fui hasta la cocina, hice mis movimientos los más lentos posible, estaba muy nerviosa y no sabía que le diría, mis manos temblaban y por poco tiro el vaso con agua, di un vistazo a la sala para ver si se había dado cuenta, él miraba por el ventanal sin moverse, estaba de espaldas y con las manos en sus bolsillos.

-Aquí tienes-

-Gracias-

-Siéntate- pasamos un rato en silencio, sin saber cómo empezar, quería que alguien llegara, no importaba que fuera Hani, sólo quería salvarme de está situación.

-Siento lo de tu padre- me atragante al escuchar lo que dijo

-¿Qué?-

-Y también siento haberme enterado, es decir..., no contestabas ninguno de mis mensajes, ¿Qué se suponía que hiciera?, tal vez me sobrepasé, pero estaba preocupado, no sabía si quiera que había regresado a Corea hasta que te vi con Donghyuk... ¿Tanto te costaba contestar un simple mensaje?... ayer, antes de encontrarnos, hablé con tu amigo, al principio no me quería decir nada, es tan terco, seguía diciendo que era un secreto y que no me entrometiera, pensé en golpearlo, en ponerme de rodillas, en lo que sea para que me dijera que te había ocurrido, pensé que algo malo te había pasado en Canadá, ¿acaso sabes cuántas veces estuve a punto de comprar un boleto para ir hasta allá? ¡Eres increíble Annie!, ¿tus manos no podían escribir un simple "estoy bien"?... como sea, al final me dijo lo de tu padre, no te enojes con él, fue lo único que me dijo el idiota-

No sabía que decir, estaba anonadada con todo lo que acababa de escuchar, no lograba procesar todo cuando él tomó mi mano y dijo:

-Lo siento Annie, lo siento todo-

-¡Ya estoy en la casa!-

Ambos volteamos hacia la entrada y ahí estaba Hani, pálida aún con su color de piel, tenía los ojos bien abiertos mientras miraba a nosotros y después a nuestras manos enlazadas.