Borregos.

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Oscuridad y comodidad.

Sabes desde que entré a la preparatoria he dormido máximo a las 2:30 cada noche y no es que ocupe mal ese tiempo o por que simplemente lo hago por que si.

Si no que todo ese tiempo escucho música, defino mi estado de ánimo la escucho todo el tiempo hasta que dan las 2:30 de la mañana y me resignó a dormir y siento que es la mejor forma de pasar una noche.

No soporto estar tanto tiempo a solas. Si lo hago me hago preguntas a mí mismo de como es que actúe así o asado, recuerdos de todo tipo bombardean mi mente haciendo que tenga un gran insomnio y un episodio de melancolía que me privan más de mi sueño, haciendo que mi mente trabaje en las opciones esperando los posibles peores resultados que pudieron pasar.

La música me reconforta es mi escape, mi salida a lo que pasa o pasará, me desconecta y me pone en un estado completamente diferente, despreocupado y seguro, aunque me aisle de todos los demás no me importa, me gusta estar en ese lugar donde sólo existe la música y yo.

Aunque no pueda escucharla mientras escribo o leo, me desconcentra, prefiero darle más prioridad a la música que a cualquier otra cosa que este haciendo.

No recuerdo la última vez que salí a la calle sin audífonos puestos en mis oidos. Desde que descubrí la música a los 11 años no e podido parar de escucharla  eh escuchado música diario aunque sea sólo una parte de alguna canción, jamás me falta en mi día ya que es lo más importante que eh descubierto en mi joven vida.

No me gusta cambiar a los demás, de verdad, me a costado tanto construir mi mundo, hacerme quien soy, han sido años. De construir un pilar y verlo derrumbar. Desmoronarse ante mis ojos; por enojos depresiones y un corazón roto, el cual después de estar roto estaba congelado y después de recuperarse olvidó como amar olvidó como era el afecto ajeno, no lo comprendia, lo confundían ¿como es posible que una persona se arriesgue por otra aunque sea por una tontería? Siempre se lo preguntaba viendo los actos de los demás lo cual lo confundían más.

Y por último al final de la noche sólo queda apagar mi teléfono enrollar mis audífonos ponerlos en la mesa de noche y sólo escuchar los pocos carros que pasan por la avenida en la madrugada, siempre me imaginé la ciudad sin tantos carros y tráfico sofocante, un sol alto y caliente algo de brisa y los pajarillos cantando como las tardes de mi infancia cuando yo jugaba al final de las escaleras de mi casa los domingos por la tarde se escuchaban algunos carros y algunos transportes públicos dándome las sensaciones de salir a caminar por la avenida a observar el poco tráfico del domingo pasar, ahogaba esas sensaciones de salir ya que era muy chico para salir yo solo y mis padres no querrían salir puesto que ya habíamos salido en la mañana, con mis hermanos hubiera sido lo mismo aunque me las podía ingeniar para salir pero el problema era que ellos siempre marcaban un destino ¿salir a donde o a que? Eso mataba todo... En fin, nunca logré ver ese poco tráfico acumulado en el semáforo cuándo era niño pero siempre me lo imaginado.

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