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Cuando tenía cuarenta y tres años, Camila me llamó mientras tomaba un descanso en el trabajo. Ella había insistido en tomarse el día libre.

—Lern Jergi, tengo buenas y malas noticias.

Suspiré.

—Las malas primero.

—Bueno, nuestro cachorro destruyó gran parte del jardín.

—No tenemos un cachorro, Camzi.

Ella rió al otro lado de la línea.

—Sorpresa.

next door; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora