Capítulo 43

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Los días pasaron como solían hacerlo siempre.

Por supuesto, Liam siguió dando clases en la escuela mientras a mí me ponía mal con sólo mirarle a los ojos. Era casi un milagro que pudiese acercarme a su escritorio y entregarle algún examen o trabajo pendiente.

Además de estar molesta con él, era una forma de hacerme sentir. Más bien, hacerle saber que mi vida seguía siendo la misma aún sin estar con él.

Debía dejarle en claro que a mí no me importaba ni un pepinillo, aunque claramente estaba mintiendo; todas las noches moría por verle, escuchar su voz y tenerlo cerca, pero claro, esos pensamientos se ahuyentaban en cuanto recordaba lo que me había hecho.

Definitivamente no tenía perdón.
Las cosas eran confusas para mí. ¿Por qué tenía que extrañar sus besos y caricias cuándo solo quiso lastimarme? Me odiaba a mí misma por seguir pensando en él. Odiaba a mi cabeza por formular pensamientos en los que ambos estábamos involucrados. Soñaba cosas cursis con él, y muy en el fondo estaba esperando ese día en el que me dijera que había terminado con Sophia y que estaba malditamente enamorado de mí. Claramente mi respuesta iba a ser una jodida carcajada. Me iba a reír de él con todas mis fuerzas.

¿Pero en realidad quería verlo enamorado de mí? Claro que sí. Ese día iba a ser el día más feliz de mi vida. Si por alguna razón llegaba a decírmelo claro... no me lanzaría a sus brazos pensando que era mi príncipe azul, todo lo contrario, lo dejaría justo ahí. Para que sufriera todo lo que yo sufrí.

Alguna vocecita interior me decía que yo era la que estaba enamorada de él. Que yo era la que se estaba obsesionando, pero obviamente no era verdad. No podía ser. No después de lo que me había hecho.

¿Yo obsesionada con él? Sólo en los sueños más anhelados de Liam.

- Muy bien chicos, la clase ha terminado - todos se levantaron de sus asientos. - ¡No se olviden de traer el taller que les dejé encargado! - añadió en voz alta.

Comencé a guardar los libros rápidamente dentro de mi mochila.

- Te espero afuera, debo ir a llamar a mis padres urgentemente. - exclamó Anna, levantándose de la silla y corriendo hacia la salida.

Añadí un último libro a mi mochila y guardé mis lapiceros. Mi mirada se topó con unos zapatos negros y brillantes. Comencé a subir la mirada por un pantalón negro, camisa blanca y corbata... llegué al rostro de mi querido profesor.

Rodé los ojos y colgué mi mochila en unos de mis hombros. Me levanté de la silla e intenté irme. Sujetó mi brazo con fuerza.

- ¿Ahora qué? - me volví hacia él, encontrándome con esos ardientes ojos marrones.

- ¿Ahora qué? - preguntó. Parecía confundido y sorprendido. - Nena, llevamos más de tres semanas sin dirigirnos la palabra. No dejaré que se cumpla el mes.

- Ya me la dirigiste, ¿contento? - elevé una ceja.

- No. No estoy contento sólo con esto. - habló seriamente. - No podemos seguir pretendiendo que nada está pasando. Creo que tuvimos bastante tiempo como para pensar en lo que está bien para nosotros. Creo que a estas alturas ya tenemos qué estar considerando una opción, así que dime que es lo que piensas de todo esto.

Me crucé de brazos.

- ¿Quieres saber que es lo que estoy pensando? - pregunté, guardé silencio por unos segundos, y continúe. - Que me dais asco tío. - imité el acento español.

- ¡Déjate de niñerías! ¡Ya basta! ¡No más con tus juegos! - exclamó, acercándose más a mí. Sus labios se movían rápidamente mientras pronunciaban aquellas palabras. Mi mirada puesta en ellos, tan rosas que estaban.

Seduciendo a mi profesor - Liam PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora