Capitulo 7

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Me encontraba en la casa de Leah, el último lugar que tenía esperado ver durante toda mi vida. Su posición en mi lista, (Si, tengo una lista para eso también) avanzo. Siempre me lo había imaginado elegante, espacioso, algo excéntrico como su personalidad.

No era así, bueno era un lugar mediano, cómodo, no una casa del gusto de gente rica de la cual ella simula pertenecer, eso no, tenía hasta sus propios rincones mezquinos.

Ella estaba en su cuarto, Leah no dejaba que nadie que no fuese de su séquito, y menos su novio, entrase a su cuarto.

Escucho desde lejos los pasos de unos tacones ya imaginándome a la chica presumida con su voz nasal hablándome.

Estaba totalmente equivocada.

La de los tacones era su madre, una mujer que vestía de manera formal mientras traía portafolio, maquillada de pies a cabello, cabello liso azabache y semblante serio.

—Lo siento, no nos hemos presentado. Estoy atrasada ¿Otro momento? —ella habla de una manera lenta y calmada, a pesar, infiero yo, que sea todo lo contrario.

Asiento lentamente mientras sigo pensando en cómo ella y yo no nos mataremos.

La puerta se cierra y de la nada aparece la chica rubia. Tenía el cabello suelto, ondulado, rubio y mojado, usaba una camisa corta y unos shorts que le llegaban hasta los muslos, olía a cerezas, coco y un poco de amoniaco. 

—Hagamos esto rápido. No me gusta tener visitar en mi casa—su frase lo dice como si nada, tan casual como un "hola"—. Identificate ¡No, espera! ¿... Eres Georgie la del equipo de ajedrez?

Puse los ojos en blanco, no me imagine aunque debí, que esto iba a ser difícil.

—No, soy Harley, la capitana del equipo de quitball.

La rubia me miro de arriba abajo, con más asco, entonces fue ahí que me sentí más apenada, me pase los ojos a mí misma, comencé a ver mi cuerpo como la misma Leah lo veía: una machorra. Es normal que haya opiniones así sobre mi, soy menos femenina, me arreglo poco, testaruda y sin cuidado de algo.

Me fije en sus manos, además de que estén adornadas con una cantidad de pulseras tenía sostenida una nota, era mi nota.

—¿Que tienes ahí?—pregunto.

—Basura que no te interesa —defendió—. ¡Entonces, Harley? Antes de empezar. Cuentame sobre ti.

Ignore su intento de ser linda conmigo. Leah deja la nota en la mesa que está al frente del sofá, eso me da la oportunidad de tomar el pequeño pedazo de hoja y leerlo. Una vez que el mensaje está al alcance de mi vista me doy cuenta de los errores que tengo. Y no son ortográficos, sino pequeños errores que me delatan, mi caligrafía casi no cambia, tambien las palabras que empleo sin duda son iguales.

—¿Por qué lo lees? ¿Te he mandado a leerlo? —vocifera.

No me lo quiere quitar, o sea que no lo quiere romper ¿Significara algo?

—La letra es igual a la de mi hermano—digo.

—¿Tu hermano? ¡Él la escribió!—la chica balbucea en un tono indignante—. ¿Cuál es su problema?

Me encojo de hombros y sonrió.

—No lo sé.

—Tal vez son celos ¿Dónde puedo buscarlo?

Dejo la nota en la mesa y tomo de los hombros a Leah.

—¡Espera! ¿No quieres saber que más te va a escribir?—pregunto, esta vez espero a que Leah se lo crea para seguir con mi mentira.

Ella se detiene un momento para pensarlo, luego sube su mirada hasta verme a los ojos.

—Creo que con intentarlo no pierdo nada.

Chicas MentirosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora