Soy un entrometido

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Mortal: Barth

Estaba paseando por el parque con mi hermana menor, era completamente molesta, no dejaba de hablar, gritar, parlotear, hablar, molestar, hablar, preguntar... ¿ya dije hablar?

Estaba a punto de decirle que se callara cuando dijo algo por fin interesante.

-¡Mira! ¡Es la chica que te gustaba! -gritó señalando a una chica rubia en una banca a unos treintena metros de nosotros.

Esa chica era Annabeth Chase, una chica rubia, atlética, con un gran cuerpo y lo más interesante de todo, sus ojos gris tormenta.

Ella se había mudado a no de donde cuando terminamos la escuela y pasamos al Universidad, por lo que nos separamos, todos en mi casa sabían que yo estaba enamorado de ella como un loco, y había intentado olvidarme de ella durante un año.

Nos habíamos mudado a Nueva York, y ahora, la tenía a 30 metros de mi.

-¡Annabeth! -dijo mi hermana mientras corría a darle un abrazo.

-¡No, Megan! -pero ya era tarde.

Annabeth nos vio a los dos, dibujo una sonrisa en su rostro, y abrazó a Megan. Yo me acerque a ella, esperanzado en que no hubiera escuchado el grito de Magan.

-Annabeth... ¡Hola!... ¿Tuuuu... Vives aquí? -pregunté.

-¡Hola, Barth! ¡Tengo un año de no verte! Y si, vivo a aquí.

Ahora estaba nervioso y feliz, la tenía frente a mi, pero las palabras se atoraban en mi garganta.

Hablamos un rato mientras mi hermana le daba maíz a los patos del lago, ella se veía muy hermosa, demasiado para ser exactos. Habíamos hablado como por 10 minutos cuando llego un tipo alto y musculoso, con la piel bronceada y los ojos verde mar, en pocas palabras, era guapo. Se veía apresurado, por poco y no me nota.

-Annie, hay que irnos, los chicos nos esperan y ya vamos tarde por 30 minutos. -dijo él.

-Claro sesos de alga, adiós Barth, los presentaré otro día, ten mi número. -dijo pasando me un papel pequeño.

-A... Adiós... Annie, que te diviertas. -me costo decirle el diminutivo, ella lo odiaba.

-Sabes que no me puedes poner apodos. -dijo divertida, antes de alejarse con "sesos de alga".

Me quedé desconcertado porque ellos se fueron riendo y muy juntos, mi hermana lo noto. Yo me auto nombre el mejor amigo de Annabeth, lo que me incómoda siempre quise ser algo más, y ahora lo podía hacer, ese chico debía de ser un amigo reciente, yo la conocí por dos años.

-¿Crees que sea su novio? -preguntó Magan.

-No, si lo es, no lo serán por mucho tiempo más.

***

En la nota que me había dado Annabeth tenía su dirección, cuando llegué a su casa, me di cuenta de se era una casa grande, por lo menos para 10 personas.
Me acerque por la ventana, era de noche, por lo que la calle no estaba muy alumbrada que digamos, hací que me oculte y vi lo que estaba pasando dentro.
Annabeth estaba hablando con el chico, ambos tenían sonrisas en sus rostros, el pelinegro le dio un beso a Annabeth, el cual ella sin dudar, profundizó, luego lo abrazó y él puso sus brazos en la cintura de Annabeth, todo esto sin dejar de besarse, ahora Annabeth estaba sentada sobre él con sus piernas rodeando la cintura de el chico, el cual, acariciaba la espalda de Annabeth, quien se quedó sin aire, cuando rompió el beso, su acompañante comenzó a besar su cuello, el cual devoraba en un frenesí. Me agache aun más, no quería que me vieran, Annabeth y el chico no querían parar. Ella dijo algo, el estuvo de acuerdo y ambos pararon, subieron las escaleras tomados de las manos y con la respiración agitada.

Mortales en PercabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora